Señor, aunque no merezco que atiendas mi gemido, por lo mucho que has sufrido, recibe lo que te ofrezco y dame lo que te pido.
A ofrecerte, Señor, vengo mi ser, mi vida, mi amor, mi alegría y mi dolor, cuanto puedo y cuanto tengo, cuanto me has dado, Señor.
Da cambio a esta alma llena de amor que vengo a ofrecerte, dame una vida serena, y una muerte santa y buena. Cristo de la buena muerte.