Sonrisas, abrazos y palabras
Hay melodías en la vida que, acompañada de momentos, se incrustan en el alma.
Hay melodías en la vida que, acompañada de momentos, se incrustan en el alma.
Contemplando a un amigo tras un mes de baja por ansiedad. Una de cada seis personas, me decía, han pasado por este tipo de experiencias. Aprendiendo a aceptar que el equilibrio físico y emocional se rompe cuando uno no se cuida y se estira hasta el extremo. Contemplando cómo nuestras vidas rozan muchas veces el límite por la exigencia de la sociedad en la que vivimos y sobre todo por nuestra propia autoexigencia. Cayendo en la cuenta de que nuestra persona es mucho más valiosa que cualquier consideración descontextualizada de terceros. Aprendiendo a aceptar que uno no es menos por ser vulnerable, sino más humano, más cercano y que esa querría y debería ser nuestra mayor aspiración como seres humanos. Aprendiendo a palpar nuestros límites para descubrir, aceptar y querer nuestra propia humanidad y la de los demás. Poniendo medios para compensar, equilibrar y cuidar nuestra salud corporal, mental, emocional y afectiva.
Explorando los límites de la propia humanidad. Conviviendo con sentimientos de desconfianza, rabia, falta de generosidad. Sentimientos de los que no nos sentimos muy orgullosos; sin embargo rozan los límites de nuestra humanidad. Gracias, Señor, por sentirlos, por convivir con ellos, porque nos hacen más humanos. Gracias porque nos ayudan a descubrir que no somos tan buenos como nos pensábamos y a saber que si somos capaces de ir más allá de la rabia, la falta de confianza y generosidad, es gracias ti y no tanto gracias a nuestras limitadas capacidades humanas.
Hoy 14/01 se celebra el año nuevo para los miembros de la Iglesia Ortodoxa y he estado en el culto. La multiplicidad de la Fe, experimentada en cada ser humano y manifestada en el ritual, no deja de maravillarme y enriquecer mi propia FE. No comprendo a aquellxs que desean encerrar la inmensidad de Dios y la multiplicidad del alma humana en una única manera y forma,
La sangre del justo y del malvado pasan por el mismo corazón.
La espada del que golpea y la que recibe el latigazo son parte de tu mismo cuerpo.
En tus lágrimas lloran el dolor del bueno y la confusión de su agresor.
Tu misma ternura abraza el rostro de tu madre María y el soldado que te clava.
En tu corazón no hay excluidos, en tu cuerpo todos cabemos, en tus lágrimas todos lloramos, en tu ternura todos existimos.
¡Déjame entrar contigo, Señor, en tu misterio y vivir en el hogar de tu pasión, donde reconcilias lo imposible!
Benjamín González Buelta S.J.
«Cuando llegas al final de la luz que conoces y es el momento de saltar hacia la oscuridad de lo desconocido, la fe es saber que va a pasar una de las dos cosas: o bien te van a dar algo sólido en donde apoyarte, o bien te van a decir cómo volar.»
Edward Teller