2016-08-04“ Pero Tú Señor has puesto en mi corazón más alegría que si abundara en trigo y en vino”.
O R A C I Ó N C R I S M H O M 4 – A G O S T O – 2 0 1 6
Qué alegres y dichosos deben sentirse, Señor,
quienes, al considerar su propio yo,
no descubren en sí mismos nada digno de mención.
No sólo no atraen la atención de los demás,
sino que tampoco tienen deseo ni interés egoísta alguno
en atraer la atención de sí mismos.



Aprendiendo a acompañar y a dejarse acompañar por otros. Siéntate con tu imaginación frente al icono de la Trinidad, déjate mirar por el Padre a tu izquierda, siente la cercanía de Jesús frente a ti y la presencia del Espíritu Santo a tu derecha. Siéntate a la mesa con ellos. Ellos te envían y acompañan para que te pongas a caminar al lado de alguien que lo necesite. No quieras cambiar su camino para que vaya a donde tú quieras, sino guíale para que encuentre el suyo propio. Siente también la presencia de la Virgen María. Ella te acompaña como hizo con los discípulos en Pentecostés.