Búsqueda avanzada
  • Tipo de contenido

  • Categorías

  • Autor

  • Limpiar filtros

III. Evolución de la vida de oración

DE LA INTELIGENCIA AL CORAZÓN
Evidentemente, la vida de oración no es una realidad estática, sino que sigue un
desarrollo, unas etapas, un progreso no siempre lineal, por supuesto, con ocasionales retrocesos ¡al menos aparentes!
Los autores espirituales que tratan de la oración suelen distinguir diversas fases en
su desarrollo, diferentes «estados de oración», desde los más habituales a los más
elevados, que jalonan el itinerario del alma en su unión con Dios.

Dios habita en nuestro corazón

Desearíamos ahora enunciar un cuarto principio teológico de gran importancia
también como guía en la vida de oración; a través de esta pretendemos ponemos en la presencia de Dios.

You’re a part of me

Hoy llego nuevamente a mí esta canción y me encontré terminando una ponencia diciendo «toda guerra debe acabar».

Salí de allí y me encontré echado en un sofá diciendo lo mismo.

Toda batalla debe concluir algún día, porque no tenemos muchos días en esta vida.

Ya veo el primer pájaro después de una guerra.

Ese pájaro despliega sus alas en una oración y, surcando el mar del amor, hace nido en mi Dios: Hágase en mí según tu palabra.

Dios se nos da a través de la humanidad de Jesucristo

Después de la primacía de la actuación divina y de la primacía del amor, veamos
ahora un tercer principio fundamental que sostiene la vida contemplativa del cristiano: encontramos a Dios en la humanidad de Jesucristo.
Hacemos oración para entrar en contacto con Dios, pero a Dios nadie lo conoce.
¿Cuál es el modo, el medio que se nos ha dado para encontrar a Dios? Hay un único
mediador, el Cristo Jesús, verdadero Dios y verdadero hombre.

Primacía del amor

Veamos ahora un segundo principio tan fundamental como el primero: la primacía
del amor sobre todo lo demás. Santa Teresa de Jesús dice: «En la oración, lo que cuenta no es pensar mucho, sino amar mucho».
Eso también es liberador. A veces no podemos pensar, no podemos meditar, no
podemos sentir pero, no obstante, siempre podemos amar.

Primacía de la acción divina

El primer principio es sencillo pero muy importante: En la oración lo que cuenta
no es lo que nosotros hacemos, sino lo que Dios hace en nosotros durante ese tiempo.
Conocer ese principio nos libera, pues a veces somos incapaces de hacer ni decir
nada durante la oración. Eso no tiene nada de trágico, pues si no somos capaces de
obrar, Dios puede hacer —y hace— siempre algo en lo más profundo de nuestro corazón, incluso si no nos damos cuenta.

Cuando no se plantea la cuestión

Nos estamos preguntando cómo debemos emplear el tiempo de la oración. Antes
de seguir tratando esta cuestión, es preciso advertir que a veces no se plantea. Y esto es lo que habrá que considerar en primer lugar. la cuestión no se plantea cuando la oración fluye de la fuente, por decirlo de algún modo: cuando existe una comunicación amorosa con Dios sin necesidad de saber cómo ocupar el tiempo.

Leonard Cohen

 Hoy he despertado con la noticia de la muerte de este hombre y no puedo dejar de rendirle homenaje. Un homenaje merecido a un artista que, a través de su arte, me ha ayudado a permanecer en Dios.

Hace un par de años conocí esta canción (el desgarro del profeta David, el amigo de Dios) y la he utilizado incontables veces para meditar, reflexionar y llorar.  

¡Descansa en paz y canta para todo el cielo!

«Dios está vivo. La magia está en marcha»
Leonard Cohen
Poeta, novelista y cantautor canadiense

II. CÓMO EMPLEAR EL TIEMPO DE LA ORACIÓN

INTRODUCCIÓN
Abordamos ahora la principal pregunta a la que hemos de intentar responder. He
decidido dedicar media hora o una hora diaria a la oración; ¿qué debo hacer? ¿Cuál es elmejor modo de emplear ese tiempo de oración?
No es fácil responder por varias razones.
En primer lugar, porque las almas son muy distintas. Hay más diferencias entre las
almas que entre los rostros. La relación de cada alma con Dios es única y, por lo tanto, también su oración.

Entregarse enteramente a Dios

Para continuar tratando sobre las actitudes básicas que permiten la perseverancia
y el avance en la vida de oración, ha llegado el momento de decir algunas palabras sobre el estrecho lazo, en ambos sentidos, que existe entre la vida de oración y el resto de la vida cristiana. Esto significa que, con frecuencia, lo que es fundamental para el progreso y la profundidad de nuestra oración, no es lo que hacemos en esos momentos, sino lo que hacemos fuera de ellos.