More en nosotros el espíritu de Maria
More en todos nosotros el espíritu de María, para que de él recibamos la vida; y permaneciendo en nosotros su espíritu lleve a efecto obras buenas pudiendo vivir de su mismo espíritu.
More en todos nosotros el espíritu de María, para que de él recibamos la vida; y permaneciendo en nosotros su espíritu lleve a efecto obras buenas pudiendo vivir de su mismo espíritu.
Cuando las tentaciones pongan en peligro tu salvación y la tristeza te quite las fuerzas y los deseos de seguir trabajando por conseguir la santidad, acuérdate de María y llámala en tu ayuda; llámala insistentemente como el niño aterrorizado pide ayuda a su madre y Ella, que es causa de nuestra alegría, correrá a ayudarte. Te desafío a que hagas la prueba. No te fallará ni una sola vez
(San Bernardo)
«María, Madre de Jesús y de cuantos participan de su ministerio sacerdotal,
acudimos a Ti como hijos que acuden a su Madre. Ya no somos niños, sino adultos que de todo corazón desean ser hijos de Dios.
Nuestra condición humana es débil; por eso venimos a suplicar tu ayuda maternal para conseguir sobreponernos a nuestras debilidades.
“Danos tus ojos, María, para descifrar el misterio que se oculta tras la fragilidad de los miembros del Hijo. Enséñanos a reconocer su rostro en los niños de toda raza y cultura”.
San Juan Pablo II, el Papa peregrino.
“María es dichosa también porque escuchó la palabra de Dios y la cumplió; llevó en su seno el cuerpo de Cristo, pero más aún guardó en su mente la verdad de Cristo”.
(San Augustin de Ipona)
Así María habla con nosotros, nos habla a nosotros, nos invita a conocer la palabra de Dios, a amar la palabra de Dios, a vivir con la palabra de Dios, a pensar con la palabra de Dios.
(Papa Benedicto XVI, Homilía, 15 de agosto 2015).
Mirando a la Virgen elevada al cielo comprendemos mejor que nuestra vida de cada día, aunque marcadas por pruebas y dificultades, corre como un río hacia el océano divino, hacia la plenitud de la alegría y de la paz.
(Papa Benedicto XVI, Homilía, 15 de agosto 2008).
Si la vida es un camino, y este camino a menudo resulta oscuro, duro y fatigoso, ¿qué estrella podrá iluminarlo?…La Iglesia mira a María como “Estrella de Esperanza”
(Papa Benedicto XVI, Discurso-homenaje, 8 de diciembre 2007).
Jesús, antes de consumar su sacrificio, nos dio a María como madre y a ella nos encomendó como hijos suyos. Misterio de misericordia y de amor, don que enriquece a la Iglesia con una fecunda maternidad espiritual.
También debemos aprender de María a acogernos mutuamente con el mismo amor con que ella nos acoge a todos: a cada uno en su singularidad, querido como tal y amado por Dios.