Con gran sensación de alegría
Estando Ignacio de Loyola recuperándose de su herida del asedio en Pamplona y queriendo leer libros de caballerías para pasar el rato, sólo le pudieron dar vidas de santos. Viéndose él pensando en grandes hazañas como caballero o compitiendo en proezas con los santos, encontraba gran gusto y consolación. Sin embargo, pasado un tiempo las proezas de caballero que había imaginado le dejaban vacío y baldío, mientras que las de los santos permanecían, dejándole gran sensación de alegría.
Tras una vida de adicción al trabajo como empresario y de alejamiento de la iglesia, Tino encuentra en la madurez de su vida, una fuente de paz y consuelo. Evitando juicios y valoraciones, contemplemos el simple hecho de un conjunto de viajes de ayuda humanitaria hechos por su cuenta y riesgo por distintos países
ANDREW POTTS, 12/08/2013