Que se postren ante Él todos los reyes

Que se postren ante Él todos los reyes, y que todos los pueblos le sirvan. Porque Él librará al pobre que clamaba, al afligido que no tenía protector; El se apiadará del pobre y del indigente, y salvará la vida de los pobres. (Salmo 71).

Tu, Jesús, modelo consumado del hombre verdadero

Tu, Jesús, modelo consumado del hombre verdadero,
muéstranos que el amor es el camino.
Ven, Jesús, ten paciencia con nosotros,
mira con ternura a este mundo desgarrado y envuélvelo en tu misericordia.
Ven, Jesús, amigo del ser humano.
Crezcan en nuestro campo tus fermentos
y llegue tu amor a todos nuestros rincones.
¡Venza tu calor nuestros inviernos!

Te pusiste a recorrer aldeas y pueblos

Te hiciste niño y ternura, Enmanuel.
Dejaste la gloria y te manchaste en el barro.
Olvidaste los caminos estrellados,
y te pusiste a recorrer aldeas y pueblos.
Crecías y reías, crecías y llorabas y temías.
Sabiduría infinita, tuviste que aprender, y dudar, y no saber.

Naciste, niño- Dios, en un planeta dramático.
El hombre mata para sobrevivir y para prevalecer.
Y Tú viniste a esta tierra,
que también se abre a la belleza y al progreso.
Venías con un mensaje de esperanza: que otro mundo es posible,
que es preferible el entendimiento a la guerra,
compartir a acaparar, el perdón a la venganza,
el respeto al abuso, la bondad a la crueldad.

¡Mirad cómo nos amó el Padre!

¡Mirad cómo nos amó el Padre! El amor que nos regaló hasta el punto de llamarnos hijos de Dios y realmente lo somos. El mundo no nos reconoce, porque no lo ha reconocido a él. Queridos míos, desde ahora somos hijos de Dios, y lo que seremos no se ha manifestado todavía. Sabemos que cuando se manifieste, seremos semejantes a él, porque lo veremos tal cual es. El que tiene esta esperanza en él, se hace santo así como él mismo es santo.

El Señor nos ha dado una lengua de iniciado

El Señor nos ha dado una lengua de iniciado para saber decir al abatido una palabra de aliento. Lo que Tú quieras, como Tú quieras, cuando Tú quieras, si acaso quieres. Porque Tú eres mi queridísimo Señor y en Ti confío.

Que el Señor te bendiga y te proteja

Que el Señor te bendiga y te proteja. Que el Señor haga brillar su rostro sobre ti y te muestre su gracia. Que el Señor te descubra su rostro y te conceda la paz. Que otros invoquen mi Nombre sobre ti, y yo te bendeciré.

Y la prueba de que eres hijo, es que Dios infundió en tu corazón el Espíritu de su Hijo, que clama a Dios llamándolo» ¡Abba!, es decir, ¡Papá! Así, ya no eres más esclavo, sino hijo, y por lo tanto, heredero por la gracia de Dios.

¡¡¡¡Feliz Año Nuevo!!!!

Al principio existía la Palabra, y la Palabra estaba junto a Dios y la Palabra era Dios. Ella hizo todas las cosas. En ella estaba la vida, y la vida era la luz verdadera de hombres y mujeres. Ella estaba en el mundo, pero el mundo no la conoció. Vino a los suyos y los suyos no la recibieron. Pero a todos los que la recibieron les dio el poder de llegar a ser HIJOS DE DIOS porque fueron engendrados por Dios. Y la Palabra se hizo carne y habitó entre nosotros. Y nosotros hemos visto su gloria, la gloria que recibe del Padre, lleno de gracia y de verdad. Y la gracia y verdad nos han llegado por esa Palabra hecha carne: Jesucristo. Que el 2013 se llene de la Palabra, la vida y la luz verdadera. Recibámosla con gran alegría para para que acampe en nosotros y veamos su gloria. Y así sabernos y sentirnos HIJOS DE DIOS. ¡¡¡FELIZ AÑO NUEVO!!!

Gracias, Señor, porque nos muestras Tu rostro

Queridos míos, desde ahora somos hijos de Dios, y lo que seremos no se ha manifestado todavía. Sabemos que cuando se manifieste, seremos semejantes a él, porque lo veremos tal cual es.

Gracias, Señor, porque nos muestras Tu rostro. Porque eres Tú, el mismo Dios, el que nos dice y nos hace entender quién eres. Gracias, Señor, porque sabemos quien eres, no sólo porque otros nos hablaron de ti, sino porque eres Tú mismo el que nos dice quien eres.

Conducido por el Espíritu, fue Simeón al Templo

Conducido por el Espíritu, fue Simeón al Templo, y cuando los padres de Jesús llevaron al niño para cumplir con él las prescripciones de la Ley, Simeón lo tomó en sus brazos y alabó a Dios, diciendo:

«Ahora, Señor, puedes dejar que tu servidor muera en paz, como lo has prometido, porque mis ojos han visto la salvación que preparaste delante de todos los pueblos: luz para iluminar a las naciones paganas y gloria de tu pueblo Israel».

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