2016-03-10 Descálzate, bajo tus pies la tierra es sagrada.

La tercera semana de cuaresma nos invita a descalzarnos de la mano de Moisés, llegando hasta la zarza ardiendo, tomando conciencia con nuestros pies del terreno sagrado y al mismo tiempo contemplar el contraste con la higuera seca de la que el Señor se apiada y da una nueva oportunidad… Sólo aquel que ha sido invitado a descalzarse ante el misterio de Dios y de los hombres, sólo un corazón generosamente abierto al grito de sufrimiento del hermano, es capaz de dar más que una oportunidad a los demás. Para encontrarnos con ese Dios que nos ha traído aquí y descubrirlo en el hermano, es preciso sentir la tierra que pisamos, poniéndonos en su presencia, con todos los sentidos. Que descubramos a este Dios que nos busca, nos llama por nuestro nombre y nos ama.

Aprendiendo a acompañar y a dejarse acompañar por otros. Siéntate con tu imaginación frente al icono de la Trinidad, déjate mirar por el Padre a tu izquierda, siente la cercanía de Jesús frente a ti y la presencia del Espíritu Santo a tu derecha. Siéntate a la mesa con ellos. Ellos te envían y acompañan para que te pongas a caminar al lado de alguien que lo necesite. No quieras cambiar su camino para que vaya a donde tú quieras, sino guíale para que encuentre el suyo propio. Siente también la presencia de la Virgen María. Ella te acompaña como hizo con los discípulos en Pentecostés.
En este tiempo de oración queremos acercarnos a Jesús de Nazaret, el maestro, el único protagonista de nuestro encuentro, el que nos ha seducido con su vida. No vamos a tener prisas con Él en este rato. Porque se trata de estar con Él. Nuestra oración no tiene otras pretensiones. Evitemos el efectismo, que busca lo bonito y acaba olvidando al Señor. Superemos el cansancio, dejando que el Espíritu encienda en nosotros el deseo del encuentro con el Señor. Acudamos a su presencia con humildad, derramando nuestro corazón herido ante Su Presencia. No nos escondamos ante su mirada por miedo o por comodidad. No cerremos nuestros labios ante sus oídos comprensivos. No dejemos que se enfríe nuestro corazón ante el fuego de Su Corazón. Vayamos juntos a Su Presencia.
Esta oración tuvo lugar el 28 de enero de 2016. Nos insiste en la misericordia en este su año. Misericordia, en el año de la misericordia, es una invitación a ver el amor de Dios por nosotros, es una invitación a tener misericordia unos de otros y también de nosotros mismos, pues somos el más duro juez para nosotros mismos, quizá a causa de la culpabilización a que hemos sido sometidos desde niños todas las personas, y más nosotros, por nuestra forma de amar, aunque recibida de Dios.
Esta oración tuvo lugar el 7 de enero de 2016. En ella se muestran textos en los que Cristo es mi Salvador, Cristo es mi Señor, Cristo es mi Amor, Cristo es mi Paz, Cristo es mi Perdón, Cristo es mi Libertador. Una oración en la que se escuchaba el silencio, el recogimiento y la presencia de ese Cristo en todas sus facetas.
LECTURA DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN MARCOS 10,2-16