Séptimo día de oración por la unidad de los cristianos

 

El ministerio de la reconciliación (2 Corintios 5, 18-19)

 

Comentario

La reconciliación entre Dios y la humanidad es la realidad central de nuestra fe cristiana. Pablo estaba convencido de que el amor de Cristo nos apremia a hacer que la reconciliación de Dios se haga presente en todos los ámbitos de nuestra vida. Hoy en día esto nos lleva a examinar nuestras conciencias acerca de nuestras divisiones. Como demuestra la historia de José, Dios siempre otorga la gracia necesaria para sanar las relaciones rotas.

Los grandes reformadores como Martín Lutero, Ulrico Zuinglio y Juan Calvino, como también muchos que permanecieron católicos, como Ignacio de Loyola, Francisco de Sales y Carlos Borromeo, intentaron conseguir que la Iglesia occidental se renovara. Sin embargo, lo que debería haber sido una historia de la gracia de Dios, estuvo también marcada por el pecado de los hombres y se volvió una historia del desgarramiento de la unidad del pueblo de Dios. De la mano del pecado y de las guerras, la hostilidad mutua y la sospecha fueron creciendo a lo largo de los siglos.

El ministerio de la reconciliación incluye la tarea de superar las divisiones dentro del cristianismo. Hoy en día, muchas Iglesias cristianas trabajan juntas con mutuo respeto y confianza. Un ejemplo positivo de reconciliación ecuménica es el diálogo entre la Federación Luterana Mundial y el Congreso Mundial Menonita. Después de que se hicieron públicos los resultados de este diálogo en el documento «La sanación de las memorias: reconciliación por medio de Cristo», las dos entidades organizaron juntas una celebración penitencial en 2010 que fue seguida de otras celebraciones penitenciales por toda Alemania y en muchos otros países.

Preguntas

  • ¿Dónde percibimos la necesidad de un ministerio de la reconciliación en nuestro contexto?
  • ¿Cómo estamos haciendo frente a esta necesidad?

Oración

Dios de toda bondad, 
te damos gracias por habernos reconciliado
 a nosotros y a toda la creación contigo en Cristo. 
Capacítanos a nosotros, a nuestras congregaciones 
y a nuestras Iglesias para el ministerio de la reconciliación. 
Sana nuestros corazones y ayúdanos a propagar tu paz. 
«Donde haya odio, que sembremos amor; donde haya ofensa, perdón; 
donde haya duda, fe; donde haya desesperación, esperanza; 
donde haya tinieblas, luz; donde haya tristeza, gozo». 
Te lo pedimos en el nombre de Jesucristo, 
por el poder del Espíritu Santo. Amén.


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