2018-03-11 «Tanto amó Dios al mundo que entregó a su Hijo único para que no perezca ninguno de los que creen en él, sino que tengan vida eterna.»
El hombre en muchas ocasiones vive la experiencia del exilio, es decir de alejarse voluntariamente de Dios. Cuando el hombre vive apartado de Dios experimenta la tiniebla, la ausencia del amor, la frialdad y el desamparo. En estas circunstancias el hombre siente nostalgia del amor de Dios y descubre la necesidad de volver a encontrar la luz que le guíe al Señor.Y, cuál es la luz que ilumina al hombre el camino de regreso a Dios? Qué llama calienta el corazón del hombre para sentir el amor misericordioso y el perdón de Dios? La luz es mirar y contemplar a Jesús Crucificado. Con estas palabras hoy el evangelio nos lo dice:”Lo mismo que Moisés elevó la serpiente en el desierto, así tiene que ser elevado el Hijo del hombre, para que todo el que cree en él tenga vida eterna”.
La Cruz es el signo máximo del exilio del amor de los hombres hacia Dios, el lugar donde el odio y la oscuridad se han aliado para matar al Inocente, al Hijo de Dios; el sitio donde se ha querido alejar y expulsar a Dios. Y a la vez la cruz es el sitio donde el amor de Dios se manifiesta en toda su plenitud perdonando de corazón a sus enemigos y ofreciendo la vida eterna a toda la humanidad. En la cruz el perdón y el amor gratuito de Dios es la Luz que nos hace volver hacia Él.
En el evangelio Jesús critica el abuso en la utilización del templo con fines mercantilistas. Hay una crítica de la fe por parte de Jesús cuando se establece una relación comercial con Dios. Esto sucede cuando se pone una vela, se hace un sacrificio, se visita un lugar santo, se hace una pequeña ofrenda, con la condición de que Dios me otorgue el favor , me quite la dificultad, me sane de la enfermedad y me libere de las cruces de la vida. Si me lo concede soy feliz, pero si el Señor no me da lo que le pido, me enfado con él, dejo de rezar e incluso puedo plantearme dejar de creer en El.
Este domingo el evangelio nos narra la experiencia de la transfiguración de Jesús delante de sus discípulos más íntimos. Van camino de Jerusalén donde tendrá lugar la pasión y muerte de Jesús y su Resurrección de los muertos. Y Jesús quiere fortalecer la fe de sus discípulos para afrontar la experiencia dura de la persecución y muerte que con mucha probabilidad le pasara a Él y al círculo más cercanos de discípulos.
El evangelio del primer domingo d
El evangelio nos describe una jornada de la vida pública de Jesús en tres escenas:
El evangelio nos describe la primera actividad de Jesús en Galilea que es la curación de un leproso. La lepra era considerada como uno de los peores males que uno podía sufrir. El leproso era como un muerto viviente, tenía que vivir apartado de la ciudad y era considerado impuro, por lo que nadie podía encontrarse con él; el que se encontraba y tocaba a un leproso se convertía en una persona impura. La curación de un leproso era comparada con la resurrección de un muerto. Además de la lepra ritual, es decir, aquella que hacía que el leproso fuera tenido por impuro, estaba la lepra moral, que consistía en que se creía que el leproso había cometido un pecado grave y por eso Dios le había castigado con esta enfermedad. El leproso era un pecador público y estaba estigmatizado.
Con este evangelio Jesús comienza su ministerio público acompañado de sus discípulos. Este evangelio es el inicio de la descripción de una jornada de Jesús de Nazaret. Este evangelio se divide en tres partes:
Con el evangelio de hoy comienza la misión de Jesús en Galilea, que ocupa toda la primera parte del Evangelio según San Marcos. El evangelista empieza narrando que Juan Bautista ha sido encarcelado, para que no se olvide que también Jesús será encarcelado, sufrirá calamidades y tormentos, y será ajusticiado por la salvación de todos los hombres.
El Evangelio de San Mateo es conocido como el evangelio de la iglesia porque recoge los problemas las necesidades y la vida de la comunidad cristiana. También es el Evangelio que nos indica cómo ser discípulos. El discípulo es el que tiene modelo a Jesucristo: su enseñanza, su estilo de vida y su camino hacia la cruz. Los fariseos representan el antimodelo de ser discípulo: vivir de la apariencia, buscar la admiración y los primeros puestos o pretender que nadie me quite mi sitio, mi silla o mi puesto.