El enemigo está en nuestra cabeza
Nos purifica una imagen real de quién es Dios y no una imagen deformada. ¿Qué imagen tenemos de Dios? Somos limitados y humanos. Reconciliarnos con nuestra limitación es sano pero difícil. Cura de humildad al reconocer nuestros años, nuestra enfermedad, aceptar nuestras limitaciones y crisis. Ellas nos hacen más humanos, más cercanos, más humildes y Dios está con nosotros con una cercanía especial. El enemigo está en nuestra cabeza. La aceptación de lo que venga nos relaja. Necesitamos a alguien que refuerce nuestra sensación de hacer las cosas bien. Ese es Jesús mismo, que sale a nuestro encuentro.
En mis años de clausura monástica el Rafa Arnaiz era solo un beato. Un niño simple que solo deseaba amar en un amor que lo consumía. No escribió mucha cosa pero sus «florecillas» tienen la reminiscencia de Francisco de Asís y de Teresa del niño Jesús.
Si algo he aprendido de estas décadas de caminar en la fe, es que Todo se cumple.