Sin empeñarme en hacer cosas que Dios no me pide
Sin empeñarme en hacer cosas que Dios no me pide. Esperando pacientemente su llamada, el torpe atisbo de su voluntad. Dando gracias por las pequeñas luces de cada día.
Sin empeñarme en hacer cosas que Dios no me pide. Esperando pacientemente su llamada, el torpe atisbo de su voluntad. Dando gracias por las pequeñas luces de cada día.
Te seguiré a donde me lleves,
sin adelantarme, sin forzar el paso;
Sabiamente ignorante,
iré donde no sé,
puesto el corazón en ti, te seguiré.
Sin acelerar el paso. A veces queremos ir más lejos de lo que el mismo Dios nos pide. Sin forzar el paso, sin exigir a los demás lo que ni a nosotros mismos nos exigimos.
Tras la sentencia dictada por el Tribunal Europeo de Derechos Humanos según la cual Austria discriminó a una mujer por negarse a examinar su solicitud para adoptar al hijo biológico de su compañera, debe emprenderse una reforma legislativa, ha manifestado Amnistía Internacional.
Grandes y llamativas son las puertas que nos llevan a la infelicidad. Hagamos todo lo posible, con todas nuestras fuerzas, por entrar por la puerta estrecha, porque esa nos llevará a la felicidad.
Comunión es respetar a los que piensan de forma diferente a lo que es nuestra opinión. Comunión es el valor de no callarse y enfrentarse a la injusticia como lo hizo nuestro Dios.
‘Venid, benditos de mi Padre, y recibid en herencia el Reino que os fue preparado desde el comienzo del mundo, porque tuve hambre, y me disteis de comer; tuve sed, y me disteis de beber; estaba de paso, y me alojasteis; desnudo, y me vestisteis; enfermo, y me visitasteis; preso, y me fuisteis a ver’. Los justos le responderán: ‘Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, y te dimos de comer; sediento, y te dimos de beber? ¿Cuándo te vimos de paso, y te alojamos; desnudo, y te vestimos? ¿Cuándo te vimos enfermo o preso, y fuimos a verte?’. Y el Rey les responderá: ‘Les aseguro que cada vez que lo hicisteis con el más pequeño de mis hermanos, lo hicisteis conmigo’.
La primera respuesta al amor de Dios es a través de la fe, acogiendo llenos de estupor y gratitud una inaudita iniciativa divina que nos precede y nos reclama.
El «sí» de la fe marca el comienzo de una luminosa historia de amistad con el Señor, que llena toda nuestra existencia y le da pleno sentido.
Sin embargo, Dios no se contenta con que aceptemos su amor gratuito. No se limita a amarnos, quiere atraernos hacia sí, transformarnos de un modo tan profundo que podamos decir como San Pablo: ya no vivo yo, sino que Cristo vive en mí (Ga 2, 20).
Cuando dejamos espacio al amor de Dios, nos hace semejantes a Él, partícipes de su misma caridad. Abrirnos al amor de Dios significa dejar que Él viva en nosotros y nos lleve a amar con Él, en Él y como Él; sólo entonces nuestra fe llega verdaderamente a «actuar por la caridad» (Ga 5, 6) y Él mora en nosotros (1 Jn 4, 12).
Ayuno: abstenerse de lo habitual para dejar paso a lo inesperado. ¿Me comporto con coherencia cristiana? ¿En qué situaciones vivo encerrado en mi propio amor, querer e interés? ¿A qué no soy capaz de renunciar por amor?
Limosna: la fuerza de los pequeños gestos. ¿Cuáles son mis faltas de omisión en el servir y amar al prójimo? ¿Cómo está el termómetro de mi solidaridad, de la compasión, de dejarme afectar por la necesidad del otro?
Oración: la alegría de escuchar y acoger La Palabra. ¿Cómo está mi relación con Dios? ¿Escucho y acojo La Palabra?