La puerta estrecha y la felicidad
Grandes y llamativas son las puertas que nos llevan a la infelicidad. Hagamos todo lo posible, con todas nuestras fuerzas, por entrar por la puerta estrecha, porque esa nos llevará a la felicidad.
Grandes y llamativas son las puertas que nos llevan a la infelicidad. Hagamos todo lo posible, con todas nuestras fuerzas, por entrar por la puerta estrecha, porque esa nos llevará a la felicidad.
Comunión es respetar a los que piensan de forma diferente a lo que es nuestra opinión. Comunión es el valor de no callarse y enfrentarse a la injusticia como lo hizo nuestro Dios.
‘Venid, benditos de mi Padre, y recibid en herencia el Reino que os fue preparado desde el comienzo del mundo, porque tuve hambre, y me disteis de comer; tuve sed, y me disteis de beber; estaba de paso, y me alojasteis; desnudo, y me vestisteis; enfermo, y me visitasteis; preso, y me fuisteis a ver’. Los justos le responderán: ‘Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, y te dimos de comer; sediento, y te dimos de beber? ¿Cuándo te vimos de paso, y te alojamos; desnudo, y te vestimos? ¿Cuándo te vimos enfermo o preso, y fuimos a verte?’. Y el Rey les responderá: ‘Les aseguro que cada vez que lo hicisteis con el más pequeño de mis hermanos, lo hicisteis conmigo’.
La primera respuesta al amor de Dios es a través de la fe, acogiendo llenos de estupor y gratitud una inaudita iniciativa divina que nos precede y nos reclama.
El «sí» de la fe marca el comienzo de una luminosa historia de amistad con el Señor, que llena toda nuestra existencia y le da pleno sentido.
Sin embargo, Dios no se contenta con que aceptemos su amor gratuito. No se limita a amarnos, quiere atraernos hacia sí, transformarnos de un modo tan profundo que podamos decir como San Pablo: ya no vivo yo, sino que Cristo vive en mí (Ga 2, 20).
Cuando dejamos espacio al amor de Dios, nos hace semejantes a Él, partícipes de su misma caridad. Abrirnos al amor de Dios significa dejar que Él viva en nosotros y nos lleve a amar con Él, en Él y como Él; sólo entonces nuestra fe llega verdaderamente a «actuar por la caridad» (Ga 5, 6) y Él mora en nosotros (1 Jn 4, 12).
Esta charla de formación nos presenta un testimonio en primera persona de la realidad de Mujeres y Hombres Homosexuales, Transexuales y Bisexuales en Honduras, basada en Violaciones a los Derechos Humanos y enfrentamiento a crímenes de Odio. La charla correrá a cargo de Alex, activista LGTB que pidió asilo político en España a través de Amnistía Internacional porque él mismo fue perseguido. Entró pronto en contacto con CRISMHOM porque la persona de Amnistía que llevó su acogida en Madrid le puso en contacto con nosotros. Se ha integrado en esta comunidad y se ofrece a compartir su testimonio con nosotros. Pese a su juventud, durante su primer año de estancia en Madrid ha participado en bastantes charlas de sensibilización en colaboración con diversas asociaciones y entidades. Para más detalle del contenido y contexto de la charla, sigue leyendo. Para escuchar o descargar el audio de esta charla, pulse el siguiente enlace.Ayuno: abstenerse de lo habitual para dejar paso a lo inesperado. ¿Me comporto con coherencia cristiana? ¿En qué situaciones vivo encerrado en mi propio amor, querer e interés? ¿A qué no soy capaz de renunciar por amor?
Limosna: la fuerza de los pequeños gestos. ¿Cuáles son mis faltas de omisión en el servir y amar al prójimo? ¿Cómo está el termómetro de mi solidaridad, de la compasión, de dejarme afectar por la necesidad del otro?
Oración: la alegría de escuchar y acoger La Palabra. ¿Cómo está mi relación con Dios? ¿Escucho y acojo La Palabra?
La Cuaresma no es tanto un tiempo de castigo cuanto de curación.
La Cuaresma es una época de especial reflexión y oración, un retiro de cuarenta días en que cada cristiano, en la medida de sus posibilidades, trata de seguir a Cristo al desierto mediante la oración y el ayuno.
De este modo, para la iglesia, la Cuaresma no es un tiempo de prácticas penitenciales formales, sino un tiempo de metanoia (cambio), la conversión de todas las mentes y corazones a Dios, en preparación para celebrar el misterio Pascual.
Thomas Merton
Dame, Señor, la fe que no razona y que en todo te ve.
Esclarece los ojos de mi alma, dame vida de fe.
Yo no entiendo el porqué de muchas cosas, pero confío en ti.
Cuando Tú lo permites y lo dispones, convendrá así.
Que eres el más amante de los padres, no lo puedo dudar.
Por eso, aunque me aflijas, te quiero siempre amar.
Quiero vivir unido siempre a tu voluntad y verte a Ti en todos los sucesos de mi vida.
Y, ciegos los ojos del sentido, que ni entienden ni ven,
elevar mi mirada hacia el cielo, «por la vida de fe».
Se acerca la Cuaresma, tiempo de reflexión. Tiempo para caer en la cuenta, tiempo de revisión. Se inicia el miércoles de ceniza, con el deseo de conversión.