Un ser vivo que responde a su entorno

Ignacio de Loyola nunca quiso «cerrar» el texto de las Constituciones. No era sólo un gesto de humildad; lo inspiraba también su visión dinámica de la obra y estaba en profundo acuerdo con la flexibilidad recomendada en sus constituciones: sólo los principios fundamentales son taxativos; las disposiciones de orden práctico se adaptan a las condiciones de personas, lugares y tiempos. Las Constituciones son como un ser vivo que, manteniendo su identidad, responde a los estímulos de su entorno.


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