Lectio Divina 05-10-2014: «La piedra que desecharon los arquitectos es ahora la piedra angular»

DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN MATEO 21, 33-43
 
En aquel tiempo, dijo Jesús a los sumos sacerdotes y a los ancianos del pueblo:
 
— Escuchad otra parábola: Había un propietario que plantó una viña, la rodeó con una cerca, cavó en ella un lagar, construyó la casa del guarda, la arrendó a unos labradores y se marchó de viaje. Llegado el tiempo de la vendimia, envió sus criados a los labradores, para percibir los frutos que le correspondían. Pero los labradores, agarrando a los criados, apalearon a uno, mataron a otro, y a otro lo apedrearon. Envió de nuevo otros criados, más que la primera vez, e hicieron con ellos lo mismo. Por último les mandó a su hijo, diciéndose: «Tendrán respeto a mi hijo.» Pero los labradores, al ver al hijo, se dijeron: «Éste es el heredero: venid, lo matamos y nos quedamos con su herencia.» Y, agarrándolo, lo empujaron fuera de la viña y lo mataron. Y ahora, cuando vuelva el dueño de la viña, ¿qué hará con aquellos labradores?
 
Le contestaron:
 
— Hará morir de mala muerte a esos malvados y arrendará la viña a otros labradores, que le entreguen los frutos a sus tiempos.»
 
Y Jesús les dice:
 
— ¿No habéis leído nunca en la Escritura?: «La piedra que desecharon los arquitectos es ahora la piedra angular. Es el Señor quien lo ha hecho, ha sido un milagro patente» Por eso os digo que se os quitará a vosotros el reino de Dios y se dará a un pueblo que produzca sus frutos.
 
Palabra del Señor.
 
 
[or] Otras lecturas: Isaías 5:1-7; Salmo 80:9, 12, 13-14, 15-16, 19-20; Filipenses 4:6-9
 
[h1] Lectio:
Un viñedo, unos labradores, un propietario que se va de viaje; unos criados a quienes se envía para que pidan lo que le corresponde y a quienes, en vez de entregarles los beneficios, los apedrean y matan; un hijo a quien también se envía y a quien también matan… Algunos de los ingredientes de esta “receta” los conocen bien los lectores o quienes escuchan la parábola de Jesús. Como de costumbre, se da por sabido que el contexto es vital para enmarcarla y sacar las correspondientes consecuencias. 
Con todo, en esta ocasión el punto de vista de los oyentes es más importante de lo que solemos ver al abordar las parábolas y las imágenes bíblicas. Lo cierto es que la manera de comprender y reaccionar ante la parábola de los labradores malvados podría ser por completo diferente según el grupo que la escuchara. Aquellos a quienes iba dirigida, los jefes de los sacerdotes y los fariseos, “se dieron cuenta de que [Jesús] hablaba de ellos” (21:45) y sus palabras les impulsaron a provocar su arresto, pero no se atrevieron por temor a la gente. Es importante señalar que, aunque Jesús había dicho que hablaba en parábolas porque tenían “tapados los oídos” y habían “cerrado sus ojos para no ver ni oír” (Mateo 13:15), los oyentes en este caso parecen captar el mensaje sin la sombra de una duda.
Más tarde, la primera comunidad cristiana podría interpretar la parábola y aplicársela a esos mismos personajes y sacar sus propias consecuencias: los labradores que no habían entregado los frutos debidos y habían matado al Hijo (con “H” mayúscula”) eran no sólo los dirigentes religiosos, sino el mismo Israel de antaño, mientras que ellos eran los “otros labradores”: responderían fielmente a la labor encomendada y entregarían sus frutos a su debido tiempo. Este mismo proceso de interpretación habría de repetirse en los momentos históricos en los que un grupo de “otros labradores” se sintieran legitimados para hacerse cargo del viñedo porque quienes lo trabajaban no producían los frutos esperados…
En cualquier caso, de seguir esa línea de razonamiento, nos perderíamos buena parte de las consecuencias presentes en la parábola original. Ni se me ocurre abordar el texto desde una perspectiva estrictamente exegética (pueden acudir a cualquier comentario al evangelio de Mateo), pro creo que puedo dar algunas pistas para la “ruminatio” de la parábola. Trata de comparar la versión que ofrecen los otros Sinópticos: Marcos 12:1-12 y Lucas 20:9-19. Fíjate en las coincidencias y divergencias y trata de descubrir los contextos históricos que pudieron generar las diferencias. En especial, compara las quejas y reproches comunes a los textos de Isaías y Mateo. Trata de re-leer ambos pasajes a la luz de Juan 15:1-10. En este caso, Jesús usa una imagen semejante, pero el hecho de dar un paso más (él no habla de un viñedo, considerado aisladamente, sino que él es una vid como tal), añade una nueva dimensión todavía más profunda y personal al simbolismo de la parábola. 
 
[h2] Meditatio:
La parábola, como ocurre con frecuencia, puede ser manipulada fácilmente. Resulta sumamente sencillo aplicársela a los demás. Como dije más arriba, podríamos aplicársela a los dirigentes religiosos de Israel, que rechazaron a Jesús y la salvación que le ofrecía: Ezequiel (34:1-16) había hecho eso mismo utilizando la imagen de los pastores en vez de la de los labradores, pero la crítica era exactamente la misma. Cuando adoptamos tal enfoque, la parábola puede convertirse en un arma contra cualquier “enemigo” religioso que queramos. Desgraciadamente, es así como utilizamos en ocasiones esta y otras parábolas y dichos de Jesús. Esto debería llevarnos a una pregunta radical sobre nuestra manera de leer e interpretar la Escritura: ¿hasta qué punto nos aplicamos las palabras de Jesús a nosotros mismos, a nuestra manera de pensar y actuar? Volviendo a la triple imagen que se nos presenta (la vid, el viñedo y los labradores encargados del mismo), deberíamos hacernos una pregunta básica en torno a esas tres dimensiones simbólicas. ¿Cuál es nuestra actitud y nuestra respuesta como sarmientos de la vid que es Jesús mismo? ¿Qué clase de frutos personales, íntimos, cabe esperar de nosotros? Como miembros de un viñedo, nuestra comunidad o la Iglesia a la que pertenecemos, en lo que respecta a las personas nuevas que pudieran sumársenos ¿qué clase de frutos producimos en realidad? O, y esta podría ser una piedra de toque para cualquier comunidad que quiera garantizar su futuro, ¿cuántas vocaciones al ministerio han surgido de entre nosotros en los últimos veinte años? Como labradores, ¿qué clase de frutos “sociales” hemos producido en lo que se refiere a compromiso en los asuntos eclesiales, políticos o comunitarios? Como siempre, podríamos seguir y seguir.  
 
[h3] Oratio:
Reza por quienes piensan que su vida no produce frutos, en especial por los pastores y ministros: para que se sientan animados a proseguir esforzadamente con en su trabajo y la labor que se les encomendó produzca frutos pastorales satisfactorios.
Da gracias por el don de ser “un labrador nuevo”, y reza para que tu fidelidad al Evangelio de frutos de justicia y santidad.
 
[h4] Contemplatio:
No me gustaría que esta sección de nuestra Lectio Divina se convirtiera en el “departamento ético o moralizante”, pero no puedo renunciar a sugerir formas pequeñas y sencillas para prolongar nuestra meditación y nuestras oraciones hasta el ámbito de nuestra vida cotidiana. A lo largo de esta semana, antes de terminar la jornada, échale una mirada y trata de descubrir algún pequeño “fruto” que hayas producido. Dale gracias a Dios por ser “fructífero”, aunque se trate de alguna humilde acción insignificante. Y pide ánimos si el día fue “estéril”.
 
Reflexiones escritas por el Rvdo. D. Mariano Perrón,
Sacerdote católico,
Arquidiócesis de Madrid, España

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