Pastoral familiar en el marco de la diversidad sexual e identidad de género

Esta sesión de formación fue una colaboración de CRISMHOM con el máster de Pastoral de la Familia de la Universidad Pontificia Comillas que tiene lugar el 26 de mayo de 2018 en la Unidad de Intervención Psicosocial (UNIPSI) en la calle Mateo Inurria 37. En esta sesión, se abordó la problemática de cómo aproximarse a la realidad LGTBI desde la pastoral familiar. El hilo conductor de la formación es a través de testimonios que abordan la realidad y vivencias concretas de una mujer lesbiana (Begoña), un chico de veintiún años (David), un sacerdote diocesano que aborda esta realidad (Cristóbal), una madre de un hijo homosexual (Margarita) y un hombre homosexual (Luisma). Los testominios de Luisma y Critóbal recogen también elementos y conclusiones de carácter general más allá de sus propios testimonios personales. A continuación se presentan los enlaces a los registros de AUDIO de estos testimonios.

Testimonio de Luisma: es el testimonio de un hombre homosexual que ha vivido  en una pequeña población (Pinto) y desde pequeño le conocía todo el mundo. Ha estudiado teología y hace una interpretación personal y también fundamentada en aspectos teológicos. Este testimonio está disponible en formato de texto al final de esta página.

Testimonio de Margarita: madre de un hijo homosexual, comparte la experiencia del proceso de su hijo visto como madre y las implicaciones y fases que vivió. Este testimonio está disponible en formato de texto al final de esta página.

Testimonio de David: conmovedor testimonio de un chico trans de 21 años que narra su proceso unido al de un vocación religiosa en el seno de la iglesia católica.

Testimonio de Begoña: testimonio de una mujer lesbiana que representa una generación anterior a la que vivimos en este momento.

Testimonio de Cristóbal: testimonio de un sacerdote diocesano que toma iniciativas para normalizar esta realidad en el seno de la Iglesia Católica y en el contexto de su parroquia y el acompañamiento espiritual de personas y familias.

Junto a los registros de audio, se adjunta material adicional:

Bibliografía y filmografía para aproximarse a la diversidad LGTBI: este documento contiene un conjunto de enlaces y referencias de gran utilidad para quien quiera aproximarse a esta realidad.

Testimonio de Luisma: este enlace contiene un .pdf con el testiomonio de Luisma (que se muestra en la página a continuación.

Proyecto de evangelización de CRISMHOM: este documento contiene una presentación de CRISMHOM junto a su proyecto de evangelización.

Revista «Entre todos» de CVXe (Comunidades de Vida Cristiana de España): esta revista incluye aportaciones (entre otras) de Luis Maríano González, Fernanco Vidal, Marisol Ortiz, Alfonso Salgado, Edith Gálvez, Edith Ulloa, Fátima Carazo o Tucho Fraga.

A continuación se muestran los testimonios de Luisma y Margarita en formato de un documento de texto para su lectura.

26/05/2018    (Luisma)

APORTACIONES MÁSTER DE PASTORAL DE LA FAMILIA

Buscar y hallar a Dios en todas la cosas.

Para comenzar, sería interesante realizar un análisis del estado de la situación comunitaria con respecto a las minorías, a todas (étnicas, religiosas, afectivas y sexuales, políticas,..) y tomar el pulso a la misma, intentando conocer los puntos fuertes y débiles, para poder establecer un plan de acción pastoral, que sea competente y capaz de articular espacios de escucha empática, de acogida, discernimiento y acompañamiento, y ofrecer respuestas ante las posibles necesidades detectadas, y promover una acción pastoral destinada a acompañar a los alejados y a los invisibilizados.

Dios también nos habla por medio de las minorías, “habría que ser sensibles a la irrupción del reino de Dios que suscita transformaciones a través de la mediación de las minorías” (Stefanie Knauss, teóloga)

  • ¿Por qué en nuestras comunidades y parroquias no se dan a conocer a las minorías afectivas y sexuales? ¿Cuánta invisibilidad o visibilidad tienen? ¿No será que el principio de presunción de heterosexualidad, pasa como un rodillo ante cualquier atisbo de manifestación diferente? ¿Por qué? ¿Cómo puedo cambiar esta inercia habitualmente asumida por la mayoría que se mueve en la matriz binaria y heteronormativa?
  • ¿Mi modo de mirar, de escuchar y de actuar son favorecedores para que una persona lgtbi se muestre sin miedo alguno?o por el contrario ¿provoco que se siga permaneciendo en la invisibilidad, en “el armario”, y fomentando que se siga pasando  (passing) como si se fuese heterosexual para evitar ser estigmatizado, señalado y apartado, y que  ése “hacerse pasar”, sea vivido como una estrategia exitosa para evitar tanto sufrimiento?
  • ¿Qué espacios se promueven para poder hacer visibles a las minorías y todo lo positivo que pueden aportar?
  • ¿Cómo integrar en los planes pastorales de la parroquia/comunidad las acciones encaminadas para poner rostro y nombre de hermanas y hermanos que sienten y aman de manera diferente?
  • ¿Qué espacios formativos ofrecemos desde la sociología, la antropología, la psicología, la biología, la ecología humana, la teología,…desde los diferentes saberes, para ir adquiriendo conocimiento al respecto?¿Cómo fomentamos el diálogo fe y razón, teniendo a las minorías en el centro de nuestra reflexión teológica?
  • ¿Qué exégesis trabajamos juntas y juntos de los textos bíblicos y/o magisteriales que se han utilizado y se siguen utilizando para marginar?
  • ¿Qué plan de acompañamiento tenemos establecido para poder caminar junto a aquellos que por miedo, desconocimiento e incluso por tener homofobia interiorizada señalan y marginan a la persona lgtbi?
  • ¿A cuántas hermanas o hermanos lgtbi conozco en mi parroquia/comunidad? ¿Les pongo rostro y nombre? ¿Qué sé de sus procesos vitales, emocionales, espirituales y relacionales?
  • ¿Cuántas comunidades cristianas lgtbi conozco? ¿Las he visitado? ¿Colaboro con ellas? ¿Las he invitado a visitar nuestra parroquia/comunidad?
  • ¿Doy información acerca de la situación de persecución, marginación y asesinato que padecen las personas lgtbi en tantas partes del mundo? ¿Conozco los informes de Amnistía Internacional, de Human Rights Council Report de la ONU…?
  • ¿Qué conozco de la teología feminista, queer,…? ¿Qué aportaciones realizan al pensamiento cristiano? ¿Cómo me afecta eso? ¿Qué experiencias de acogida y acompañamiento conozco al colectivo cristiano lgtbi?
  • ¿De qué manera (s) prepara el sacerdote las homilías en fechas señalas por organismos internacionales para formar y concienciar a la parroquia/comunidad? (Día internacional contra la corrupción, contra el SIDA, contra la lgtbifobia, refugiados, de los derechos humanos, de la infancia, de la tolerancia, de la ciencia para la paz y el desarrollo, de  erradicación de la pobreza, de la alimentación, para la reducción de los desastres, de la salud mental, de los docentes, de la no violencia, de la paz, de la democracia, de la alfabetización y cooperantes, de las víctimas y desapariciones forzosas, de la trata de esclavos y de su abolición, de la asistencia humanitaria, de los pueblos indígenas, contra la violencia de género, de la amistad, de apoyo a las víctimas de la tortura, de la administración pública, del refugiado, contra el trabajo infantil, contra el abuso y maltrato en la vejez, del medio ambiente,…en fin, posibilidades hay muchísimas). Puedo facilitar las fechas.

EXPERIENCIA PERSONAL

Mi nombre es Luis Mariano. Muchos me llaman Luisma (economía del lenguaje).

Me formé en esta casa, primero hice Trabajo Social y posteriormente teología. En la UCM me licencié en Antropología Social y Cultural. Todo este saber, me ha abierto a conocer con mirada amplia que la Creación de Dios es grande y por lo tanto variada.

Quiero comenzar recordando  mi caminar en mi  comunidad de fe, y cómo la ausencia total de referentes homoafectivos, siempre me generó inquietud, dudas y una sensación de soledad tremenda. ¿Sería yo el único gay? Me preguntaba en bastantes ocasiones.

En mi parroquia no había NADA, que me hablará, y mucho menos positivo (Catequistas echados por maricones). Yo presencié, como un párroco echó a un grupo de chicos mayores que yo, algunos catequistas y colaboradores en diferentes trabajos en la parroquia, afirmando “que no quería maricones en su parroquia”. Yo veo a algunos de ellos hoy día. Resultaron ser maricones, como yo. Yo como ellos. No han vuelto a pisar una Iglesia. Excepto uno que migró a Estados Unidos y mantiene viva su fe y su espiritualidad, a veces reza en la iglesia (templo), no siempre la misma. “A veces es un templo católico, otras veces en el de alguna iglesia inclusiva” me comenta.  Cuando quedamos para alguna cena, entre bromas, manifiestan su deseo de conocer mi situación en la Iglesia, mi opinión en algunos temas. Aparecen sus recelos, su dolor…Me escuchan, me preguntan. Intento ser luz, comprendiendo el dolor injustificado que ha quedado en sus corazones. Yo siendo niño, fui conocedor de lo que pasaron. Me protegí.

 Por lo tanto, me hice pasar por… (passing) Es curioso,  que en mi casa y en mi barrio, yo me sintiera más libre y nunca tuve necesidad de ocultarme. En la Iglesia, sí.

El Evangelio me salvó, la mirada de Jesús, para mí siempre fue auténtica, leal. En mi interior tenía la certeza de saber que Dios me quería tal cual  era. Yo era un niño que fui creciendo en los grupos de socialización de la Iglesia, entre otros. Esos otros grupos, me ayudaron porque nunca me sentí cuestionado en mis afectos. La Iglesia me ayudó a conocer a Jesús. Lo más importante de mi vida.

Estamos viviendo una experiencia inicial de apertura por parte de la Iglesia, y creo que es sincera y abierta. Yo lo vivo como una caricia de Dios a un colectivo que ha sido y es perseguido y nos supone a la vez el reto de abrirnos al encuentro sereno y fraterno al que nos convoca Jesús por medio del Evangelio.

Estoy seguro que esos espacios de normalización, neutralizaron ese SILENCIO que masticaba en mi parroquia. Aún así, estaba seguro que Jesús estaba a mi lado. Siempre lo estuvo. Lo sigue estando.

Esta certeza de la cercanía y experiencia de Dios, dejaba sin efecto lo que iba escuchando y leyendo por parte de la jerarquía, de algunos curas, no de todos. Recuerdo especialmente a uno, que creo, intuyó mi situación y para mí fue bálsamo en momentos difíciles. Los catequistas y chavales de mi parroquia eran, sin saberlo, voceros de la homofobia eclesial y también social de esos momentos.

No olvidemos que lo primero que una persona LGTBI recibe es una injuria, somos conscientes que en un momento u otro a lo largo de nuestra vida el insulto aparecerá. Éste lo recibiremos como signo de nuestra vulnerabilidad psicológica y social (Didier Eridon) “Maricón de mierda”, “Bollera asquerosa”,”Engendro de la naturaleza”,… agresiones verbales que dejarán huella en nuestra conciencia y en ocasiones, también en nuestro cuerpo cuando somos agredidos físicamente. “Las consecuencias de estas agresiones son moldear nuestras relaciones con los demás y con el mundo”.

“El insulto es un veredicto, una condena. Una persona LGTBI aprende su diferencia con el choque de la injuria y sus efectos. Descubrimos que somos personas a las que se les puede decir esto o aquello, ser objeto de miradas, y gestos estigmatizadores. La injuria no es solamente la palabra que describe. No se conforma con decirme y anunciarme lo que soy. El que lanza el ultraje intenta hacernos saber que tiene poder sobre mí, sobre nosotros y que estamos bajo su poder. Ese poder es en principio el de herirnos.

La experiencia del insulto es uno de los rasgos más comunes a nuestra existencia. En grados muy diversos, dependiendo de los países y dentro del mismo país, según el lugar donde vivamos o el medio social en el que nos desenvolvemos”.Aquí en Madrid tenemos que saber negociar a cada instante la relación con el mundo que nos rodea: saber dónde es posible coger de la mano a tu compañero o compañera y dónde más vale evitarlo. Este saber práctico lo tenemos interiorizado, los errores de apreciación pueden tener consecuencias muy dolorosas.

A veces no hace falta ningún gesto: la apariencia, las ropas, la pluma, bastan para desatar el odio. Para el colectivo LGTBI la posibilidad de ser objeto de agresión verbal o física es omnipresente, y a menudo ha sido determinante en la manera en que se construyen nuestras identidades al desarrollar una capacidad especial para percibir el peligro o al aprender a controlar muy estrictamente nuestros gestos y palabras, por lo que recurrimos a disimular lo que somos o a emigrar hacia “climas más benignos”.

Citando a la periodista polaca, Anna Laszuk: “Bienaventurados los que salen del armario porque no serán chantajeados”.

Como agentes de pastoral familiar os encontraréis que la realidad afectiva y sexual es diversa y eso requiere formación, acompañamiento y oración. Es posible que se os mire de reojo en cuanto os impliquéis con la defensa de los derechos de las personas LGTBI. La salida del armario es un proceso de uno mismo, pero también de la familia y los amigos. Estos procesos hay que acompañarlos. Todos necesitamos saber salir del armario.

Se precisan espacios para la reflexión y la universidad tiene que estar implicada en los procesos de transformación y pensar para proponer soluciones y espacios amables.

El acompañamiento a las personas LGTBI y a nuestras familias es un desafío para la Iglesia. Si no nos posicionamos, podremos ser parte de descrédito por un silencio cómplice.

La fe ha sido y es, una realidad que me ha ayudado a tener siempre la mirada fija más allá de lo que veía y escuchaba. Dios, siempre en mi horizonte. La certeza de sentirme amado por Dios, la belleza de la liturgia, las palabras y gestos amables que recibía por parte de algún sacerdote y catequista, me confortaron muchísimo siendo niño, adolescente y joven de la parroquia. Aprendí a nombrarme en primera persona (James Alison). Esto me liberó del silencio en mi Iglesia. De mi invisibilidad en mi Iglesia. A la Iglesia que quiero.

Con el tiempo y dadas mis necesidades de conocer, fui capaz de buscar, y buscando, encontré. Supe nombrarme y nombrar. De llamar a diferentes  puertas, de leer y aprender, de estudiar y conocer.

Re-DESCUBRÍ a la Iglesia, su pluralidad, a sus teólogas y teólogos.Me informé y me formé. Comencé a conocer diferentes realidades cristianas (Católicas) y fui confirmando que en la Iglesia cabemos TODOS y TODAS, que Dios nos convoca por ser quienes somos, y no por lo que hagamos o sintamos. Participo activamente en mi parroquia.

En noviembre del 2017 tuve la ocasión de participar en la 2º Asamblea Mundial de la GNRC (Global Network of Rainbow Catholics) donde participamos 30 grupos católicos de los 5 continentes, como miembros fundadores… Hace dos semanas, se celebraba en Roma la reunión del Forum Europeo de Grupos Cristianos (Ecuménico) que aglutina a las asociaciones cristianas LGTBI de Europa.

Es necesario volver a “abrir las ventanas”. Dios tiene algo que decirnos acerca de las minorías afectivas y sexuales. La Iglesia tiene que conseguir presencia de una forma nueva y distinta, lo que significa redimensionar con una presencia más testimonial, se trata de concebir una nueva forma de estar y acompañar.

Me siento querido por Dios, y muy agusto en su Iglesia. Me siento responsable en el cuidado de NUESTRA Iglesia, en generar espacios amables y en la certeza de que la que la Santa Ruah, sigue acompañándola desde su inicio.

Estoy abierto a las sorpresas de Dios y feliz, muy feliz, por amar y sentir como amo y siento.  Estos deseos los ha puesto Dios en mi corazón como caricia inesperada del que AMA todo lo creado por su mano.

Dios tiene un lugar en la comunidad LGTBI.

Se trata de Amar más en la obras que en las palabras y de “inmiscuir a Dios en nuestra cotidianidad”(James Martin).

Leer: “Sed Buenos” de Pedro Arrupe SJ.


MÁSTER PASTORAL FAMILIAR- DIVERSIDAD SEXUAL

Testimonio  de Margarita

DATOS BIOGRÁFICOS:

Soy Margarita Benedicto, miembro comprometido de CRISMHOM desde abril-12 y vocal de su Junta Directiva desde hace más de 5 años.

Soy médico ginecólogo. Trabajo en el Hospital de Móstoles desde hace 35 años y desde hace tiempo principalmente en el diagnóstico y tratamiento de las pacientes con cáncer del aparato genital femenino y de la mama.

Estoy casada desde hace 40 años. Mi marido es filósofo y teólogo, muy cercano a la espiritualidad carmelitana y es el único laico miembro del Consejo de Redacción  de la Revista de Espiritualidad, en la que escribe artículos regularmente. También en la revista “El Ciervo” de Barcelona. Autor así mismo de varios libros de espiritualidad.

Yo por mi parte, también he colaborado en ocasiones con “El Ciervo“ y actualmente está a punto de publicarse un artículo mío en la Revista de Espiritualidad.

Soy una mujer católica, que despertó a la fe en la época del Concilio Vaticano II y que me considero fiel a su espíritu en su talante de apertura al mundo, de cercanía a sus logros y sufrimientos, interesada en la política y en los temas sociales. Para mí ser cristiana como persona laica, es vivir continuamente en la presencia de Dios, buscando hacer su voluntad y con los ojos fijos en Jesús para como él “pasar por la vida haciendo el bien  y curando a los oprimidos por el diablo” siempre en medio del mundo, sin rehuir ningún conflicto.  Precisamente estudié medicina por esta vocación hacia los demás, a interesarme por sus problemas e intentar remediar sus sufrimientos. Antes de entrar en CRISMHOM colaboré como voluntaria durante 10 años en la ONG SOS Racismo, dedicada a defender los derechos de las personas migrantes.

Tengo 2 hijos,de 39 y 35 años. El mayor tiene 2 niñas y vive en París. El menor es gay.

EL PROCESO:

Por talante y formación yo no tenía especiales prejuicios hacia el colectivo LGTBI. Lo que sí tenía era una ignorancia absoluta. Nunca me había interesado en el tema y mis conocimientos eran los de la calle.

Con mi hijo Juan siempre mantuve una relación excelente, nos entendíamos muy bien desde que era pequeño: un niño muy inteligente, sensible, cariñoso y un artista. A los 5 años dijo que quería dedicarse a la danza y empezó a estudiar danza clásica y piano. Era un niño particular: no le gustaban la mayoría de las cosas que les gustan tradicionalmente a los chicos y yo empecé a pensar que podía ser homosexual. Pero como no me preocupaba demasiado y tenía un desconocimiento absoluto e ingenuo de todo el sufrimiento y las dificultades por las que podía pasar no le di demasiada importancia al asunto. Mi hijo era un alumno excelente, destacaba en la danza a la que estaba entregado en cuerpo y alma y a los 15 años empezó a actuar de solista. Parecía feliz. Hacia los 15-16 años empezó a salir con chicas y tuvo una novia bailarina y me olvidé.

A los 20 años, cuando mi hijo era ya bailarín profesional y vivía fuera de España, me confesó que era gay y que no se atrevía a decírselo a su padre.

Yo lo viví bien, pero fui yo la que se lo contó a mi marido y él reaccionó con gran tristeza y con sentimientos de culpabilidad en los que me incluía. Sus convicciones religiosas le llevaban a considerar que era algo inmoral que alejaba de Dios. Tuvimos conflictos entre nosotros durante los primeros años.

ETAPAS EN EL PROCESO:

Hay una primera fase de «shock», aunque en mi caso no haya sido terrible. Se hace uno preguntas: ¿Por qué mi hijo es así? ¿He hecho yo algo mal? ¿ Cómo van a ser las cosas a partir de ahora? En mi caso hubo una fase de desconcierto, de confusión, de extrañeza incluso hacia mi propio hijo.

– La segunda fase es la de aceptación: darse cuenta de que tu hijo es el mismo, solo que antes no sabías algo importante, muy importante sobre él.

Muchas conversaciones con él para que te explique su proceso, cómo es el saberse gay, cómo se siente, cómo lo vive, cómo llegó a saberlo. Aparecen cosas dolorosas porque te das cuenta de que tu hijo ha vivido en soledad momentos difíciles y no has estado ahí para ayudarle. Él no lo contó. Tú no te diste cuenta. Me sentía culpable por eso.

– La tercera fase es la de vencer la ignorancia y con ella los prejuicios:

  . Acudí  a COGAM (Colectivo LGTB de Madrid) en donde me recomendaron bibliografía para padres.

  . Como soy amante de la literatura empecé a leer a escritores homosexuales famosos: Óscar Wilde, Jean Genet; Mishima… En concreto los libros terribles de Jean Genet me abrieron los ojos a los sentimientos de vergüenza y oprobio de un colectivo condenado a la marginalidad, que en muchos momentos reivindica su propia excentricidad de travesti, de “loca”. Sentí empatía hacia esos hombres a los que la sociedad empuja a los “bajos fondos“ y que necesitan para sobrevivir manifestar su “extraña belleza».

  . Leí  libros científicos, de biología (que muestran que la diversidad sexual existe con profusión entre los animales ), de sociología y psicología  ( que consideran la homosexualidad una variante minoritaria  de la sexualidad humana).Leí sobre todo libros testimoniales que narran el profundo sufrimiento de personas condenadas por la sociedad a sentir vergüenza de sus afectos, a considerarse empecatadas, imposibilitadas para el amor verdadero y empujadas a vivir su afectividad y su sexualidad de forma sórdida y vergonzante. Condenadas por ello mismo a la soledad.

. Las conversaciones con mi hijo también me ayudaron. Él tenía muy claro que no quería vivir en el gueto y que quería tener una vida amorosa de fidelidad y compromiso, como así ha sido. Mi hijo se casó en 2010 en Ámsterdam, en donde entonces vivía, con un bailarín filipino, y siguen siendo una pareja admirable, que se quieren muchísimo. Doy muchas gracias a Dios por ello.

– La cuarta fase es la salida del armario:

Mi hijo, por esa voluntad clara de autoafirmación y vida plena, salió del armario en todos los ámbitos en cuanto tuvo clara su orientación sexual. No hubo conflictos en la familia.

Yo también empecé a salir del armario y a hablar con total normalidad y naturalidad de la homosexualidad de mi hijo. Es también una liberación. En alguna ocasión eso ha provocado alguna violencia, como cuando me levanté del primer banco de la iglesia y me marché porque el diácono hizo una homilía contra los homosexuales. Luego di mis explicaciones.

– La quinta fase es el activismo:

En el momento en que caí en la cuenta de la marginación, el sufrimiento y el oprobio del colectivo LGTBI y especialmente la forma en que eran tratados en la Iglesia Católica con su doctrina oficial que los conduce a la invisibilidad o al rechazo si es que se atreven a mostrar abiertamente su forma de amar, comenzó mi etapa de activismo.

Acudí a la página web de CRISMHOM y de ahí a conocerlos personalmente. Me hice socia y al poco tiempo fui elegida vocal de la Junta Directiva.

En CRISMHOM he aprendido muchísimo sobre el colectivo LGTBI y sobre el amor de Dios:

. Que las personas LGTBI son tan diversas entre sí como las personas heterosexuales. No hay estereotipos, ni clichés, solo personas.

. Que hay muchas personas LGTBI cristianas y católicas, entre ellas muchos sacerdotes, religiosas y religiosos.

. Que en ese colectivo hay grandísimos creyentes, probados en su fe por tantas dificultades, que son para mí auténticos maestros espirituales.

. Que la Iglesia Católica ha cometido un gran pecado y se ha alejado de la doctrina de Jesús, que acogía e incluía a los marginados, al rechazar y ocultar a esos hijos suyos, especialmente amados por Dios en tanto que sufrientes.

. Que las personas LGTBI católicas, tienen grandes dones que aportar a la Iglesia.

. Que es maravilloso dedicar tiempo y esfuerzo a la tarea de hacer de la Iglesia la casa de todos.

 En CRISMHOM actualmente y en lo referente a la pastoral familiar hemos echado a andar un grupo llamado CRISMHOM familias, formado por padres cristianos con hijos LGTBI, para acompañar y ayudar aquellos padres a los que les cuesta por sus creencias aceptar a sus hijos. Existe un grupo de similares características en Sevilla, donde el grupo ICHTYS en colaboración con las CVX de Sevilla, lleva a cabo la misma labor de acompañamiento.

Las CVXestán realizando un gran trabajo de discernimiento, para incluir dentro de su habitual tarea de acompañamiento y pastoral familiar la realidad de las familias con personas LGTBI.  Estamos colaborando con CVX en todo lo que nos pide a fin de que esta inquietud se vaya extendiendo a toda la Iglesia.

Por último hemos establecido contactos con el Arzobispado de Madrid, para ver cómo se puede iniciar una colaboración fructífera.

Desde mi punto de vista, la pastoral de la familia con personas LGTBI debería empezar a abordarse desde el ámbito parroquial, mediante charlas y encuentros que constituyan espacios amables en donde las personas LGTBI puedan sentirse acogidas, escuchadas, aceptadas. Es necesaria la formación, personal y grupal, el testimonio creyente de los que perseveran en su fe a pesar de tantas dificultades y han llegado a vivir su doble condición LGTBI-cristiana como una gracia.

 Me gustaría decir que hoy en día considero una gracia de Dios especialísima el tener un hijo gay, que me ha hecho abrir los ojos a tantas cosas y poder trabajar en CRISMHOM para el bien de la Iglesia.

MÁSTER PASTORAL FAMILIAR- DIVERSIDAD SEXUAL

Testimonio  de Margarita

DATOS BIOGRÁFICOS:

Soy Margarita Benedicto, miembro comprometido de CRISMHOM desde abril-12 y vocal de su Junta Directiva desde hace más de 5 años.

Soy médico ginecólogo. Trabajo en el Hospital de Móstoles desde hace 35 años y desde hace tiempo principalmente en el diagnóstico y tratamiento de las pacientes con cáncer del aparato genital femenino y de la mama.

Estoy casada desde hace 40 años. Mi marido es filósofo y teólogo, muy cercano a la espiritualidad carmelitana y es el único laico miembro del Consejo de Redacción  de la Revista de Espiritualidad, en la que escribe artículos regularmente. También en la revista “El Ciervo” de Barcelona. Autor así mismo de varios libros de espiritualidad.

Yo por mi parte, también he colaborado en ocasiones con “El Ciervo“ y actualmente está a punto de publicarse un artículo mío en la Revista de Espiritualidad.

Soy una mujer católica, que despertó a la fe en la época del Concilio Vaticano II y que me considero fiel a su espíritu en su talante de apertura al mundo, de cercanía a sus logros y sufrimientos, interesada en la política y en los temas sociales. Para mí ser cristiana como persona laica, es vivir continuamente en la presencia de Dios, buscando hacer su voluntad y con los ojos fijos en Jesús para como él “pasar por la vida haciendo el bien y curando a los oprimidos por el diablo” siempre en medio del mundo, sin rehuir ningún conflicto.  Precisamente estudié medicina por esta vocación hacia los demás, a interesarme por sus problemas e intentar remediar sus sufrimientos. Antes de entrar en CRISMHOM colaboré como voluntaria durante 10 años en la ONG SOS Racismo, dedicada a defender los derechos de las personas migrantes.

Tengo 2 hijos,de 39 y 35 años. El mayor tiene 2 niñas y vive en París. El menor es gay.

EL PROCESO:

Por talante y formaciónyo no tenía especiales prejuicios hacia el colectivo LGTBI. Lo que sí tenía era una ignorancia absoluta. Nunca me había interesado en el tema y mis conocimientos eran los de la calle.

Con mi hijo Juan siempre mantuve una relación excelente, nos entendíamos muy bien desde que era pequeño: un niño muy inteligente, sensible, cariñoso y un artista. A los 5 años dijo que quería dedicarse a la danza y empezó a estudiar danza clásica y piano. Era un niño particular: no le gustaban la mayoría de las cosas que les gustan tradicionalmente a los chicos y yo empecé a pensar que podía ser homosexual. Pero como no me preocupaba demasiado y tenía un desconocimiento absoluto e ingenuo de todo el sufrimiento y las dificultades por las que podía pasar no le di demasiada importancia al asunto. Mi hijo era un alumno excelente, destacaba en la danza a la que estaba entregado en cuerpo y alma y a los 15 años empezó a actuar de solista. Parecía feliz. Hacia los 15-16 años empezó a salir con chicas y tuvo una novia bailarina y me olvidé.

A los 20 años, cuando mi hijo era ya bailarín profesional y vivía fuera de España, me confesó que era gay y que no se atrevía a decírselo a su padre.

Yo lo viví bien, pero fui yo la que se lo contó a mi marido y él reaccionó con gran tristeza y con sentimientos de culpabilidad en los que me incluía. Sus convicciones religiosas le llevaban a considerar que era algo inmoral que alejaba de Dios. Tuvimos conflictos entre nosotros durante los primeros años.

ETAPAS EN EL PROCESO:

Hay una primera fase deshock, aunque en mi caso no haya sido terrible. Se hace uno preguntas: ¿Por qué mi hijo es así? ¿He hecho yo algo mal? ¿Cómo van a ser las cosas a partir de ahora?. En mi caso hubo una fase de desconcierto, de confusión, de extrañeza incluso hacia mi propio hijo.

– La segunda fase es la deaceptación: darse cuenta de que tu hijo es el mismo, solo que antes no sabías algo importante, muy importante sobre él.

Muchas conversaciones con él para que te explique su proceso, cómo es el saberse gay, cómo se siente, cómo lo vive, cómo llegó a saberlo. Aparecen cosas dolorosas porque te das cuenta de que tu hijo ha vivido en soledad momentos difíciles y no has estado ahí para ayudarle. Él no lo contó. Tú no te diste cuenta. Me sentía culpable por eso.

– La tercera fase es la de vencer la ignorancia y con ella los prejuicios:

  . Acudí  a COGAM (Colectivo LGTB de Madrid ) en donde me recomendaron bibliografía para padres.

  . Como soy amante de la literatura empecé a leer a escritores homosexuales famosos: Óscar Wilde, Jean Genet; Mishima… En concreto los libros terribles de Jean Genet me abrieron los ojos a los sentimientos de vergüenza y oprobio de un colectivo condenado a la marginalidad, que en muchos momentos reivindica su propia excentricidad de travesti, de “loca”. Sentí empatía hacia esos hombres a los que la sociedad empuja a los “bajos fondos “y que necesitan para sobrevivir manifestar su “extraña belleza “.

  . Leí  libros científicos, de biología (que muestran que la diversidad sexual existe con profusión entre los animales ), de sociología y psicología  ( que consideran la homosexualidad una variante minoritaria  de la sexualidad humana).Leí sobre todo libros testimoniales que narran el profundo sufrimiento de personas condenadas por la sociedad a sentir vergüenza de sus afectos, a considerarse empecatadas, imposibilitadas para el amor verdadero y empujadas a vivir su afectividad y su sexualidad de forma sórdida y vergonzante. Condenadas por ello mismo a la soledad.

  . Las conversaciones con mi hijo también me ayudaron. Él tenía muy claro que no quería vivir en el gueto y que quería tener una vida amorosa de fidelidad y compromiso, como así ha sido. Mi hijo se casó en 2010 en Ámsterdam, en donde entonces vivía, con un bailarín filipino, y siguen siendo una pareja admirable, que se quieren muchísimo. Doy muchas gracias a Dios por ello.

– La cuarta fase es la salida del armario:

Mi hijo, por esa voluntad clara de autoafirmación y vida plena, salió del armario en todos los ámbitos en cuanto tuvo clara su orientación sexual. No hubo conflictos en la familia.

Yo también empecé a salir del armario y a hablar con total normalidad y naturalidad de la homosexualidad de mi hijo. Es también una liberación. En alguna ocasión eso ha provocado alguna violencia, como cuando me levanté del primer banco de la iglesia y me marché porque el diácono hizo una homilía contra los homosexuales. Luego di mis explicaciones.

– La quinta fase es el activismo:

En el momento en que caí en la cuenta de la marginación, el sufrimiento y el oprobio del colectivo LGTBI y especialmente la forma en que eran tratados en la Iglesia Católica con su doctrina oficial que los conduce a la invisibilidad o al rechazo si es que se atreven a mostrar abiertamente su forma de amar, comenzó mi etapa de activismo.

Acudí a la página web de CRISMHOM y de ahí a conocerlos personalmente. Me hice socia y al poco tiempo fui elegida vocal de la Junta Directiva.

En CRISMHOM he aprendido muchísimo sobre el colectivo LGTBI y sobre el amor de Dios:

. Que las personas LGTBI son tan diversas entre sí como las personas heterosexuales. No hay estereotipos, ni clichés, solo personas.

. Que hay muchas personas LGTBI cristianas y católicas, entre ellas muchos sacerdotes, religiosas y religiosos.

. Que en ese colectivo hay grandísimos creyentes, probados en su fe por tantas dificultades, que son para mí auténticos maestros espirituales.

. Que la Iglesia Católica ha cometido un gran pecado y se ha alejado de la doctrina de Jesús, que acogía e incluía a los marginados, al rechazar y ocultar a esos hijos suyos, especialmente amados por Dios en tanto que sufrientes.

. Que las personas LGTBI católicas, tienen grandes dones que aportar a la Iglesia.

. Que es maravilloso dedicar tiempo y esfuerzo a la tarea de hacer de la Iglesia la casa de todos.

 En CRISMHOM actualmente y en lo referente a la pastoral familiar hemos echado a andar un grupo llamado CRISMHOM familias, formado por padres cristianos con hijos LGTBI, para acompañar y ayudar aquellos padres a los que les cuesta por sus creencias aceptar a sus hijos. Existe un grupo de similares características en Sevilla, donde el grupo ICHTYS en colaboración con las CVX de Sevilla, lleva a cabo la misma labor de acompañamiento.

Las CVXestán realizando un gran trabajo de discernimiento, para incluir dentro de su habitual tarea de acompañamiento y pastoral familiar la realidad de las familias con personas LGTBI.  Estamos colaborando con CVX en todo lo que nos pide a fin de que esta inquietud se vaya extendiendo a toda la Iglesia.

Por último hemos establecido contactos con el Arzobispado de Madrid, para ver cómo se puede iniciar una colaboración fructífera.

Desde mi punto de vista, la pastoral de la familia con personas LGTBI debería empezar a abordarse desde el ámbito parroquial, mediante charlas y encuentros que constituyan espacios amables en donde las personas LGTBI puedan sentirse acogidas, escuchadas, aceptadas. Es necesaria la formación, personal y grupal, el testimonio creyente de los que perseveran en su fe a pesar de tantas dificultades y han llegado a vivir su doble condición LGTBI-cristiana como una gracia.

Me gustaría decir que hoy en día considero una gracia de Dios especialísima el tener un hijo gay, que me ha hecho abrir los ojos a tantas cosas y poder trabajar en CRISMHOM para el bien de la Iglesia.


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