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Simplificando

La vida se va simplificando a medida que pasan los años. Uno va teniendo la experiencia de ser cada vez, capaz de menos. En todo estado de vida surge vivir con intensidad lo que aparece en cada momento y tratar de hacerlo lo mejor posible.

Sé mi luz

Sé mi luz, enciende mi noche, mi noche, sé mi luz.
El camino sin ti es tan largo y tu llanto acoge mi dolor.
Tu palabra acalla mi miedo y tu grito se expresa en mi canto.
Sé mi luz, enciende mi noche, mi noche, sé mi luz.

Caridad sin fingimiento

Sea nuestra caridad sin fingimiento; detestando el mal, adhiéndonos al bien; amándonos cordialmente los unos a los otros. Estimando en más cada uno a los otros. Con un celo sin negligencia; con espíritu fervoroso; sirviendo al Señor. Con la alegría de la esperanza; constantes en la tribulación; perseverantes en la oración. Practicando las necesidades de los santos; practicando la hospitalidad (Romanos 12, 9-13).

Donde tu vayas yo iré

A donde tú vayas, iré yo; donde tú vivas, viviré yo; tu pueblo es el mío, tu Dios es mi Dios; donde tú mueras, allí moriré y allí me enterrarán (Rut 1, 16).

Alegría en la resurrección

Alegría en la resurrección. No podemos permitirnos ser cristianos tristes. Presencia de Dios en la naturaleza. El sentimiento que tengo es agradecimiento. Mirando personas y grupos que son pilares de mi vida.

Testigos del resucitado

Somos testigos del resucitado. Ese Dios que en Jesús fue crucificado, aplastado por los poderes injustos y que, en la cruz, abrazó a la humanidad entera para encontrarse con nosotros.

Sin saber de dónde, ni a dónde

El viento sopla donde quiere y tú oyes su silbido, pero no sabes de dónde viene ni a dónde va. Lo mismo le sucede al que ha nacido del Espíritu. Escuche yo el silbido del viento. Déjeme acariciar por su brisa, aunque no sepa ni de donde viene, ni a dónde va.

Encerrados en jaulas de oro

Somos el Cireneo cargando con la cruz. Somos a veces personas encerradas en jaulas de oro. Pero también somos capaces de salir a la intemperie y que la vida se nos muestre en toda su complejidad y grandeza. Somos la mujer de Pilato que intercede por el justo y el propio Pilato perdido en su egoísmo. Somos Caifás, atascado en lo establecido, pero también somos discípulos de ojos abiertos y corazón generoso, dispuestos a escuchar una palabra nueva.

Tras la senda de los que vieron transformada su vida

Nosotros continuamos la senda de aquellos que en el encuentro con Él, vieron transformada su vida. Somos Pedro equivocado, Juan que echa a correr. Somos José de Arimatea que da un paso al frente y María Magdalena que no se quiere apartar de Él. Somos María con el corazón traspasado, incapaz de comprender, pero dispuesta a arriesgar y confiar.

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