Los caminos de Dios

Is 55, 6-9:
«Buscad al Señor mientras se le encuentra,
invocadlo mientras está cerca;
que el malvado abandone su camino,
y el criminal sus planes;
que regrese al Señor, y él tendrá piedad,
a nuestro Dios, que es rico en perdón.

Mis planes no son vuestros planes,
vuestros caminos no son mis caminos (oráculo del Señor).
Como el cielo es más alto que la tierra,
mis caminos son más altos que los vuestros,
mis planes, que vuestros planes».

Es la experiencia que uno tiene tras el camino recorrido. De confiar y empezar a no considerar mis criterios, mis planes como lo mejor para mí y los demás. Se trata de empezar a abrirse a otros planes, a otros criterios que no son los míos y descubrir que es así precisamente como mi Señor se me revela. Y a posteriori confirmar la sabiduría y el acierto de esos planes que me desencajan y cuánto más feliz me hacen que los míos propios.

Pidamos y se nos dará

Os aseguro, nos dice Jesús de Nazaret, si pedís algo al Padre en mi nombre os lo dará. Hasta ahora no habéis pedido nada en mi nombre; pedid y recibiréis, para que vuestra alegría sea completa. Os he hablado de esto en comparaciones; viene la hora en que ya no hablaré en comparaciones, sino que os hablaré del Padre/Madre claramente (Jn 16, 23).

Tatuados en la mano de Dios

Sabiendo que estamos tatuados en la mano de Dios, descubrimos que uno de los mensajes más potentes del evangelio es la misericordia, el sello salvador de Dios. El Señor nos miró y con su mirada nos eligió.

Mediaciones de Dios

Dios se relaciona y se revela a nosotros en todo momento y Dios se vale de cada uno de nosotros para mediar y traer a los demás su presencia. Aprendiendo a reconocer las mediaciones de Dios en nuestra vida cotidiana y a hacerse mediador y mensajero suyo. Pensando en las mediaciones como posibilidades reales de encuentro y no obligaciones éticas, porque ante el hambriento o sediento surge la posibilidad de encuentro dando de comer o beber, sin ser necesariamente movido por la obligación ética de hacerlo.

No te rindas

No te rindas, aún estás a tiempo, de alcanzar y comenzar de nuevo, aceptar tus sombras, enterrar tus miedos, liberar el lastre, retomar el vuelo.

No te rindas que la vida es eso, continuar el viaje, perseguir tus sueños, destrabar el tiempo, correr los escombros y destapar el cielo.
No te rindas, por favor no cedas, aunque el frío queme, aunque el miedo muerda, aunque el sol se esconda y se calle el viento, aún hay fuego en tu alma, aún hay vida en tus sueños.

Porque la vida es tuya y tuyo también el deseo, porque lo has querido y porque te quiero.

Porque existe el vino y el amor, es cierto. Porque no hay heridas que no cure el tiempo. Abrir las puertas, quitar los cerrojos, abandonar las murallas que te protegieron, vivir la vida y aceptar el reto.

Recuperar la risa, ensayar un canto, bajar la guardia y extender las manos. Desplegar las alas e intentar de nuevo, celebrar la vida y retomar los cielos.

Una guía de ruta

Evangelizando con las herramientas de las bienaventuranzas. Una guía de ruta no mejorable para manifestar la alegría del gozo divino y humano, aun en momentos de gran dificultad.

¡¡Feliz fiesta de Pentecostés!!

Ven, Espíritu divino, manda tu luz desde el cielo.
Padre amoroso del pobre; don, en tus dones espléndido.
Luz que penetra las almas; fuente del mayor consuelo.
Ven, dulce huésped del alma, descanso de nuestro esfuerzo, tregua en el duro trabajo, brisa en las horas de fuego, gozo que enjuga las lágrimas y reconforta en los duelos.
Entra hasta el fondo del alma, divina luz, y enriquécenos.
Mira el vacío del hombre, si tú le faltas por dentro; mira el poder del pecado, cuando no envías tu aliento.
Riega la tierra en sequía, sana el corazón enfermo, lava las manchas, infunde calor de vida en el hielo, doma el espíritu indómito, guía al que tuerce el sendero.
Reparte tus siete dones, según la fe de tus siervos; por tu bondad y tu gracia, dale al esfuerzo su mérito; salva al que busca salvarse y danos tu gozo eterno. AMÉN.

Medios de su presencia

Gracias, Señor, porque me haces sentir la urgencia de acompañar, hacerme cercano y presente a personas muy queridas que de pronto caigo en la cuenta de que lo necesitan imperiosamente. Gracias por convertirme en medio de tu presencia, por hacerme saber que quieres que esté ahí mediante innumerables pequeños medios y detalles.

El mundo los ha odiado

Yo les he dado tu palabra y el mundo los ha odiado, porque no son del mundo, como yo no soy del mundo. No te pido que los retires del mundo, sino que los guardes del mal. Ellos no son del mundo, como yo no soy del mundo. Santifícalos en la verdad: tu palabra es verdad. Como tú me has enviado al mundo, yo también los he enviado. Y por ellos me santifico a mí mismo, para que ellos también sean santificados en la verdad (Jn 17, 11-19).

Alegría que genera entusiasmo

Vosotros estaréis tristes, pero vuestra tristeza se convertirá en alegría, nos dice Jesús de Nazaret. La mujer, cuando va a dar a luz, siente angustia porque ha llegado su hora; pero en cuanto da a luz, ni se acuerda del apuro, por la alegría inmensa de haber traído al mundo una criatura (Jn 16, 20-23). La alegría verdadera se transmite con serenidad, y al mismo tiempo genera entusiasmo y pasión por la vida.

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