2016-03-05 Celebración comunitaria del perdón y la reconciliación

En este camino cuaresmal, hoy nos reunimos como comunidad para recibir la fuerza de Jesús. Una fuerza que se manifiesta en nuestra debilidad, que nos levanta y nos grita ¡VIVE!, la fuerza de su amor que nos posibilitará celebrar las fiestas de la Pascua, donde junto a toda la Iglesia reconoceremos a Cristo vivo y resucitado en su palabra y en la fracción del pan, proclamaremos nuestra fe en la Resurrección y renovaremos nuestras promesas bautismales, por las cuales estamos llamados y posibilitados a vivir como hombres y mujeres nuevos.Vivamos con ilusión esta celebración, en la cual por el sacramento del perdón, seremos reconciliados con Dios y con nuestros hermanos.

canto

 

saludo del celebrante

La gracia y la paz de Dios Padre y de Jesucristo, el Señor, que se entregó a SÍ mismo a la muerte, por nuestros pecados, este con todos vosotros.

 

  • Y con tu espíritu

oración

Cel.: Oremos hermanos y hermanas, para que con Dios, que nos llama a la conversión, nos conceda la gracia de una verdadera y fructuosa penitencia.

 

(Todos oran durante algunos momentos. Luego, el sacerdote recita la siguiente plegaria.)

 

Cel.: Dios Padre Bueno, que nos has reunido en nombre de tu Hijo para alcanzar misericordia y encontrar gracia que nos auxilie. Abre nuestros ojos para que descubramos el mal que hemos hecho; mueve nuestro corazón, para que, con sinceridad, nos convirtamos a ti; para que, restaurado tu amor en nosotros, resplandezca en nuestra vida la imagen de tu Hijo que vive y reina por los siglos de los siglos.

 

  • Amén

Canto

 

 

Liturgia de la palabra

 

Lectura del Santo Evangelio según S. Juan.

 

En aquel tiempo Jesús se retiró al monte de los olivos. Al amanecer se presentó de nuevo en el templo y todo el pueblo acudía a Él y sentándose, les enseñaba.

Los letrados y los fariseos le traen una mujer sorprendida en adulterio y colocándola en medio, le dijeron: – Maestro, esta mujer ha sido sorprendida en fragante adulterio. La ley de Moisés nos manda apedrear a las adúlteras: tú ¿qué dices?

Le preguntaron esto para comprometerlo y poder acusarlo. Pero Jesús inclinándose, escribía con el dedo en el suelo. Como insistían en preguntarle, se incorporó y les dijo. – El que esté sin pecado, que le tire la primera piedra. E inclinándose otra vez, siguió escribiendo.

Ellos, al oírlo, se fueron escabullendo unos a uno, empezando por los más viejos, hasta el último. Y quedó solo Jesús y la mujer en medio, de pie. Jesús se incorporó y le preguntó: – Mujer, ¿dónde están tus acusadores?, ¿Ninguno te ha condenado?

Ella contestó: – Ninguno Señor.

Jesús dijo: – Tampoco yo te condeno. Anda y en adelante no peques más.

  • Palabra del Señor

 

 

homilía

 

 

confesión general de los pecados

 

Cel.: Recordando hermanos y hermanas la bondad de Dios, nuestro padre, confesemos como comunidad nuestros pecados.

 

Señor, como miembro de esta comunidad, te pido perdón por mis pecados personales. Los que cometí de pensamientos, sentimientos, emociones, actos; todas las cosas erradas que hice.

Te pido perdón, Señor, por todas las palabras erradas que dije, palabras falsas, ofensivas, que hirieron a nuestras hermanas y hermanos y que no fueron convenientes.

Te pido perdón por todas mis omisiones; por todas las cosas que debía hacer y no hice, por no haber orado como debía, por no interceder cómo debía, por no vigilar cómo debía, por no hablar cuando debía, por no callarme cuando debía,… finalmente Señor, todas mis omisiones.

Te pido perdón por toda mi malicia, maldad, falsedad, hipocresía… de todo mi pecado, Señor. Tú sabes de la sinceridad de mi corazón.

Digo sinceramente, delante de Ti: rompo con el pecado. No quiero pecar, Señor. Digo “no” al pecado.

Ahora asumo la autoridad espiritual que no es mía, pero que tú me diste, sobre mi comunidad. Asumiendo esta autoridad espiritual, digo:

Perdón Señor, por los pecados de la comunidad que me diste. Los asumo sobre mí, como tú asumiste sobre ti los pecados de tu pueblo y los de la familia, que el Padre te dio. Tú fuiste hasta la cruz y derramaste Tu Sangre por esta familia.

Señor, te pido perdón por todos los pecados de pensamientos, de juicios, de palabras, de sentimientos, de emociones que – por mi culpa o sin mi culpa –mi comunidad cometió.

Te pido también perdón por todas las omisiones de mi comunidad. Por todo aquello que mis hermanas y hermanos queridos, hicieron ofendiendo tu Corazón, disgustando e hiriendo a los demás.

Hoy rompemos con el pecado, ya no queremos seguir este camino. Yo y mi comunidad, ya no queremos ser una “hija apóstata”. Ya no queremos quedarnos vagando por caminos errados, por los caminos de la tentación, resbalando en el pecado y dando apertura a él.

Sabemos de nuestra fragilidad, Señor, pero firmes en la fe, firmes en tu poder, en el poder de tu cruz, hacemos esta proclamación: “Mi comunidad y yo rompemos con el pecado”. Mi Señor y mi Dios, lávanos ahora con tu Sangre preciosa. Lava toda mi comunidad a todos aquellos que bondadosamente me diste.

  • Amén 

 

 

 

padre Nuestro (cantado)

 

Oh Dios, que has dispuesto los auxilios que necesita nuestra debilidad: Concédenos recibir con alegría los frutos de tu perdón y mantenerlos con una vida santa.

 

 

confesión y absolución individual

Soy pecador

Soy pecador Señor y vengo ante Ti porque tienes manos que levantan, ojos que atraen y acogen, palabras que regeneran. Señor vengo ante Ti con la alegría de quien puede confiar y salir del frío de la noche. Vengo ante Ti Señor porque tengo donde arrojarme, donde cobijarme, tengo una casa donde entrar, un Dios que me vuelve feliz. Porque puedo volver a decir: «Padre no soy digno, pero regreso para decirte de nuevo: ¡Padre!»

(Canto y tiempo de silencio)

¿Dónde estás?

 

Señor, como siempre tomé el camino fácil y corrí a esconderme entre los árboles, lejos de tu vista, lejos de la verdad. Pero sonaron tus palabras en el silencio de mi corazón cansado. -¿Dónde estás? -Estoy aquí, Señor. Fui donde Tú me dijiste que no entrara; fui para levantarme un pedestal y hacerme yo mismo dios. Fui y sólo tengo vacías las manos. Pero Tú has vuelto a hablar y has ido a buscarme. Aquí estoy Señor, de vuelta, para ir donde Tú me mandes y hacer caminos nuevos porque hoy reconozco que Tú eres mi Dios y mi Señor.

(Canto y tiempo de silencio)

Acéptanos como somos

 

No has venido, Señor, para juzgar, sino para buscar lo que estaba perdido; para liberar a quien está aprisionado por la culpa y el temor, y para salvarnos, cuando el corazón nos acusa. Acéptanos como somos: con nuestro pasado de pecado y lo del mundo, con nuestra infidelidad al amor actual. Tú eres mayor que nuestro corazón y nuestra maldad e infidelidad. Tú eres el creador de un futuro nuevo, un Dios de amor hasta la eternidad. Acéptanos, Dios, como somos.

(Canto y tiempo de silencio)

Desde el desierto

 

Señor, desde el desierto de nuestras tentaciones elevamos nuestro corazón para que nos eches una mano. Sentimos hambre de tener cosas y más cosas, ayúdanos a alimentarnos del pan de tu Palabra para que te sintamos cerca. Sentimos también el deseo de mandar sobre los demás. Danos tu Espíritu que nos haga capaces de servirte sólo a Ti y a los que están cerca de nosotros con un corazón nuevo. Muchas otras veces queremos destacar, ser los mejores. Danos la humildad de Jesús, sentirnos pequeños, entre tus manos, acompañados por tu presencia en este lugar de desierto.

(Canto y tiempo de silencio)

Danos tu luz

Señor Jesús, danos tu luz que romperá la noche de nuestros miedos, de nuestras mentiras y engaños. Cuenta con nosotros. Ayúdanos a ver las cosas con tu mirada, a hablar a los que nos rodean con tu verdad y amar a todos con tu amor. Quita la venda de nuestros ojos y haz que abracemos tu luz, que caminemos con ella y hacia ella.

(Canto y tiempo de silencio)

Hombres nuevos

Señor, haz de mí una persona nueva que no tenga un corazón de piedra, sino de carne; que no quiera acaparar, sino compartir; que no quiera ser servido, sino servir; que no desee aparentar, sino ser; que no siembre discordia, sino paz; que no viva para mismo, sino para los demás; que no me fíe tanto de mí, y mucho más de ti; que no vea primero el pecado ajeno, sino el mío; que no me empeñe tanto en evidencias, sino en confiar en Ti. Señor, haz de mí una persona nueva.

(Canto y tiempo de silencio)

 

 

 

acción de gracias por la misericordia de dios

 

El Señor esté con vosotros —- Y con tu espíritu

Levantemos el corazón —-Lo tenemos levantado hacia el Señor

Demos gracias al Señor nuestro Dios —–Es justo y necesario

 

 

En verdad es justo y necesario darte gracias, Señor, Padre santo,

porque no dejas de llamarnos a una vida plenamente feliz.

 

Tú, Dios de bondad y misericordia,

ofreces siempre tu perdón y nos invitas a recurrir confiadamente a tu misericordia.

 

Muchas veces hemos quebrantado tu alianza;

pero Tú en vez de abandonarnos, has sellado de nuevo con la familia humana,

un pacto tan sólido, que ya nada lo podrá romper.

 

Y ahora, mientras ofreces a tu pueblo un tiempo de gracia y reconciliación,

lo alientas en Cristo para que vuelva a ti,

obedeciendo más plenamente al Espíritu Santo

y se entregue al servicio de todos los hombres y mujeres.

 

Por eso, llenos de admiración y agradecimiento por la reconciliación,

unimos nuestras voces a las de los coros celestiales para cantar la grandeza de tu amor

y proclamar la alegría de nuestra salvación.

 

 

rito de conclusión

 

El Señor esté con vosotros – Y con tu espíritu

 

La bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo y Espíritu Santo descienda sobre vosotros y os acompañe siempre. – Amén

 

El Señor nos ha perdonado. Podéis ir en paz –Demos gracias a Dios.

 


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