Sobre la contemplación de un niño. Acercarse sin necesidad de decir nada, con sencillez y humildad, sin tener que aparentar nada. Indefenso nos desarma. Es mucho más lo que crea en nosotros sin hacer nada, que lo que logramos nosotros, queriendo hacerlo todo. Gracias, Dios mío, gracias, porque quisiste mostrarme tu rostro: el rostro de un niño.