Desmontando estereotipos: mi recorrido hasta ejercer como pastor transgénero

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Reverendo Ines-Paul Baumann, pastor de ICM (Colonia, Alemania) y nominado como primer obispo alemán transgénero FTM (Cambio de sexo femenino a masculino) de la ICM (Iglesia de la Comunidad Metropolitana).

  • Fue justo después de nacer que me libré de mi primera etiqueta: ¡No me bautizaron! Este momento era en el que los niños pasaban a formar parte de la iglesia Católica Apostólica Romana o de la iglesia Protestante o Luterana (estas son las dos religiones de mayor importancia en Alemania, las religiones “oficiales”, las “normales”). Yo no pertenecía a ninguna de ellas y ni siquiera lo sabía (Y no lo eché en falta).
  • Mis padres se apartaron de la iglesia y decidieron no enseñarme nada sobre religión o fe. Así que cuando crecí, para mí fue mucho más fácil enfrentarme a ciertas situaciones, como por ejemplo: para los demás abandonar la iglesia se interpretaba como un acto de rebelión en contra de sus padres. Lo que pensaban sobre la iglesia era un símbolo de lo que pensaban acerca de la vida de sus padres. Para mi, el mundo de mis padres y el mundo de la fe se me presentaba como dos “etiquetas” totalmente diferenciadas. Y esto me fue de gran ayuda.
  • Fue también a muy temprana edad cuando descubrí que las etiquetas de “chica” ochicono se aplicaban a como yo me sentía.  Sabía que no era como los chicos, pero también sabía que no era una chica común. Sin embargo, no me perdí nada por no pertenecer a ninguna de estas etiquetas – las cosas eran así, ¡y en ningún momento sentí que no estuviese bien ser tal y como era! (¡De veras que no me sentía mal!).
  • A medida que fui creciendo las cosas se fueron tornando cada vez más difíciles. Al parecer crecer significa etiquetarse. El mundo se me presentó de la siguiente manera cuando llegué a la juventud:

* Para los adultos, tu género tiene que ser Masculino o Femenino.

* Para los adultos, en el trabajo tienes que llevar trajes o faldas.

* Para los adultos, en la vida familiar tienes que ser el Padre o la Madre.

* Para los adultos, hay que estudiar una carrera y ganar mucho dinero.

* Nada de esto tenía el menor interés para mí. Yo quería convertirme en artista, camionera, o volverme loca (al menos así lograría “salirme del sistema establecido”).

* Morir también pudiera haber sido una opción, no porque tuviese ideas suicidas, sino porque sentía curiosidad por romper los límites de mi percepción. Quería saber que había “más allá”. ¡Y esto me resultaba mucho más atractivo que convertirme en adulto!

  • Pero el mundo a mi alrededor todavía confiaba en que podría reconducirme por la senda correcta de la vida:

* Por ejemplo: Me llevaron a un médico para que me enseñara a adoptar una postura erguida (Nunca logré adoptar una posición erguida porque al hacerlo se realzaba la forma de mis pechos, pero nadie, ni siquiera yo, se daba cuenta de lo que me ocurría.)

* Me hicieron tests psicológicos para identificar qué estudios o carrera profesional sería válida para mí. Es que yo era una persona muy inteligente, pero no tenía interés por ninguna profesión. Pero mi problema no era el trabajo en sí, mi problema era el mundo en el que se iba a desarrollar mi profesión. No veía como ganarme la vida en un mundo en el que pudiera sentir satisfacción con el trabajo que hacía.

  • El mundo que veía nada tenía que ver con un mundo de felicidad, de logro profesional y  vida familiar satisfactoria gracias a mis ingresos económicos o  mis importantes estudios en la Universidad. Lo que veía era que en otras entornos (en las fábricas, en las calles, en los hospitales, en otros países, en otros continentes) la gente era pobre, estaba hambrienta, enferma, amenazada, explotada, aislada, se sentía sola, estaban enganchadas a las drogas, oprimidas, etc. ¿Cómo podía vivir yo feliz en un mundo así?
  • Fue esta forma de pensar y sentir la que me llevó a convertirme en practicante del Cristianismo. Jesús se convirtió en la luz del mundo para mí. Y como tampoco tenía otros planes en mi vida, le pedí a Jesús que tomara mi vida al completo, y que me guiara hasta esas personas a las que nunca les han dicho que Dios les ama. (Nunca imaginé que me convertiría en Pastor. Los pastores son personas muy pacientes, siempre con tiempo para las preocupaciones de los demás, con una sonrisa siempre en los labios, a las que siempre les gusta estar con los demás,… ¡Yo soy todo lo contrario!)
  • Así que empecé mi carrera como misionera cristiana… o al menos lo intenté:

* Quise ingresar en una escuela bíblica- y no lo conseguí: porque en estas instituciones las chicas tenían que llevar faldas y yo me negué a hacerlo.

* Quise colaborar en organizaciones misioneras- y no lo conseguí: Simplemente porque no encajaba. No fue porque hiciese algo mal, era simplemente que no encajaba. Al menos conseguí ser la primera mujer en la Librería Cristiana de Londres a la que le permitieron trabajar en pantalones. (ICM es una de mis pocas experiencias como miembro de un grupo que no se basa en la igualdad, sino que verdaderamente trata de reconocer el valor de la diversidad.)

* Quise pertenecer a iglesias – pero no lo conseguí: Se esperaba que reconociera la homosexualidad como un pecado o una enfermedad. (Por aquella época yo todavía era una mujer, y estaba muy enamorada de muchas mujeres).

* Quise con todas mis fuerzas convertirme en una cristiana verdadera – y ni siquiera esto conseguí: Los cristianos verdaderos eran muy aplicados, leían la biblia y rezaban, desde muy temprano en la mañana- ¡yo siempre me quedaba dormida!

A los cristianos verdaderos les fue concedido el don de orar en lenguas- A mí no.
A los verdaderos cristianos les encantaba la música Cristiana- A mí no.

* Los cristianos verdaderos a)  carecen de deseo sexual “por naturaleza”,  b) consiguen abstenerse del sexo sin grandes sacrificios, c) tienen sexo solo con el objetivo de procrear, o d) nacieron para unirse a su “única y exclusiva”  pareja que fue “concebida para ellos” con el propósito de llevar una vida matrimonial respetando la monogamia. Yo no encajaba en ninguna de estas opciones.

  • Así que, después de que mi trayectoria como cristiana no llegase a buen puerto, decidí experimentar en otros lugares y con otras personas ajenas a la Cristiandad- y fue allí donde encontré lo que esperaba hallar dentro de la Cristiandad:

* En el feminismo

* En la lucha por los derechos de los refugiados

* En la lucha por la igualdad y la libertad para todos (en vez de luchar por disfrutar de los privilegios existentes).

* En la creación de organizaciones hechas por nosotros mismos en lugar de las creadas para nosotros.

* …

  • Ahora bien, las personas a las que conocí en estos círculos no eran cristianas o incluso eran anti-cristianas. Y empecé a comprender el porqué. Los cristianos que conocía eran:

a) personas que vivían una vida de privilegios al igual que otro sector privilegiado de la sociedad (muchos de ellos hoy en día aceptan a gays y lesbianas en sus vidas privilegiadas), o

b) era mucho más conservadoras en su percepción del mundo (muchos de ellos están aún en contra de gays y lesbianas).

  • Así que, en vez de ir a la iglesia,

* Me fui a hacer un tour por Europa con mi banda de rock QueerCore-punk.

* Yo fui co-fundador del movimiento “Drag Kingdom” en Alemania; un movimiento no solo para Drag Kings sino para todo tipo de gente que se siente a gusto con la diversidad de género.  Por ejemplo, organizábamos fiestas en las que los asistentes eran tan heterogéneos que no podías diferenciar a la mayoría “normal” de los “otros” diferentes (diferentes en cuanto a identidad de género, pero también orientación sexual, apariencia física, gustos musicales, edad, formación, clase social, etc.).

  • Por esa fecha, ya me sentía más cómoda con las etiquetas en las que podía encajar y las que no:

* ¿No era una mujer “normal”? ¡Y qué más da, era lesbiana! 🙂

* ¿No era una lesbiana “normal”? ¡Y qué más da, a veces era un Drag King! 🙂

* ¿No era una cristiana “normal”? ¡Y qué más da, Dios está en todas partes! (Sí… yo seguía rezando, creyendo y considerándome hija de Dios.)

  • Y entonces tuvo lugar mi siguiente cambio de etiqueta, y este fue aún más difícil: No fue solo deshacerme de una etiqueta, sino que significó deshacerme de mi zona de confort. Siempre supe que al cambiar mi apariencia para convertirme en hombre transexual, dejaría de ser parte natural del mundo de las mujeres y lesbianas. Y esto fue muy difícil para mí, porque nunca me he sentido como “hombre” en la forma en que se entiende el concepto de “hombre” en la mayoría de las sociedades.
  • Así que, en el 2000 comencé a tomar hormonas y me sometí a una operación para que mis pechos tuviesen un aspecto más masculino, pero esto fue todo lo que hice. No llegué siquiera a cambiar mi nombre oficialmente (en mis documentos aún figura mi nombre de cuando era mujer).
  • Y una vez más como no llegué a realizar las modificaciones “establecidas” para convertirme en un hombre-transexual “verdadero” me he quedado sin otras dos etiquetas – la de hombre y la de hombre-transexual.
  • En el 2004 mi banda se disolvió. Y en ese momento supe que era el momento de ICM. Así que volví a ir a la iglesia- y mi proceso de sanación comenzó.

* Por primera vez muchas de mis ideas como activista y como cristiano estaban sincronizadas.

* También era bastante confuso, porque en ICM encontré personas tan diferentes y de muy diversas creencias que no se ajustaban a mis etiquetas de cómo debe ser un “Cristiano”…

  • Y pronto me di cuenta de que ya era hora de despojarme de otra etiqueta; esta vez fue la etiqueta de la imagen que tenía de mi mismo: Sentí la llamada de convertirme en pastor, así que decidí emprender el viaje y 6 años más tarde me ordenaron como tal.
  • Pero todavía me quedaban etiquetas que conquistar: ¡En el 2009 me convertí en padre! Somos tres padres que estamos educando a dos pequeños de 4 y 6 años.

Ahora, con todas estas experiencias que he tenido, cuando leo la Biblia la interpreto de forma diferente a aquellos que lo hacen basándose en SUS experiencias. Déjenme compartir algunos ejemplos con vosotros:

(Citas bíblicas de la versión del Rey Jacobo):

  • Génesis 1,27
    (Muchos leen:) “Creó, pues, Dios al hombre a imagen suya, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó.” (La mayoría lee: Dios nos creo Varón o Hembra.)
    (Yo leo:) “Creó, pues, Dios al hombre a imagen suya, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó.” (Yo leo: ¡Sí… Dios nos creo varón Y hembra!
  • Génesis 17,10-14
    “Será circuncidado todo varón de entre vosotros. (…) Y el varón incircunciso que no hubiere circuncidado la carne de su prepucio, aquella persona será borrada de su pueblo, ha violado mi pacto.”
    => No son “aceptados” hasta que se produce este cambio es sus cuerpos. Es una intervención quirúrgica lo que les convierte en lo que son (ante los ojos de Dios). ¡Muy parecido a lo que me ha pasado a mí como transexual!
  • 5. Moisés 22,5
    “No vestirá la mujer traje de hombre, ni el hombre vestirá ropa de mujer; porque abominación es al Señor tu Dios cualquiera que esto hace.”
    => Pues sí, ¡sé valiente y viste de acuerdo con tu “verdadera” identidad sexual! 🙂
  • 1. Corintios 11,14
    “¿No os enseña la misma naturaleza que si el hombre tiene el cabello largo le es deshonra?”
    => Claro que sí, “naturaleza” es lo que te hace SENTIR natural (como resultado de la cultura imperante y es algo creado por nosotros mismos, no por la “naturaleza”).
  • Gal 3,28
    “Porque todos los que fuisteis bautizados en Cristo, de Cristo os habéis revestido. No hay judío ni griego; no hay esclavo ni libre; no hay hombre ni mujer; porque todos sois uno en Cristo Jesús.”
    => ¡Hala!, ¡todos los cristianos son transgéneros! (Aunque no hay muchos que después de ser bautizados dicen: “Ajá, ya estoy bautizado, ¡Genial! Pero espera- ¿y cuál es mi género ahora?” Ja ja ja.

Considero que ejercer como Pastor transexual es una labor emocionante y maravillosa. Las diversas experiencias que he vivido me sirven para abrirme a personas con todo tipo de historias e identidades. Conozco el dolor y la liberación de los que han sido marginados. Sé que los cambios en la vida pueden ocurrir. Sé en lo que se puede convertir una persona cuando se permiten ser quien es realmente, porque Dios le hizo y Dios le ama. Sé que no se trata de ser como los demás, sino de ayudar a los demás para que sean tan diversos como hemos sido creados. También me ha ayudado en muchos aspectos el no aferrarme a una imagen de Dios. Conozco el poder de las convicciones, en ocasiones muy útil, pero en otras muy peligroso, y el adentrarse en lo desconocido. Sé lo que significa “transformarnos a nosotros a la vez que transformamos al mundo”, como decimos en ICM. Estoy tan agradecido de la senda por la que me ha llevado la vida.


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