Lectio Divina 2013-11-03: Hoy ha llegado la salvación a esta casa …
A veces son las opiniones políticas o la orientación religiosa e incluso cristiana, o la situación matrimonial o afectiva… Por las razones que sean, todos tendemos a crearnos nuestros propios “pecadores públicos oficiales”, aquellos a los que menospreciamos o evitamos. Seamos sinceros e intentemos identificarlos y las razones por las que los miramos con espíritu de superioridad. ¿Hay alguna manera de vencer esos sentimientos, de convertirnos en signos de reconciliación? ¿Qué pasos tendríamos que dar para “compartir nuestra mesa” con ellos?
Según la Wikipedia, «Lectio Divina (latín: lectura divina, ‘lectura orante’) es una metodología de reflexión y oración de un texto bíblico utilizado por católicos desde los primeros años del Cristianismo. El primero en utilizar la expresión fue Orígenes (aprox. 185-254), teólogo, quien afirmaba que para leer la Biblia con provecho es necesario hacerlo con atención, constancia y oración. En el centro de la práctica de la lectio divina se encuentra una actitud receptiva y reflexiva de lo que Dios dice por medio de la palabra». Ya puedes consultar
Esta página contiene la Lectio Divina con reflexiones escritas por el Reverendo D. Mariano Perrón, sacerdote católico de la archidiócesis de Madrid.
Nos congregamos en oración ante el Señor como miembros y simpatizantes de CRISMHOM, comunidad cristiana de diversidad sexual y de carácter ecuménico, desde la que queremos vivir nuestra fe en unión con nuestra orientación afectiva; ambas son parte esencial de nuestra vida porque con ellas materializamos el amor, cualidad humana recibida de Dios.
CANTO: En el nombre del Señor nos hemos reunido (BIS)
La primera preocupación del hombre en general es la búsqueda ansiosa de lo necesario para dar seguridad a la existencia. Donde ponemos nuestra seguridad, ahí encontramos nuestro valor supremo, nuestros afanes, obsesiones y preocupaciones. Nuestros ídolos que a menudo mantenemos escondidos: el dinero, la ambición, el éxito profesional, yo como centro de todo, la tendencia a estar por encima de los demás, la pretensión de ser los únicos amos de nuestra vida, y muchos otros. Esta adoración idolátrica nos encierra en nosotros mismos e imposibilita la apertura a Dios y a los hermanos. Obsesión por competir, especular y acumular, frente a la vida y la relación desinteresada con los demás. El Reino empieza a estar presente entre nosotros cuando posibilitamos la fraternidad, cuando hay confianza y no competitividad, la ayuda es recíproca y el compartir espontáneo. Transformar la preocupación en ocupación. Creer en Dios, poner en Él nuestra confianza, es sostenernos en Él.