“Cuando recéis, no uséis muchas palabras, […] pues vuestro Padre sabe lo que os hace falta antes de que lo pidáis” (Mt 6, 7-15). Mi queridísimo. Señor, me pongo delante de ti en ausencia de palabras. Con ánimo inestable confío en los planes de felicidad que tienes para mí. Sin dilucidarlos con claridad, hágase tu voluntad para en todo amarte y servirte. Cuida de tu siervo, que él a su vez pueda cuidar de otros y de sí mismo. Tu mirada sobre nosotros nunca se interrumpe ni se empaña.