Con un poco de misericordia
Un poco de misericordia cambia el mundo, lo hace menos frío y más justo (Año Santo de la Misericordia).
Un poco de misericordia cambia el mundo, lo hace menos frío y más justo (Año Santo de la Misericordia).
¿Quién sabe qué milagro podrías lograr? Si crees, de alguna manera lo harás. Lo harás si crees.
En esta época de temor, cuando la oración resulta tan seguido en vano, la esperanza se parece a un pájaro de verano.
Sin embargo, ahora estoy aquí. Mi corazón está tan lleno que no lo puedo explicar. Buscando la fe y diciendo palabras que nunca pensé que diría.
Los milagros no siempre suceden cuando los pides. Y es fácil rendirse a los miedos. Pero cuando estás ciego de dolor y no puedes ver el camino, una pequeña pero insistente voz te dice que la esperanza está muy cerca.
Tomado de «When You Believe» (Cuando crees) de la banda sonora de la película “El Príncipe de Egipto” (1998), que ganó el Óscar a la mejor canción.
Buenos días, Señor, a ti el primero que encuentra la mirada del corazón apenas nace el día. Tú eres la luz y el sol de mi jornada.
Buenos días, Señor, contigo quiero andar por la vereda. Tú, mi camino, mi verdad, mi vida; Tú la esperanza firme que me queda.
Buenos días, Señor, a ti te busco. Me abandono en tus brazos amorosos, al despertar la aurora. Quiero que me cuides, me protejas y me guíes. Quiero encontrarte siempre en mis hermanos.
Buenos días, Señor resucitado, que traes la alegría al corazón que va por tus caminos.
¡Vencedor de tu muerte y de la mía!
Reconocer que el dolor y el fracaso en nuestra vida existen, nos muestra un camino que atraviesa el sufrimiento para encontrar el valor que tiene. La lectura del mundo sobre el fracaso no coincide con la lectura de Dios. La experiencia de las estériles en la biblia era vista como una maldición, la continua sospecha de haber hecho algo mal (como ahora perder un trabajo, o ser maltratada, o que te abandone tu pareja). Dios, sin embargo no lo vio así. Reconocer el fracaso no nos puede llevar a quedarnos atascados en él. Saúl decayó por la envidia tan grande a David. Sin embargo, David, nunca permitió que se hablara mal de él, porque vio su vida en completitud, poniendo en contexto el daño que le hizo frente a otro mucho bien.
Moisés, profeta entre los profetas, liberador de Egipto, no llegó a entrar en la tierra prometida después de 40 años. “Te dejaré verla, pero no entrarás” (Dt 34). Ser líder parece que sólo trae bofetadas. Sansón traicionó su promesa de no decir dónde estaba su fuerza y tuvo que ver cómo su mayor amor (Jc 16, 19) le traicionaba por decírselo. Samuel, otro gran profeta, tuvo que saborear la amargura de su fracaso como padre. Puso a sus hijos como jueces pero no siguieron su camino, sino que se dieron al lucro y la corrupción. Primera conclusión: en la vida de los grandes creyentes, el fracaso y el dolor SIEMPRE aparecen. Dios no nos libra de ello, quizá sólo nos libera. Hasta el mismo Yahvé está hoy expuesto al fracaso de nuestra traición e indiferencia. Ni Dios mismo nos muestra una visión edulcorada de la realidad.
Gracias, mi Señor, por la comida de Reyes en casa con mi familia y con quien comparto mi casa. Gracias por la misa de la noche a la que acudí dejando a mi familia en casa. Gracias por la emotiva oración que preparó quien me ayuda en la formación de CRISMHOM tras darse de baja como socio. En ella escuché el silencio sin poder evitar la pena de que haya dejado la comunidad. Gracias por la cena y el poco de tiempo compartido con quien convivo. Gracias por la visita y acogida de un quebrantado amigo alemán que va buscando su sitio. Para que encuentre compañía, amigas y amigos con quien estar que den sabor a su vida. Gracias, Señor. Concede a tu humilde siervo sueño y descanso para que pueda seguir sirviéndote con alegría.
Al filo del cambio de año, hacemos memoria agradecida de los momentos de buena compañía, de las personas queridas que dejaron de estar aunque sigan estando de otra manera, de aquellas que acompañamos y de quienes nos quieren acompañar, de los encuentros fortuitos que a pesar de fortuitos fueron gozosos, del mucho trabajo y servicio realizado unas veces con más ánimo y otras con menos. Gracias por todo el cariño dado y recibido de desconocidos, personas anónimas, amigos, familiares, padres, novias, amadas, amados, novios y madres. Damos gracias por no ser perfectos y así aprender a perdonar y ser perdonados, a ser pacientes y un poco más comprensivos y tolerantes con nosotros y los demás. También pedimos por el Año Nuevo, para que nos traiga alguna cosa que necesitemos aunque no queramos y alguna otra que queramos aunque no necesitemos.