Hijos míos, ya no estaré mucho tiempo con vosotros

Yo soy valioso a los ojos del Señor y mi Dios ha sido mi fortaleza. El dice: «Es demasiado poco que seas mi Servidor para restaurar a las tribus de Jacob y hacer volver a los sobrevivientes de Israel; yo te destino a ser la luz de las naciones, para que llegue mi salvación hasta los confines de la tierra» (Isaías 49, 1-6).

Hijos míos, ya no estaré mucho tiempo con vosotros. Me buscaréis, pero yo os digo ahora lo mismo que dije a los judíos: ‘A donde yo voy, no podéis venir’. Simón Pedro le dijo: «Señor, ¿adónde vas?». Jesús le respondió: «A donde yo voy, tú no puedes seguirme ahora, pero más adelante me seguirás». Pedro le preguntó: «¿Por qué no puedo seguirte ahora? Yo daré mi vida por ti». Jesús le respondió: «¿Darás tu vida por mí? Te aseguro que no cantará el gallo antes que me hayas negado tres veces» (Juan 13, 36-38).

Más allá de la buena voluntad, somos muy limitados

Con el corazón un tanto encogido, me siento con la imaginación delante del icono de la Trinidad de Rublev. Uno mis manos a las del Padre y el Espíritu y contemplo al Hijo frente a mí. Ayer constaté el enfado de un amigo que no se sintió atendido por mí en un momento en que lo necesitaba. Yo no puedo llegar a todo el mundo en todo momento. Mis capacidades más allá de la buena voluntad son muy limitadas. El paso del tiempo lo arreglará, me dijo cuando le llamé. Lo cierto es que no creo en que dejar pasar el tiempo sea la mejor manera de sanar heridas. Paradógicamente, también me dio las gracias por haber llamado. Como dice una amiga mía, quien se acerca a los demás y cuida de ellos, es precisamente quien tiene estos problemas.

Sobre la Práctica de la Misericordia

Aceptar y entender la misericordia hace nacer el compromiso en cada uno de nosotros. La dimensión ética de la misericordia proviene del hecho de que una religión sin obras o sin compromiso es falsa tal y como decían los profetas del Antiguo Testamento. Creer es comprometerse sin olvidar otras formas de encuentro con Dios (hay quien decía exageradamente que hasta que no se consiga justicia en Vallecas, no se debería celebrar misa).

Dios todomisericordioso

El rostro de la misericordia es Jesús de Nazaret, Rico en Misericordia. El nombre de Dios es misericordia, La Hora de la Caridad. Creer, tener horizontes de sentido, celebrar y practicar la misericordia. Dios se descubre como misericordia en la historia. Se hace presente y opera metido en la historia desde una alianza, se muestra a través de la oración individual, la confirmación profética de que Dios siempre deja una puerta abierta; la contra imagen de quien piensa que no se puede perdonar tanto.

Las prácticas de Jesús sanando y comiendo con todo tipo de personas junto a sus palabras y parábolas le llevan a recordar lo que dijeron los profetas: «Misericordia quiero y no sacrificios». Un Dios todopoderoso que se convierte en Dios todomisericordioso.

Chaplin

Te criticarán siempre, hablarán mal de ti y será difícil que encuentres a alguien al que Tú puedas gustar tal como eres.

Por tanto vive, haz aquello que te dice el Corazón, la Vida es como una obra de Teatro que no tiene ensayos: canta, baila, ríe, vive intensamente cada día de tu Vida antes de que la Obra termine sin aplausos (Chaplin).

Mudos que hablarán

Jesús estaba expulsando a un demonio a una persona que era muda. Apenas salió el demonio, el mudo empezó a hablar. La muchedumbre quedó admirada,
pero algunos de ellos decían: «Este expulsa a los demonios por el poder de Belzebul, el Príncipe de los demonios» (Lucas 11,14-23).

Señor, concédeme no quedarme mudo ante algunas preguntas que me hago y a las que otros me invitan a responder y para las que no sé qué decir. Concede a este pequeño siervo tuyo la elocuencia de responder con alegría y el buen humor para escuchar palabras, quizá desconocidas, sacadas por ti del interior del corazón.

Saltos cualitativos

La iglesia no crece por proselitismo, sino por atracción y contagio. El amor y el enamoramiento nos llena de alegría, son contagiosos y atrayentes, nos hace dar saltos cualitativos por encima de lo que atisbamos de lo que nosotros mismos somos capaces.

Tomando impulso

A veces nos quedamos en las cunetas, apartados del camino como el ciego Bartimeo (ciego de Jericó). Aunque ciego, es el que mejor entiende. Sus discípulos no se enteran. Para poder seguir a Jesús y salir de la cuneta es necesario dar un salto, tomar impulso, hacer una opción decidida.

Asumiendo las infidelidades de mi comunidad

Ahora asumo la autoridad espiritual que no es mía, pero que tú me diste, sobre mi comunidad. Asumiendo esta autoridad espiritual, digo:
Perdón Señor, por los pecados de la comunidad que me diste. Los asumo sobre mí, como tú asumiste sobre ti los de tu pueblo y los de la familia, que el Padre te dio. Tú fuiste hasta la cruz y derramaste Tu Sangre por esta familia. Señor, te pido perdón por todos los pecados de pensamientos, de juicios, de palabras, de sentimientos, de emociones que –por mi culpa o sin ella– mi comunidad cometió.
Te pido también perdón por todas las omisiones de mi comunidad. Por todo aquello que mis hermanas y hermanos queridos, hicieron ofendiendo tu Corazón, disgustando e hiriendo a los demás.

Hoy rompemos con el pecado, ya no queremos seguir este camino. Yo y mi comunidad, ya no queremos ser una “hija apóstata”. Ya no queremos quedarnos vagando por caminos errados, por los caminos de la tentación, resbalando en el pecado y dando apertura a él.

2016-02-25 Aprendiendo a acompañar y dejarse acompañar por otros

Aprendiendo a acompañar y a dejarse acompañar por otros. Siéntate con tu imaginación frente al icono de la Trinidad, déjate mirar por el Padre a tu izquierda, siente la cercanía de Jesús frente a ti y la presencia del Espíritu Santo a tu derecha. Siéntate a la mesa con ellos. Ellos te envían y acompañan para que te pongas a caminar al lado de alguien que lo necesite. No quieras cambiar su camino para que vaya a donde tú quieras, sino guíale para que encuentre el suyo propio. Siente también la presencia de la Virgen María. Ella te acompaña como hizo con los discípulos en Pentecostés.

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