A propósito del artículo aparecido en INFOVATICANA el 18/05/2018 sobre una vigilia «homoherética» en una parroquia de Madrid

Desde CRISMHOM (Comunidad de Cristianas y Cristianos LGTBI+H de Madrid) queremos comentar la información aparecida el pasado 18 de mayo de 2018 en el artículo de la revista digital Infovaticana titulado «Una parroquia de Madrid organiza una vigilia ‘homoherética’ a propuesta de Josito Segovia«, así como matizar y desmentir algunas de las afirmaciones que allí se hacen.
 
En primer lugar señalar que CRISMHOM no es una comunidad católica sino cristiana ecuménica en la que pueden participar y de hecho participan creyentes de otras confesiones cristianas.
 
En segundo lugar, desmentir que la  “Vigilia de oración por las víctimas de la LGTBIfobia”  celebrada en una parroquia de Madrid el día  que la comunidad internacional dedica a conmemorar a las víctimas y combatir la violencia contra las personas LGTBI, haya sido un acto promovido por el Arzobispado y su Vicaría de Pastoral Social e Innovación. El acto ha sido organizado y promovido por CRISMHOM (ver convocatoria AQUÍ), aunque eso sí, haya podido celebrarse abiertamente en la Parroquia  de Nuestra Señora de Madrid, lo mismo que ocurre en otros muchos lugares del mundo en que se celebran estas vigilias.

El enemigo está en nuestra cabeza

Nos purifica una imagen real de quién es Dios y no una imagen deformada. ¿Qué imagen tenemos de Dios? Somos limitados y humanos. Reconciliarnos con nuestra limitación es sano pero difícil. Cura de humildad al reconocer nuestros años, nuestra enfermedad, aceptar nuestras limitaciones y crisis. Ellas nos hacen más humanos, más cercanos, más humildes y Dios está con nosotros con una cercanía especial. El enemigo está en nuestra cabeza. La aceptación de lo que venga nos relaja. Necesitamos a alguien que refuerce nuestra sensación de hacer las cosas bien. Ese es Jesús mismo, que sale a nuestro encuentro.

Alregraos: aprendiendo a no tristar

Somos seres de encuentro. El encuentro con los demás nos hace sentir mejor. ¡Qué suerte tener amigos y grupos! La experiencia de Pascua sucede en un encuentro. Jesús sale a nuestro encuentro al resucitar. Tenemos que preparar ese encuentro. Él viene aunque yo no tenga fuerzas. En medio de la enfermedad viene Jesús y uno lo lleva mejor. Necesito pedir la alegría. Procuremos en nosotros la alegría. ¿Nos regocijamos en pensamientos negativos? Procurarse la alegría lleva trabajo. Es necesario hacer conscientemente el esfuerzo de no retroalimentar lo negativo. No tristarse dirá San Ignacio, es un acto de la voluntad. Psicológicamente es muy sano no alimentar la tristeza. Cristianamente, es un mandato: “¡¡¡Alegraos!!!”. Es una responsabilidad humana no dejar que lo negativo me sobrepase. Visualizar que mi dolor no es ajeno al Señor y Él sale a mi encuentro. ¿Cómo estás aquí presente, Señor mío (porque sé que estás)? Sé que estás, más cerca cuanto peor estamos, muéstrame tu rostro.

Retiro «Preguntas de Jesús en el evangelio»

Esta página contiene algunas de las charlas orientativas que se dieron durante cuatro días de retiro organizados por la Comunidad de Grupos Católicos Loyola. Estos materiales se ponen a disposición de aquellas personas que puedan encontrar utilidad en ellos con el permiso de la persona que dio las charlas. Las orientaciones de este retiro suscitan como hilo conductor para el trabajo y reflexión de quien las escucha algunas preguntas clave que hace Jesús de Nazaret a lo largo de los evangelios.

 

Construyendo un puente: oración de conclusión

Dios amoroso, me hiciste tal cual soy. Te alabo y te amo, pues me creaste maravillosamente a imagen tuya. Pero cuando la gente se burla, me siento herido, desconcertado y avergonzado. Por favor, Dios, recuérdame mi propia bondad, que en Ti descansa.

Ayúdame a recuperar mi dignidad, la que Tu me diste cuando fui concebido. Recuérdame que puedo vivir una vida de amor, puesto que Tú creaste mi corazón.

Permanece conmigo cuando la gente me haga sentir inferior, ayúdame a responder como Tú quieres, con amor y respeto hacia quien me ofende y hacia mí mismo.

Ayúdame a encontrar amigos que me quieran tal cual soy, ayúdame sobre todo a ser una persona amorosa.

Y, ayúdame a recordar que Jesús me quiere, Él también fue visto como un paria, Él también fue incomprendido, Él también fue derrotado y escupido. Jesús me entiende y me ama con un amor especial, por el modo en que he sido creado.

Cometario al evangelio desde fuera del armario

Comentario al Evangelio desde fuera del armario. Tercer Domingo de Pascua. Lucas 24, 35-48.

Hace años, cuatro amigos homosexuales creyentes comenzamos a reunirnos para hacer oración en una pequeña y escondida habitación que nos prestaron. Como estaba en un edificio de un colegio religioso, pidieron total discreción. No hacía falta el ruego, pues los cuatro teníamos suficientes razones para ser discretos hasta el extremo. Aún estábamos más dentro que fuera del armario. Además algunos éramos catequistas y seguro que si se descubría nuestro secreto lloverían los problemas.

Viernes Santo, camino de la cruz

El camino de la cruz es una carrera de fondo, un camino que se construye día a día. Esta carrera el amor se expresa levantando rostros de Cristo, manteniendo alzadas imágenes que nos los recuerdan. Contemplando el amor y la fortaleza de María que ve morir a su hijo; conectando ese amor con el que sienten padres y madres cuando piensan en sus hijos y acompañan su camino. Camino de la cruz para acordarnos de personas, con sus situaciones e historias y mandarles mensajes, aunque nos parezca irreverente. Camino de cireneos para ayudar a llevar y levantar cruces ajenas. Camino para dejarse afectar sin más, sin motivo aparente. Camino de caídas, de dejarse caer por falta de fuerzas y dejarse levantar. Camino de fallos y limitaciones reiteradas, de inconsciencias y juicios reincidentes. Camino para contemplar los pecados estructurales del mundo, para conectar con nuestros problemas y reconocer que hay muchas cosas en nuestra vida que no nos acaban de gustar.

Jueves Santo: día del amor fraterno

Yo conozco a los que he escogido decía Jesús. Nos conoce, nos conocemos, nos hemos escogido unos a otros. Pedimos querer tener el corazón y los sentimientos que se despiertan en Jesús y que fluyen y se conectan con nosotros. Frente al peso de una creciente responsabilidad, limpia nuestros miedos, limpia mis prejuicios, lo que limita nuestro encuentro con los demás para aprender a mirarnos unos a otros como Dios los mira. Somos muy limitados, sin ánimo de fijarnos en todo lo que hacemos mal, contemplamos el gesto tan físico de lavar los pies a los demás. Símbolo de humildad, de dejarse hacer, dejarse tocar el corazón. Con el deseo de sentir y experimentar que Dios siempre está ahí, comidos por el estrés de la vida diaria con el sentimiento de no estar a la altura, con no defraudar, prescindimos de nuestra autosuficiencia, en ocasiones física, dejándonos cuidar y lavar en lo que más nos limita, en lo que más nos cuesta aceptar de nosotros mismos.

I Fiesta de las familias: «Juntos acompañamos en la diversidad»

Este artículo es una crónica de la participación de CRISMHOM en la I Fiesta de las familias que tuvo lugar el 29 de octubre de 2017 como respuesta a la invitación de la Parroquia de Nuestra Señora de Milagro de San José (Salamanca). El título de esta fiesta es: «Nuestras familias: cultura del corazón. Juntos nos acompañamos en la diversidad». En particular, CRISMHOM participó en el taller «Soy gay/lesbiana. ¿Tengo sitio en la Iglesia?».

Comentario al Evangelio desde fuera del armario de Ichthys. Quinto domingo de Cuaresma.

Nunca he tenido miedo a la muerte. Más bien tuve alguna vez miedo a la muerte de otros, de mis padres, mis hermanos, mis amigos… Pero soy consciente de que yo nunca tuve miedo a morir. Por el contrario, en mi adolescencia sí deseé mi muerte. En un retiro de esos que llevábamos a cabo durante el curso en el colegio donde estudiaba, el director espiritual empleó buen tiempo en abordar el tema moral, como si el sexto mandamiento fuera el pilar fundamental de la fe. Con dieciséis años ya era bastante consciente de mi identidad sexual, por mucho que hubiera asumido que ese fuera un terrible secreto que guardar, quizá para toda la vida. La discutible pericia pedagógica de aquel sacerdote me hizo sentir un ser despreciable, no ya para la sociedad entre la que se encontraban mis compañeros de clase, sino sobre todo ante Dios, para quien era un error, un indigno hijo suyo, un desviado, un degenerado.

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