La Epifanía del Serñor: En esta celebración, el signo que destaca es sin duda la actitud de los Magos, su respuesta a una llamada que les hizo abandonar su casa y su tierra en Oriente para buscar al rey de Israel. La pregunta que plantean y el lugar que visitan para encontrar al niño también merecen nuestra atención. El lado positivo es su deseo de encontrar y adorar a aquel cuya importancia les parece tan grande que no dudan en seguir una pista tan incierta como una estrella en el cielo, y viajar de noche (de nuevo la oscuridad) enfrentándose al peligro y la zozobra de lo desconocido. La dimensión negativa (como siempre, la paradoja) es el lugar donde buscan al niño. Su búsqueda sigue las reglas más estrictas de la lógica: ¿en qué otro sitio se ha de encontrar a un rey recién nacido sino en palacio? Y de nuevo (sí, la paradoja), tienen que abandonar la corte y la capital del reino y encaminarse a una aldea diminuta, a una casa humilde (Mateo no menciona ni el establo ni el pesebre), donde al cabo encuentran y adoran al rey recién nacido. Y ellos, varones “sabios”, observadores de signos en los cielos, encuentran la Verdad, la Sabiduría misma, la Palabra de Dios, encarnada en un niño, ¡un “infante”, incapaz de hablar!