Amigos y compañeros en el Señor

Viviendo dispersamente, sin compañía, Dios confía en la persona fomentando el discernimiento personal. Siguiendo a Dios pobre y humilde. Sin lugar para reclinar la cabeza, ofreciendo servicios de balde, sin llamar la atención material. Nos hacemos amigos y compañeros en el Señor.


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