2017-02-02 Luz para alumbrar a las naciones

Introducción.
El tiempo no se detiene, está regido por la ley de la sucesión de momentos y nunca para. Nos parece que hace nada estábamos celebrando la navidad, el nacimiento de Jesús, pero queridos hermanos, ya de eso hace cuarenta días y, el niño que con tanta ilusión esperamos durante el adviento, y con tanta alegría recibimos en la noche santa de navidad, ahora es presentado en el templo, para cumplir con lo que la ley de Moisés tenía dispuesto, ofrecer al primogénito y purificar a la Madre; José y María como judíos de fe, obedientes a Dios, acuden al templo. En este momento de oración, nos vamos a unir a ellos para acompañarles.  
 
A lo largo de los siglos este día se ha considerado también como fiesta en honor de la madre de Jesús, pero después del Concilio Vaticano II, se ha reafirmado que es una fiesta del Señor. Es importante tener en cuenta que en la fe popular, este día está muy arraigado, como Fiesta de la Candelaria.
 
1. Vídeo.  
 
2.  Textos Bíblicos.  Lectura del libro de Malaquías (3,1-4)
Así dice el Señor: “Mirad, yo envío a mi mensajero, para que prepare el camino ante mí. De pronto entrará en el santuario el Señor a quien vosotros buscáis, el mensajero de la alianza que vosotros deseáis. Miradlo entrar –dice el Señor de los ejércitos–. ¿Quién podrá resistir el día de su venida?, ¿quién quedará en pie cuando aparezca? Será un fuego de fundidor, una lejía de lavandero: se sentará como un fundidor que refina la plata, como a plata y a oro refinará a los hijos de Leví, y presentarán al Señor la ofrenda como es debido. Entonces agradará al Señor la ofrenda de Judá y de Jerusalén, como en los días pasados, como en los años antiguos.”
Palabra de Dios 
 
Lectura del santo evangelio según san Lucas (2,22-40):
Cuando llegó el tiempo de la purificación, según la ley de Moisés, los padres de Jesús lo llevaron a Jerusalén, para presentarlo al Señor, de acuerdo con lo escrito en la ley del Señor: «Todo primogénito varón será consagrado al Señor», y para entregar la oblación, como dice la ley del Señor: «un par de tórtolas o dos pichones.» Vivía entonces en Jerusalén un hombre llamado Simeón, hombre justo y piadoso, que aguardaba el consuelo de Israel; y el Espíritu Santo moraba en él. Había recibido un oráculo del Espíritu Santo: que no vería la muerte antes de ver al Mesías del Señor. Impulsado por el Espíritu, fue al templo. 
Cuando entraban con el niño Jesús sus padres para cumplir con él lo previsto por la ley, Simeón lo tomó en brazos y bendijo a Dios diciendo: «Ahora, Señor, según tu promesa, puedes dejar a tu siervo irse en paz. Porque mis ojos han visto a tu Salvador, a quien has presentado ante todos los pueblos: luz para alumbrar a las naciones y gloria de tu pueblo Israel.»
Su padre y su madre estaban admirados por lo que se decía del niño. 
Simeón los bendijo, diciendo a María, su madre: «Mira, éste está puesto para que muchos en Israel caigan y se levanten; será como una bandera discutida: así quedará clara la actitud de muchos corazones. Y a ti, una espada te traspasará el alma.»
Había también una profetisa, Ana, hija de Fanuel, de la tribu de Aser. Era una mujer muy anciana; de jovencita había vivido siete años casada, y luego viuda hasta los ochenta y cuatro; no se apartaba del templo día y noche, sirviendo a Dios con ayunos y oraciones. Acercándose en aquel momento, daba gracias a Dios y hablaba del niño a todos los que aguardaban la liberación de Jerusalén. Y, cuando cumplieron todo lo que prescribía la ley del Señor, se volvieron a Galilea, a su ciudad de Nazaret. El niño iba creciendo y robusteciéndose, y se llenaba de sabiduría; y la gracia de Dios lo acompañaba. 
Palabra del Señor 
 
3. Pautas para la reflexión personal.  
Sin duda, el protagonista de este día es Jesús niño, y luego sus padres, pero también en esta escena intervienen dos grandes personajes, y el evangelista, como si de un guión se tratase, nos hace una descripción bastante detallada de su forma de ser, de la forma en que estos creyentes vivían su relación con Dios y, de las actitudes que deben caracterizar a los hombres y mujeres de fe;  Son ellos Simeón y Ana.
 
Simeón:
*Hombre piadoso y justo.  Su relación con Dios es profunda y de cercanía, le conoce y le ama.
*Hombre que esperaba la liberación . Simeón era uno de tantos judíos que aguardaba la llegada del Salvador y, a pesar de que los años iban corriendo e iba viendo el final de su vida, no perdía la esperanza. Confiaba en que el Señor iba a cumplir su promesa. El paso del tiempo, los desengaños de la vida, las dudas,… no habían minado su confianza en Dios; al contrario, alimentaban la esperanza de que Dios algo tenía que decir en esta historia; tenía que manifestarse con claridad.
*El Espíritu Santo estaba en él . No sólo estaba, sino que le movía; movido por él fue al Templo. Hombre de Dios, que se deja conducir y guiar por Él, atento a las señales del Espíritu, conocedor de las llamadas al corazón, persona que sabe discernir, que intuye los caminos de Dios. Hoy diríamos hombre de profunda espiritualidad.
*Hombre que bendice a Dios . Reconoce la presencia de Dios en su vida y manifiesta con espontaneidad su gozo, su alegría, su agradecimiento. Dios es la verdadera alegría de su vida, lo que verdaderamente le llena, lo que mueve, su razón de vivir. También es portador de una promesa, que verá a Dios y, una vez que la ha visto cumplida ve realizada su vida (puedes dejar morir en paz a tu siervo).
*Hombre que anuncia a Jesús . Simeón intuye que la presencia de Dios en el mundo no va a dejar indiferente a nadie, a algunos les gustará y a otros les será muy incómoda. Será luz que ilumine y que muestre las cosas tal como son. Esto será alegría para unos y desencanto para otros; unos serán ensalzados y otros serán humillados. A María le tocará ser testigo de estas contradicciones y acompañar, muchas veces en silencio y sin comprender, esta vida de Jesús que será signo de contradicción.
 
Ana:
*Anciana.  Con mucha sabiduría adquirida a lo largo de los años, había estado casada pero luego tuvo que llevar la carga de la viudez, que en su época no era precisamente una condición muy bien vista.
*Entregada a Dios.  Dedicaba su vida a la alabanza del Señor. 
*Mensajera del Señor.  Recibe la buena noticia y va a comunicarla en su entorno.
 
4.  Silencio.  Ecos, Peticiones.
 
5.  Acción de Gracias
Vamos a pensar muy conscientemente, en todos los motivos que tenemos para dar gracias al Señor y a repasar en nuestro interior, todas las promesas que de Dios hemos recibido y, cómo nos las ha ido cumpliendo.
 
Preguntémonos si realmente esperamos del Señor lo que El nos ha prometido, a su Hijo, o si buscamos o esperamos de El, soluciones a modo de fórmulas mágicas, en definitiva, si buscamos al Dios de los consuelos o solamente los consuelos de Dios.
 
Rezamos juntos:
«Ahora, Señor, según tu promesa, puedes dejar a tu siervo irse en paz, porque mis ojos han visto a tu Salvador, a quien has presentado ante todos los pueblos: luz para alumbrar a las naciones y gloria de tu pueblo Israel.»
 
5.  Padre Nuestro 
 
6.  Oración Comunitaria.  Señor Jesucristo, imploramos tu protección e intercesión ante el Padre por toda la comunidad LGTB, por todas aquellas personas que no se aceptan a sí mismas, que sufren en soledad, son perseguidas por su orientación sexual o su identidad de género y que no son comprendidas, ni aceptadas en su entorno más cercano. También te damos gracias y te pedimos por Crismhom, para que juntos construyamos tu Reino y seamos luz y faro en nuestra comunidad LGTB de Madrid. Amén.
 
7. Canto. Sé mi luz
Sé mi luz, enciende mi noche,
Sé mi luz, enciende mi noche,
Sé mi luz, enciende mi noche,
mi noche, sé mi luz.
 
El camino sin ti es tan largo
y tu llanto acoge mi dolor.
Tu Palabra acalla mi miedo
y tu grito se expresa en mi canto.
 
SÉ MI LUZ…
 
 

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