Lectio Divina 2014-08-10: Dadles «vosotros» de comer

LECTURA DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN MATEO 14, 13- 21
 
En aquel tiempo, al enterarse Jesús de la muerte de Juan el Bautista, se marchó de allí en barca, a un sitio tranquilo y apartado. Al saberlo la gente, lo siguió por tierra desde los pueblos. Al desembarcar vio Jesús el gentío, le dio lástima y curó a los enfermos. Como se hizo tarde se acercaron los discípulos a decirle:
 
— Estamos en despoblado y es muy tarde, despide a la multitud para que vayan a las aldeas y se compren de comer.
 
Jesús les replicó:
 
— No hace falta que vayan, dadles vosotros de comer.
 
 
 
Ellos le replicaron:
 
— Si aquí no tenemos más que cinco panes y dos peces.
 
Les dijo:
 
— Traédmelos.
 
Mandó a la gente que se recostara en la hierba y tomando los cinco panes y los dos peces alzó la mirada al cielo, pronunció la bendición, partió los panes y se los dio a los discípulos; los discípulos se los dieron a la gente. Comieron todos hasta quedar satisfechos y recogieron doce cestos llenos de sobras. Comieron unos cinco mil hombres, son contar mujeres y niños.
 
Palabra del Señor
 
 
 
[or] Otras lecturas: 1 Reyes 19:9, 11-13; Salmo 85:9, 10, 11-12, 13-14; Romanos 9:1-5
 
[h1] Lectio:
Después de alimentar a la multitud, Jesús los despide, manda a los discípulos que se embarque y se dirijan a la otra orilla… y él reanuda lo que intentaba hacer al comienzo del capítulo 14: retirarse al monte para orar al Padre a solas. Hasta este momento, el relato es fluido, sin incidentes… hasta que se desencadena la tormenta y la barca tiene que hacer frente a las olas que la zarandean. No es la primera vez que los discípulos se ven atrapados en una situación semejante. De hecho, en los Evangelios hallamos varios acontecimientos parecidos: Mateo 8:23-27; 14-22-33; Marcos 4:35-41; 6:45-52; Lucas 8:22-5; y Juan 6:16-21.
Si tienes paciencia y algo de tiempo libre, puedes comparar y ver las coincidencias y divergencias entre esos textos. En ellos puedes hallar ciertos elementos combinados de manera distinta: a veces, Jesús s e queda rezando y los discípulos están solos en la barca; o está con ellos, pero profundamente dormido; puede caminar sobre las aguas, y entonces los discípulos creen que es un fantasma; cuando se sienten en peligro, se quejan por su falta de interés o le ruegan que los salve; Jesús se identifica, “Soy yo”, y les dice que no teman; les reprocha que carecen de fe o que es muy pequeña; puede calmar la tormenta y entonces sienten asombro o le adoran; en una ocasión, Pedro le proclama “Hijo de Dios”… Como habrás visto, es notable el número de elementos y la manera de combinarlos.  
Sin poner en duda la historicidad de los acontecimientos narrados por el evangelista, es obvio que estas apariciones tienen un fuerte contenido simbólico. Desde muy pronto, se interpretó la barca con los discípulos a bordo como una imagen de la Iglesia, sometida a las tormentas de la persecución, cuando ser cristiano era un asunto arriesgado y podía implicar verse arrestado, juzgado y torturado, o incluso ejecutado. Teniendo en cuenta, no sólo el texto de Mateo que hoy leemos, sino también todos los elementos comunes antes mencionados, podemos sacar unas pocas consecuencias, sencillas pero sumamente importantes. Por muy dramática que sea la situación, independientemente de las circunstancias, hay algo firme y claro: Jesús es el Señor que da órdenes y domina incluso a la naturaleza; dormido en la barca o ca minando sobre las aguas, está  misteriosamente cerca de su pequeña comunidad. Se preocupa, claro está, de su ansiedad y sus zozobras, y por eso se identifica con las palabras que utilizaría el mismísimo Dios, “Yo soy”, les dice que cobren ánimo y disipa sus temores. Y, al cabo, los salva.  
En este contexto, Pedro desempeña un papel muy peculiar. Sólo Mateo cuenta el episodio de su petición de acercarse a Jesús caminando sobre las aguas y su hundimiento tan pronto percibe la fuerza del viento que hace que se tambalee su fe confiada. Tal vez su fallo es más radical de lo que parece. “Si eres tú”, nos recuerda la propuesta de Satanás en las tentaciones (Mateo 4:3 y 6), la pregunta malévola del sumo sacerdote (23:63), o las burlas de la gente (27:40), y tal vez refleja la contradicción interna, la poca fe, de Simón. Da la impresión de que el evangelista quiere contrastar todo el tiempo el papel relevante de Pedro con la propia debilidad que él comparte con cualquier otro creyente.  
 
 [h2] Meditatio:
Aunque en la liturgia de hoy sólo leemos Mateo 14:22-33, los otros textos paralelos que mencioné pueden resultarnos sumamente útiles y plantearnos un buen número de preguntas que sacudan muchas de nuestras actitudes religiosas que damos por sentado que son fieles a la doctrina del evangelio. Aunque la imagen de la barca nos es más que eso, una imagen de la Iglesia, todavía puede servirnos para describir la situación de nuestra Iglesia actual, e incluso de nosotros mismos. ¿En qué medida el pesimismo, los temores, la falta de confianza en el futuro pueden ser los rasgos que mejor describan nuestra actitud respecto a la Iglesia (y a nosotros mismos) en estos tiempos de aguas turbulentas? ¿Hasta dónde seremos capaces de navegar confiando en Jesús más que en nuestras fuerzas y recursos materiales y espirituales? Pedro no tenía necesidad alguna de dejar a sus condiscípulos en la barca para desempeñar un papel llamativo. ¿Co qué frecuencia preferimos separarnos de nuestra comunidad en vez de compartir con ella la misma suerte?
 
[h3] Oratio:
Reza por quienes pensamos que podemos seguir a Jesús “caminando sobre las aguas”, pero somos incapaces de poner en él toda nuestra confianza y nos “hundimos” en la empresa: para que el ejemplo de Pedro nos proporcione una dosis de humildad en nuestra respuesta a la llamada de Dios.
Reza por quienes sienten miedo ante las duras circunstancias que rodean sus vidas y necesitan signos para creer: que la presencia misteriosa de Jesús se les haga manifiesta y disipe sus dudas y temores.
Reza por los no creyentes, que necesitan respuestas a su angustia y su dolor: para que nuestro espíritu cristiano de solidaridad y cercanía pueda ser un signo que les abra los ojos y les descubra al Cristo Salvador.
 
[h4] Contemplatio:
“No, él nunca duerme; nunca duerme el que cuida de Israel…” Parece como si Mateo tuviera presente este verso del Salmo 121 cunado describió la travesía del lago, la tormenta sobrecogedora que llenó de terror a los discípulos, y el mandato de Jesús para calmar las aguas. Recita este pasaje y busca un verso (tal vez el que he citado) que te sirva como jaculatoria durante la semana y acreciente tus sentimientos de confianza en Jesús, que nunca abandona a quienes confían en él.
 
Reflexiones escritas por el Rvdo. D. Mariano Perrón, Sacerdote católico, Arquidiócesis de Madrid, España
 

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