«Bendicen perros y gatos, no parejas gays»
Paulina y Encarnita se dieron cuenta de que estaban enamoradas en la Semana Santa de 1972 porque les dolió separarse aquellas vacaciones. Era la prueba de una homosexualidad que Paulina inconscientemente se resistía a admitir. Viven juntas desde hace casi 40 años. Se casaron en 2005, en cuanto se legalizó el matrimonio homosexual. Fue una ceremonia civil, en la que quisieron expresar su condición de creyentes leyendo un salmo. Las dos son católicas practicantes. Colaboran activamente en su parroquia y les duele la posición que mantiene la jerarquía de la Iglesia ante la realidad homosexual. «Están dispuestos a bendecir perros, gatos y edificios, pero no una unión homosexual fundada en el amor, en un proyecto de vida en común, en la fidelidad y el respeto», denuncia Paulina.
Hay mucho anticlericalismo en el colectivo gay y me duele»