Retiro de Adviento 2019: «Tú eres una misión: La vocación misionera del creyente LGTBI».

Cuando:
23 de noviembre de 2019 a las 09:15 – 18:00 Europe/Madrid Zona Horaria
2019-11-23T09:15:00+01:00
2019-11-23T18:00:00+01:00

Este retiro de Adviento tiene lugar el sábado 23 de Noviembre de 2019 de 10:15h a 19h, en la Fundación San Martín de Porres situada en la c/ Vía Carpetana 47, 28047 Madrid (Metro Carpetana o Laguna de la línea 6). El tema que se aborda es  «Tú eres una misión: La vocación misionera del creyente LGTBI«. El retiro está facilitado por Juan, que ha impartido diversas charlas en CRISMHOM sobre «La homosexualidad en las grandes religiones»,«La homosexualidad, ¿qué dice la iglesia?» o «Acompañamiento espiritual en personas homosexuales: dificultades y retos de un acompañante»Ha dado retiros de Adviento y Cuaresma anteriormente, acompañado convivencias y unos ejercicios espirituales y acompaña un grupo de personalización de la fe. La fecha límite de inscripción será el viernes 22 de noviembre. Para inscribirte pulsa AQUÍ. Está disponible el registro de AUDIO de la charla que se dio durante el retiro.

“Tú eres una misión”

23 noviembre 2019

Comenzamos el adviento, por tanto, un tiempo de programación, de plantearnos el camino de este año. Para ello debemos partir de nuestra realidad. Dios ha llamado a una persona en concreto, real y con una historia: tú.

Estas cuatro semanas son un tiempo idóneo para revisar, por un lado lo que has vivido a lo largo del año anterior y, por otro, de replante las preguntas fundamentales de quién eres, porqué Dios de ha llamado a una misión y, cuál es esa misión.

 

A-Ser una misión

A lo largo de su pontificado, el papa nos ha ido llevando por un camino de trabajo interior que, partiendo de la exhortación apostólica Evangelii Gaudium, llevó a Gaudete et Exultate. Esta última exhortación nos invitaba a reflexionar sobre nuestro camino hacia la santidad.

A lo largo del año pasado, los obispos, apoyándose en dicho documento, propusieron un camino de reflexión en cuatro etapas, que fueron publicadas bajo el título de “Misioneros de la Alegría”.

  • Una llamada personal de Dios, una vocación: el punto de partida.
  • Un estilo de vida: las bienaventuranzas.
  • Ser sal y luz: la acción en el mundo.
  • Saber elegir: el discernimiento.

Ha sido en octubre cuando el papa nos ha invitado a reflexionar sobre la misión personal, el culmen de dicho proceso, y lo ha hecho de manera a que nos planteemos si nuestras acciones, nuestra forma de hacer real la llamada que Dios nos hizo, está siendo eficaz.

“Tú eres una misión”, no es una frase más, ni un slogan que enganche más o menos de cara a una campaña, es una matización de aquello que venimos desarrollando y viviendo como cristianos, es un modo de ser.

 

B-La misión en el mundo lgbt

Todos hemos nacido en un lugar, un tiempo, con unas características específicas. Eso nos condiciona a la vez que nos predispone para descubrir y profundizar en un tipo de realidades. El cristiano es un especialista en la gente, y debería serlo en la gente que comparte la realidad que le ha tocado vivir.

En el caso del mundo lgtb se trata de una realidad que no todo el mundo conoce y puede potenciar.

Por realidad lgtb no hablo del ambiente, nada más, sino de todo el conjunto de personas que se encuentran vinculadas a esa realidad, desde aquellos que se encuentran en un proceso de descubrimiento de su identidad y realidad, pasando por aquellos que han optado por una forma concreta de trazar su vida, así como de aquellos que lo viven en la familia o el trabajo, sea de la forma que sea. En definitiva, de aquellos que luchan por lograr que la realidad que les rodea y el mundo en el que viven sea más habitable y vivible.

Lo que está claro es que, sea cual sea tu misión, es una urgencia. Los valores cristianos (bienaventuranzas) no son algo para un futuro, son algo que debe vivirse ya. Hablamos demasiado en clave de futuro, mientras que Jesús vivía el aquí y ahora, ya fuesen curaciones, escuchar a quien lo necesitaba, o urgir a los cambios sociales y religiosos que se encontraban anquilosados y bloqueados por unos cuantos bajo la excusa de la tradición. El “siempre se hizo así” no vale. De ahí que Francisco nos invite permanentemente a una “Iglesia en salida”.

¿Cuáles son las necesidades de los cristianos lgtb? ¿Qué esperan los que no son cristianos? ¿Qué cosas llevarían a una justicia social y eclesial? ¿Qué podemos aportar cada uno personalmente para lograr que el mundo lgbt -todo él-, sea realmente parte del Reino de Dios del que hablamos en tiempo de Adviento?

 

C-Soy una misión.

La misión es algo personal, nace de la llamada recibida personalmente y se apoya en la realidad de cada uno, en quien Dios ha creado. Tú tienes que descubrir quién y cómo eres, para desarrollarlo a la luz de Jesucristo y poder descubrir la misión a la que eres llamado.

En este tiempo de adviento, a lo largo de las cuatro semanas, la Iglesia nos invita a reflexionar y tomar decisiones sobre nuestra forma de actuar en el año que comienza.

Francisco no habla de ser misioneros, sino que directamente concibe al hombre y a la mujer de hoy como una misió
n en sí misma: “Yo soy siempre una misión; tú eres siempre una misión; todo bautizado y bautizada es una misión”. De esta manera, para el Papa, “quien ama se pone en movimiento, sale de sí mismo, es atraído y atrae, se da al otro y teje relaciones que generan vida”.

D-El camino del Adviento como guía para convertirnos en nuestra misión

Adviento es tiempo de preparación, de allanar el camino y volver a la senda recta. Un tiempo de reflexión y de conversión. Pero sólo será real en nuestra vida si lo personalizamos, lo hacemos nuestro y nos sentimos concernidos por ello. Si no hago que esas expresiones bíblicas y de la Iglesia se hagan mías, quedarán como algo que realmente no me afecta.

Hay personas que llegaron a hacer tan suya la misión encomendada, se han identificado de tal forma, que se convirtieron en ella. Se hicieron “Misión”.

A lo largo de las cuatro semanas de Adviento podemos encontrar a cuatro personajes, cuatro historias, que nos permitirán ver cómo hicieron algunos para que su “llamada” pasase a convertirlos en “misión”.

 

A-Juan Bautista, voz que clama en el desierto.

No sabemos nada de su infancia, pero los datos que tenemos hacen de él un modelo de identificación. Lo que está claro es que él fue llamado a ser “la voz que grita en el desierto” con una finalidad: “preparar el camino al Señor”. De hecho, se convirtió en “La voz que grita a allanar los caminos y a enderezar las sendas”. Juan, la Voz, no dejará de gritar y denunciar la injusticia y de invitar a la conversión.

Su conciencia de ser una misión llegó hasta tal punto, que una vez bautizado Jesús y después de haber anunciado que Él era el Ungido y el Mesías, no dudó en decir a sus discípulos “es preciso que Él crezca y yo desaparezca”. Y ciertamente lo llevó a cabo.

 

B-Oseas, símbolo de la conversión

En el camino de Adviento, es necesario hacer un alto para hacernos conscientes de nuestro estado de conversión. Si estamos llamados a ser santos, es necesario purificarnos e ir dejando al “hombre viejo” para ser “hombres nuevos”. El pecado está ahí, a lo largo de camino y nos saca de él. Es necesario volver a ser conscientes de ello para poder volver a la senda justa.

La historia del profeta Oseas es realmente peculiar. Su vida fue hacer suyo su anuncio; debemos convertirnos. Hasta tal punto lo hizo, que aceptó la llamada de Dios a proclamarlo y, hasta tal punto lo convirtió en misión que se casó con una prostituta para demostrar de forma real lo que era el desposorio de Yahweh con el pueblo de Israel que le abandonaba para irse con otros. Oseas vivió en carne propia las infidelidades de su esposa demostrando al pueblo lo que él hacía vivir a Yahweh.

Llegó hasta tal punto que tras la última infidelidad, propuso a su esposa Gomer, hacer la penitencia juntos, con tal de ayudarla a llevarla a cabo.

 

C-Jesús de Nazareth, el Ungido y el Espíritu

El Ungido está íntimamente ligado al Espíritu y a la profecía de Isaías: “El Espíritu de Yahweh está sobre mí y me ha enviado…” (Is 61, 1).

Su dedicación a su misión fue plena. No sabemos en qué consistió su preparación a su misión, pero sí está clara su identificación con el Ungido y con el Siervo de Yahweh, que al final le llevo a dar la vida por el pueblo y sus pecados.

Jesús hizo de su vida la salvación del pueblo, como aparecía en los cánticos del Siervo de Yahweh:

·Cántico 1 (Is 42, 1 -4): es el canto de la llamada-vocación del siervo. Éste es presentado a Dios, que le confiere la misión de predicar el «derecho» de Yahveh y de solicitar la fidelidad a la alianza.

·Cántico 2 (Is 49, 1-6): es el canto de la respuesta del siervo a la llamada de Yahweh. Se encuentran trozos autobiográficos del profeta y se especifica ulteriormente su misión.

·Cántico 3 (Is 50, 4-9ª): es el canto de la lamentación del siervo. Apela a la confianza en la justicia de Dios; no teme por ello ni a los flageladores ni a los perseguidores de ningún tipo, ya que tiene la certeza de la fidelidad del Señor.

·Cántico 4 (Is 52, 13- 53, 12): es el canto de la victoria del Siervo. La descripción de su sufrimiento llega a la cumbre de la expresividad: su dolor no es sólo a nivel físico, sino que se extiende al nivel psicológico y moral. El Siervo sufre en sustitución por los demás logrando su redención.

 

Jesús se identificó de tal forma con el Siervo, que su “que no se haga mi voluntad sino la tuya” en Getsemaní (Mt 26, 39,Mc 14, 36,Lc 22, 42) es la conclusión de una lucha interior con la responsabilidad de llevar su identificación hasta las últimas consecuencias, la muerte injusta del siervo inocente.

Jesús es consciente de la dificultad de su misión, pero su condición de Ungido le llevará a identificarse con la misión. Jesús asume su papel de Mesías.

 

D-María

“El ángel le dijo: «No temas, María, porque has hallado gracia delante de Dios; Mira, concebirás y darás a luz un hijo a quien pondrás por nombre Jesús. Él será grande, se le llamará Hijo del Altísimo y el Señor Dios le dará el trono de David, su padre; reinará sobre la casa de Jacob por los siglos y su reino no tendrá fin.»” (Lc 1, 30).

La identificación de María con la misión que Dios le encomendó en la anunciación la llevo a seguir a Jesús como una madre sigue a sus hijos, desde la distancia, en segundo plano, pero estando ahí permanentemente, desde su infancia hasta su muerte.

La misión de María se fue prolongando y ampliando a lo largo de su existencia, desde el “ser madre de Dios” inicial, su misión llegó a convertirse en no dejar sola a la Iglesia naciente y, convertirse en referencia y refugio para aquellos que necesitaban tener más cerca al Maestro, a aquel al que echaban de menos. En Hch se percibe en la frase “estaban en una casa por miedo a los judíos,… y María estaba con ellos (Hch 1, 14)”.

Pero el caso de María es tan claro que, una vez terminado su camino por este mundo, ha seguido cumpliendo su misión en medio de la comunidad, de la Iglesia, a lo largo de los dos mil años siguientes y aún invocamos su compañía, su guía y su seguridad. La seguimos invocando en cantidad de momentos.

E-¿Es posible “hacerte misión?

Muchas, vista nuestra forma de ser y de vivir, podríamos preguntarnos si es posible identificarse con la misión encomendada.

A lo largo de los siglos de vida cristiana, muchas personas han recibido muy variadas llamadas por parte de Dios y se hicieron misión. Muchos, al terminar ésta, se quitaron de en medio, como Juana de Arco. Otros fueron una misión que duró toda su vida, como María.

El papa nos recomendó que nos fijásemos en la vida y el testimonio de la santa carmelita Teresa de Lisieux.

En septiembre de 1896, Teresa experimenta que su hermosa vocación («carmelita, esposa y madre») no le basta. En sus oraciones siente grandes deseos de ser sacerdote, diácono, profeta, doctor, misionero, mártir… Pero pronto encuentra su vocación al leer un pasaje de S. Pablo sobre la caridad (I Cor, 13).

Todo queda claro para ella y puede escribir «¡ Oh, Jesús, amor mío, he encontrado al fin mi vocación ! ¡Mi vocación es el Amor!… Sí, he encontrado mi puesto en la Iglesia y ese puesto, Dios mío, eres Tú quien me lo ha dado. En el corazón de la Iglesia, mi madre, yo seré el amor. Así lo seré todo ¡¡¡ Así mi sueño se verá realizado !!! (Manuscrito B, 3 v).

Su vocación misionera se ve reflejada en algunas de sus expresiones:

«Tengo la confianza de que no voy a estar inactiva en el cielo. Mi deseo es seguir trabajando por la Iglesia y por las almas. Así se lo he pedido a Dios y estoy segura de que me va a escuchar.»

«Presiento que mi misión va a comenzar, mi misión de hacer amar a Dios como yo lo amo, de enseñar mi caminito a las almas «(JEV,85)

«Quiero pasar mi cielo haciendo el bien en la tierra»(JEV,85)

Ante lo aparentemente imposible, tenemos que tener en cuenta que quien nos llama a nuestra misión no es más ni menos que el propio Dios. Por eso, nuestra tarea no depende de nuestras solas capacidades y fuerzas, sino que contamos con el Espíritu y su impulso.

El lema elegido por el papa para comenzar el mes misionero extraordinario es “Bautizados y enviados”. Es una interpelación directa a todos los cristianos en su condición de misioneros. Deja claro en ello que, como los personajes que hemos visto anteriormente, nosotros, desde nuestra sencillez, somos capaces de llevar a cabo grandes tareas.

Como bautizados contamos con la fuerza del Espíritu Santo y sus dones para poder convertir unas cualidades en una misión que podrá transformar la vida de muchos a los que Dios nos envía, siendo “sal y luz”.

 

 


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