La lectura de este artículo, publicado en Iglesia Viva, propone caminos no siempre explorados y deja preguntas abiertas; ¿Podemos ignorar por completo la realidad de las parejas cristianas homosexuales? ¿No es el mejor destino de vida vivir humanamente su amor dentro de un matrimonio de manera equilibrada, sana y de acuerdo con el espíritu cristiano? ¿No están contribuyendo los cónyuges en edificarse uno al otro y, en definitiva, a salvarse ambos? ¿Podemos pensar un modelo de matrimonio para las personas del mismo sexo? ¿Ha de ser ese modelo necesariamente idéntico al heterosexual? Su respuesta: “repensémoslo juntos”.