[Redacto esta bagatela pero no se me olvida ni un milisegundo la suma del dolor de mis hermanos ]
Umetate. Suena a humedad, ¿verdad? Umetate Chi, 埋立地, es el término japonés para llamar a las tierras ganadas al mar.
Ya sabéis que me pirran las metáforas simbólicas. Quienes no disfrutamos con sólidas mónadas soñamos con símbolos. Construir sobre el agua… Nosotros, gais, lesbianas, bisexuales, transexuales, queers rarit@s y heteros-amigables-sin-miedos parece que estamos todo el rato construyendo sobre el mar, creando territorio nuevo habitable, porque en las parcelas urbanas normales no nos lo ponen fácil.
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El aeropuerto de Kansai, en Japón, es todo él territorio ganado al mar. La mala noticia es toda esa energía [ = humo ] que ha costado remover tanta tierra. Pero… ¡su belleza simbólica…! Además, ahí en el mar no molestan los reactores.
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Otro aeropuerto, el de Schiphol, en Ámsterdam, también hecho así. Donde ahora aterrizamos turistas homologados, igualados por el rasero de la banalidad, hubo en 1573 una batalla naval. Ahora ganado al mar y cuatro metros bajo su nivel.
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Nosotros seguimos creando nuestros espacios de resistencia, nuestros pequeños invernaderos y palafitos, aislados de un entorno más o menos hostil. No nos engañemos, la higa, el gesto del dedo de en medio resulta abrumador. Mis alumnos lo usan y a mí me cuesta despojárselo de sentido. Ellos los llaman el dedo palabrota. También lo he visto por ahí con forma de espino de alambre fronterizo, dedicado a los horrores de nuestros días. Lo pongo abajo, aparte, para que no me manche estas letras. Es de mal gusto porque mezcla churras con merinas, tal vez confunde dos temores distintos. El insulto jaculatoria que te d** p** c*** que se jacula diez veces por segundo en las autopistas, calles y aceras de España…. No tiene buen arreglo. A mí personalmente se me ha ocurrido una apostilla: añadirle …y que no te guste. Nuestro arreglo habitual ha consistido en irnos, vivir en territorio aparte. Por supuesto puede venir a tomar un té al palafito quien se acerque en son de paz.
Nuevas tierras emergidas, creación de Dios.
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Las islas volcánicas aparecen de repente y aportan territorio nuevo al país. Aquí nos pasó con Lanzarote o Fuerteventura, mucha de cuya extensión actual surgió en el siglo XVIII. Los gais hemos ido tirando piedras al fondo —sobre todo nosotros los gais, creo yo, quizá más abundantes estadísticamente— piedras al fondo, digo, para ir poco a poco cimentando nuestro palafito. Nuestros tíos-bisabuelos solterones tiraban unas piedras desde su barca, la perdían de vista en los fondos, pero volvían a tirar otras encima en la confianza de que harían cimiento ahí para su propia Ciudad Aparte Flotante. Expulsados de la Oficial. Y así ha sido. Una trabajera impresionante, una labor callada y paciente.
A lo mejor un día de estos revuelve Dios la geología, la tectónica, y consolida nuestros cimientos. O los eleva por encima del nivel del Mar de la Dignidad. O igual nos hace emerger tierras nuevas donde asentarnos, nuevas penínsulas.
¡Paz&Bien! Castos besos desde vuestras pantallas. Si a alguien le molestan estas idas de olla mías, que me lo diga y las borro en otro milisegundo.
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