El Espíritu Santo lo representamos con una paloma, pues el Evangelio nos cuenta que cuando Jesús fue bautizado por Juan el Bautista, el Espíritu de Dios bajó del cielo tan rápido y bello que « parecía una paloma ». Por asimilación, al Espíritu lo representamos con una paloma.
El Espíritu Santo es la tercera persona de la Santísima Trinidad, que procede del Padre y del Hijo.
Jesucristo prometió a los apóstoles que les enviaría el Espíritu Santo, el cual les recordaría y les ayudaría a entender todo lo que Él le había dicho. El Espíritu Santo es Dios, la tercera Persona de la Trinidad. Como Dios, el Espíritu Santo puede funcionar verdaderamente como Consejero y Consolador, tal como lo prometió Jesús. (Juan 14:16, 26; 15:26).