2018-04-03 «Dios habita en ti y te hace ser lugar de encuentro de Dios para otras personas»

En el evangelio Jesús critica el abuso en la utilización del templo con fines mercantilistas. Hay una crítica de la fe por parte de Jesús cuando se establece una relación comercial con Dios. Esto sucede cuando se pone una vela, se hace un sacrificio, se visita un lugar santo, se hace una pequeña ofrenda, con la condición de que Dios me otorgue el favor , me quite la dificultad, me sane de la enfermedad y me libere de las cruces de la vida. Si me lo concede soy feliz, pero si el Señor no me da lo que le pido, me enfado con él, dejo de rezar e incluso puedo plantearme dejar de creer en El.
En el texto de San Juan también se diferencia templo de santuario. Templo es el edificio material y el santuario es símbolo del acontecimiento de la muerte de Jesús y de su resurrección. El cuerpo de Jesús, primero muerto y luego resucitado de entre los muertos es el verdadero templo, la casa de oración para todos los pueblos.

San Pablo nos recuerda también que somos templo de Dios y que le Espíritu Santo habita en nosotros. Cada persona es un templo del Espíritu Santo. Como hombre o mujer lgtbi, eres consciente que eres templo del Espíritu Santo, que Dios habita en ti y que te hace ser lugar de encuentro  de Dios para otras personas? Es un gran regalo de Dios, por el que hay que darle gracias. Y a la vez es una gran responsabilidad: Dios quiere que a través de nuestro templo, que es toda nuestra persona, los demás se encuentren y oren con El.
Cómo está tu persona como templo espiritual? Hago de mi templo un lugar de mercadeo con Dios? Cómo puedo crecer para que todo mi ser incluido mi cuerpo sea templo del Espíritu Santo?Es mi templo personal un lugar dedicado a la oración, alabanza de Dios, lugar de acogida y de caridad con el prójimo?
Ven, Espíritu Santo y haz de todo mi ser, también de mi corporalidad, un templo dedicado a Dios y santuario de  amor hacia los demás!
(Padre Ramóm Llorente Garcia)
 

Lectura del santo evangelio según san Juan 2,13-25

Se acercaba la Pascua de los judíos, y Jesús subió a Jerusalén. Y encontró en el templo a los vendedores de bueyes, ovejas y palomas, y a los cambistas sentados; y, haciendo un azote de cordeles, los echó a todos del templo, ovejas y bueyes; y a los cambistas les esparció las monedas y les volcó las mesas; y a los que vendían palomas les dijo: «Quitad esto de aquí; no convirtáis en un mercado la casa de mi Padre.» Sus discípulos se acordaron de lo que está escrito: «El celo de tu casa me devora.» Entonces intervinieron los judíos y le preguntaron: «¿Qué signos nos muestras para obrar así?» Jesús contestó: «Destruid este templo, y en tres días lo levantaré.» Los judíos replicaron: «Cuarenta y seis años ha costado construir este templo, ¿y tú lo vas a levantar en tres días?» Pero hablaba del templo de su cuerpo. Y, cuando resucitó de entre los muertos, los discípulos se acordaron de que lo había dicho, y dieron fe a la Escritura y a la palabra que había dicho Jesús.
Mientras estaba en Jerusalén por las fiestas de Pascua, muchos creyeron en su nombre, viendo los signos que hacía; pero Jesús no se confiaba con ellos, porque los conocía a todos y no necesitaba el testimonio de nadie sobre un hombre, porque él sabía lo que hay dentro de cada hombre.

Palabra del Señor 


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