2013-11-30 Alegres, como (y con) el Evangelio

El tiempo no perdona, perdonamos cada uno de nosotros. El olvido que da el tiempo no es perdón. Para perdonar lo imperdonable, tratamos de comprender. Sin embargo la raíz honda del perdón es el amor sin comprensión. Ostentamos nuestro poder de perdonar, decidiendo y negociando el momento y la forma en que perdonamos. El verdadero perdón es incondicional.
Contemplando el lado más humano de personas a las que por la relación laboral que tengo con ellas, me resulta difícil acercarme. Personas con las que en momentos puntuales he sido crítico. Personas que el tiempo va poniendo en su lugar. Mirando con aprecio su trabajo, poniéndome en su lugar. Viendo la dificultad de estar en su posición, creo que yo no lo hubiera hecho mejor.
Os invitamos a participar en este evento organizado por COGAM, que se enmarca en sus actividades en torno al Día Mundial contra el Sida. El sábado 30 a las 20 h. en la Puerta de Alcalá.
El amor no es sólo un sentimiento, sino una apuesta, un acto consciente de la voluntad, un intento constante sin desfallecer, basado en la confianza. Te amo porque creo en ti. Lo que vale la pena se plenifica desde el amor. Sin amor, uno se queda sin vida. El amor es como un escudo. Todo es soportable desde el amor. Se puede sacar lo mejor de lo peor. Para el que ama, a todo se le puede sacar provecho para bien.
(Dos manzanas, 26 de noviembre de 2013) El pastor metodista Frank Schaefer, que casó a su hijo gay y que ha recibido el apoyo de numerosos compañeros de su iglesia, ha sido condenado por un tribunal eclesiástico. Si no se retracta en 30 días será secularizado y dejará de ser pastor. Schaefer, ante esta situación, no solo se niega a cambiar de postura, sino que se ha reafirmado en que el daño que las iglesias están haciendo a lesbianas, a gays, a transexuales y a bisexuales debe llegar a su fin.
¿Quién es Dios para amarnos así? El que se hizo uno de nosotros. Su amor nos redime y nos libera, el Dios de los pobres. Como jugando a quién libera a quién, vivimos así para poder rescatar y ser rescatados. Sólo el amor rompe las cadenas. Somos libres en la medida en que conocemos el amor. Esa es la medida en la que me experimento feliz. ¿Cómo experimentar su amor? Su amor nos precede, sale siempre a nuestro encuentro.
Estando Ignacio de Loyola recuperándose de su herida del asedio en Pamplona y queriendo leer libros de caballerías para pasar el rato, sólo le pudieron dar vidas de santos. Viéndose él pensando en grandes hazañas como caballero o compitiendo en proezas con los santos, encontraba gran gusto y consolación. Sin embargo, pasado un tiempo las proezas de caballero que había imaginado le dejaban vacío y baldío, mientras que las de los santos permanecían, dejándole gran sensación de alegría.