7 de Agosto de 2016
Decimonoveno Domingo del Tiempo Ordinario
[ESTÉN] PREPARADOS Y CON LAS LÁMPARAS ENCENDIDAS…
Lucas 12:32-48
Texto Evangélico de DHH
Otras lecturas: Sabiduría 18:6-9; Salmo 33:1, 12, 18-19, 20-22; Hebreos 11:1-2, 8-19
Lectio:
Aunque los autores y las épocas de los tres textos de hoy son totalmente distintos, su contenido y su propósito siguen una línea común que los conecta con el espíritu que hallábamos en los pasajes bíblicos del domingo pasado. Veamos algunos ejemplos de los temas fundamentales. (Para ahorrar espacio, omito las citas literales.) En la primera lectura, dirigida a la comunidad judía de Alejandría en el siglo I, el autor recuerda las pasadas acciones salvíficas de Yahveh, su liberación de la servidumbre de Egipto gracias a la fidelidad de Dios a sus promesas. Los sentimientos del antiguo Israel, su “seguridad”, anticipaban la “fe” que Dios le pedía a su pueblo en aquel momento, mientras esperaban una nueva liberación. El fragmento de Hebreos también pone de relieve la fe (que aparece 24 veces como nombre y otras dos como verbo en el capítulo 11): es el vínculo que conectaba los distintos personajes del Antiguo Testamento, desde Abel hasta Samuel entre otros muchos. La fe es lo que los movió a todos…aunque pocos de ellos pudieron ver cumplidas las promesas de Dios. El autor anima a sus lectores a poner la confianza en Cristo, que lleva a su perfección la fe que procede de él mismo (12:2). Ambos pasajes dirigen nuestra atención hacia el futuro y nos preparan para comprender el contenido de un texto tan complejo como el Evangelio de Lucas que hoy leemos.
Después de las palabras de Jesús contra la codicia del domingo pasado, el leccionario ha omitido una breve sección en la que se nos daban ejemplos de cómo Dios conoce las necesidades que tenemos los humanos y cómo se ocupa de nuestras vidas. Jesús nos invita a poner la confianza en el Padre, que nos proporcionará alimento y vestido: recordemos que en la oración que les enseñó Jesús a los discípulos, incluía una petición del “pan de cada día” (Lucas 11:3). Jesús es consciente de nuestros temores frente al futuro y cómo intentamos sentirnos seguros confiando en nuestras posesiones más que en la generosidad de Dios. Así, la nueva sección comienza con un llamamiento a la confianza: desechen cualquier temor, porque el Padre se complace en “darles el reino”. A primera vista, la promesa puede parecer abstracta, pero implica una actitud y un número de detalles que reflejen en nuestra vida la generosidad que nos ha mostrado Dios mismo. Una vez más, “vendan lo que tienen y den a los necesitados”, pongan su confianza en los tesoros del cielo, única posesión que no puede ser destruida (12:33-34)… La generosidad humana debe ser reflejo de la propia generosidad de Dios (Salmos 107:9; 145:16). De nuevo se contrasta la confianza en Dios con la codicia humana.
Este no es más que el punto de partida de un nuevo llamamiento a enfrentarse con el futuro. No es la actitud equivocada de quienes consideran el reino como algo “caído del cielo”, sino como un estilo de vida. “Estar preparados y tener encendidas las lámparas” significa adoptar una actitud dinámica y práctica, muy lejos de la pereza que en otra ocasión criticará Pablo: “El que no quiera trabajar, que tampoco coma” (2 Tesalonicenses 3:19). Obviamente, el texto de Lucas está escrito cuando la primera comunidad cristiana ya ha descartado la vuelta inmediata del Señor. Jesús comparará a los discípulos con criados a quienes se les ha confiado una tarea de la que se les va a pedir una respuesta diligente. Curiosamente, en la primera comparación, es el amo quien “se ceñirá” y se pondrá a servir” a los criados (12:37)… y el gesto nos recuerda el mismo de Jesús, que adoptó la actitud de un siervo en la Última Cena (Juan 13:1.20).
Meditatio:
No es ésta la primera vez que encontramos el término “fe” como elemento central de nuestras lecturas. Uno de los riesgos que corremos al enfrentarnos con palabras religiosas comunes es proyectar sobre ellas prejuicios o interpretaciones heredadas, o nuestro propio contexto sociocultural…, hasta tal punto que, al cabo, damos por sentado algo que el término o el concepto no significa necesariamente. En el caso de la “fe”, tendemos a reducirla a una cuestión de aceptar ciertos dogmas o creencias, mientras que en nuestros textos se relaciona en realidad con actitudes, especialmente las que entrañan un estilo de vida, una manera de entender la realidad, un compromiso personal con Dios o con Jesús en un espíritu de confianza, un proyecto para vivir y afrontar el futuro y construir un mundo conforme a los designio misericordiosos del Padre… ¿Cuál de estas piezas completa el rompecabezas de nuestra vida? ¿Cuáles son los elementos que vertebran nuestra existencia? ¿En qué medida compartimos las actitudes de Abraham, Pablo, la primera comunidad de Jerusalén o Tesalónica? ¿De qué modo podemos convertirnos en “constructores del reino de Dios”, ministros y transmisores de un mensaje de generosidad esperanzada?
Oratio:
En estos momentos de agitación social y pesimismo ideológico, me permito sugerir una única oración por nuestro mundo angustiado. Pidamos confianza en Jesús como fuente de esperanza en la acción salvífica de los designios de Dios. Para que quienes viven en medio de la angustia encuentren “razones para la esperanza”, y para que quienes vivimos en la esperanza la convirtamos en fuente de compromiso dinámico con el crecimiento y el avance del reino de Dios.
Contemplatio:
Son varias las ocasiones en que Jesús nos insta a “estar despiertos y vigilantes” porque no sabemos “ni el día ni la hora”. Tendemos a entender sus palabras sin demasiado rigor. Pero imaginemos que supiéramos que no nos queda más que una hora antes de la “vuelta del Señor”. ¿Cuál sería nuestra actitud, qué haríamos en un espacio de tiempo tan corto?
Reflexiones escritas por el Rvdo. D. Mariano Perrón,
Sacerdote católico,
Arquidiócesis de Madrid, España