Sagrario, nombre de mujer [ ¡ o de varón ! ]

 

Gloria Fuertes, decía:

 

 

Aunque parezca mentira, Dios existe, es verdad. Nadie puede hacer a nadie creer en Dios. Hay que sentirlo uno mismo, porque resulta que está debajo de tu corbata, de tus zapatillas, detrás de la mirada de los hombres. Se puede enseñar aritmética, historia, filosofía, pero enseñar a creer en Dios a alguien que no cree… ¡qué error!

 

 

[…] Me lo presentó una amiguita del barrio, la primera persona que quise, sin ser de mi familia. Las miradas, los diálogos, los cantos, la felicidad que irradiaba esa chica traslucía algo que, aunque era tan humano y tan de aquí, tenía otro Aire, y ese Aire yo lo pondría con mayúscula. La primera vez que quise a alguien empecé a vislumbrar a Dios.

 

Lo que más me atrae de este mundo, en el que llevo más de medio siglo, es la humanidad, algo que está muy desprestigiado. Intuyo la bondad de Dios en todo, y prefiero una persona auténticamente buena a otra muy inteligente que no sea buena. Prefiero la bondad a la fama, a la popularidad, a todo. Sólo me atrae la gente buena. Por eso tengo la convicción de que hay Alguien que es el bueno por excelencia, el Foco de la Bondad. Y a mí, que no me gusta ser «fan» de nadie, que no me quito el gorro ante ningún ser humano, pues soy únicamente «fan» de Dios. Que no sé cómo es, pero que sin duda actúa con un amor y una super-justicia invisible. Por eso me interesa mucho ser su amiga y quererle. Me interesa Dios, aunque Él no se entere.

 

 

Mucha gente me dice y en muchos lados leo que ven a Dios en las galaxias, en la belleza del mundo y sus colores. La variedad de lo inerte y lo vivo en tantas formas.

 

Pero yo Le veo más bien en otro sitio. Sagrario pudiera ser nombre masculino.

 

 

Porque parece estar en algunos hombres.

 

Parecen sagrarios, Dios dentro; y fuera, halo de Dios.

 


 

 

¡QUEREMOS FILOSOFÍA CON ABREFÁCIL !

 

Vosotros habéis leído a Martín Heidegger, a Manolo Kant, a los tótems del pensamiento occidental. Yo ya no puedo, lo estoy dejando. Me emboto. Tomo un párrafo, no entiendo nada.

 

 

 

 

Los pronombres remiten a varias palabras posibles, hay predicados que no se sabe con qué sujeto anterior van. Una oración relativa se queda flotando en suspenso… Pero incluso con redacción y traducción perfectas hay párrafos de Luis Wittgenstein cuyo fino significado destilado sólo nos podría comunicar él mismo de viva voz, en un café. ¡No entiendo nada!

 

¡Queremos filosofía con abrefácil!

La lectura de la Filosofía occidental yo ya lo estoy dejando. Había por ahí un tal Richard Rorty…

 

El relato de la historia de la filosofía es una de las herramientas más poderosas de persuasión con que contamos los filósofos

 

 

…y tal vez la única. Subordinada a la Teología. Esta frase, que cuando yo tenía un cuerpo joven me parecía fofa, propia de perdedores, ya la asumo, la defiendo: Philosophia ancilla Teologiæ, servidora de la Teología. Porque Ego sum via, veritas et vita.   Juan catorce seis, con eso nos basta.

 

 

 

 


 

Abandono este blog porque ahora intento dedicarme sólo a la adoración y la escultura. Los gais tradicionalmente le hemos tirado mucho a la poesía, la música, y la danza, pero nuestro arte es la escultura.

 

Escultor

 

 

 

Pasa que tengo dos problemas para escribir de religión, numinosidad, espiritualidad, Fe, liturgias, masallá, Dios Personal, Trinidad, mirad el interior de mi cráneo.

 

 

 

La comparación no es buena, en rigor lo de dentro del cráneo no puede compararse con nada, no podemos desde los sesos isomorfizar los sesos, pero bueno, venga, sigo. Llaman «mosca» al logotipo del canal que está posado en un rincón de la pantalla. Belcebú, etimología del señor de las moscas.

 

 

Tengo dentro de mí varios canales, demasiados, pero hay tres que me dan problemas y por eso dejo de escribir aquí.  Cuyas moscas son estilizados logotipos sobre tres letras, respectivamente la R,  la M y la  I.

El canal R es lo que veo por mis ojos, Canal Realidad. A su lado, el canal Memoria, guarda un histórico de lo que hemos visto por R.

Después hay un canal fantástico que DiosaDios nos regaló, una cosa genial. El canal Imaginación, i, sin adjetivacion posible de lo entretenido y bueno que es. A veces hay que censurarlo un poco, o callarle el sonido, porque se pasa varios pueblos. Mucho mejor que el canal erre cuando conduzco por los túneles de la eme treinta o cuando me echa una bronca la jefa.

Y después está el canal P, que no todo el mundo tiene, ni siquiera tengo claro que yo lo vea: Profecía. Lectores: se me mezclan los canales. Se conoce que he vuelto a perder el mando. Soy incapaz de distinguir especialmente los canales pe e i. Así que es mejor que no os comparta nada de lo que veo en toda esta sala. Me callo.

 

 

Otro problema, por eso dejo el blog. Mis intuiciones son rápidas y múltiples. Me recuerdan también a las salas de control de los satélites. Cada uno de esos operarios es una vocecita intuitiva mía. A veces se marchan a los pasillos, a orinar, a echar un cigarro. Y claro, salgo de casa sin llaves porque esa vocecita, la de recordarme cosas, estuvo ausente justo en los tres segundos en que era necesaria. Dentro de mi cráneo el pensamiento va a gran velocidad.

 

 

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Cuando hablo, debo concentrar todas mis voces de la intuición y de mi memoria en una sola, para decirte cosas. Y en esa reducción pierdo mucha velocidad.

 

Pero es que ni siquiera debo hablar, porque la humildad y el servicio no es hablarte con mi verborrea, sino escucharte. De modo que calladito, más guapo ―masculino― atento.

 

Y cuando escribo por la impresora de mis dedos, más lento aún. ¡Es desesperante! Intolerable. No quiero escribir más. Sería genial poder conectar cabezas, compartir masa encefálica por un cable. Telepatía. Te quiero, lectora, es todo. Y basta. Me caes bien. Nada más que decirte, mejor escucharte. A Dios.

 

 

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