Cuando yo tenía un cuerpo niño circulaban revistas de moda, música, coches y entretenimiento en cuyas páginas centrales había un póster. Abrías las grapas y luego lo ponías con cuatro tachuelas en una pared de tu habitación, si es que te dejaban. Después me he dado cuenta de que todo eso, que vivía con inconsciencia, bien pudo ser una gran suerte. Una infancia razonablemente feliz. Intuyendo que ya tenía algo distinto que habría de surgir.
Os propongo para vuestra habitación un póster que acabo de delinear. Lo podéis descargar de aquí mismo, os lo regalo. Pero, ojo, no lo mandéis a vuestra impresora porque es enorme, formato A0. Id a un sitio especial de fotocopias o de impresión, o enviadlo a un amigo arquitecto, que os lo imprima con una impresora especial para planos arquitectónicos, digamos un plotter, porque este mapa de vuestra vida mide más de ochenta centímetros de ancho, unas treinta y dos pulgadas, y es aún más largo.
Ya os digo que la impresión no es barata, pero tal vez os merezca la pena. En esa hoja os pongo sitio para veinticuatro años.
Algunos estamos a un lado de la brecha digital. Para quienes están al otro, pueden tomar una gran hoja de papel blanca, o una pared, y trazarle rayas sin más. Y a cada raya, paralela, agregarle pacientemente trescientas sesenta y cinco rayitas, o cuadritos, a cada línea-año.
Como en los mapas habituales, donde leemos palabras gigantes, América, Asia, Pacífico, África, y palabritas pequeñas que designan ríos afluentes y pueblecitos, id poniendo en ese mapa, en cada día, mes, o en cualquier amplia zona, los sucesos, las ocurrencias de vuestra vida y pegadlo con cuatro chinchetas en una pared muy vuestra.
Me llevé una sopresa. Aparecieron líneas de serendipias, cruces, triangulaciones, elipses… Fue para mí fecundo ver, de un sólo golpe de vista, el póster de mi vida, BigData de mí mismo, porque no se parecía al esquema mental que yo me había hecho dentro de mi cráneo.
Los desiertos, que duraron palmos y palmos de terreno.
Aquellos inacabables cursos aprendiendo cosas que tengo olvidadas.
Meses y meses enfermo.
Los momentos de plenitud formato Tabor, que en el mapa ocupan
una pizca, medio milímetro, pero que alumbran como faros
lo de
delante.
Y a veces hasta iluminan el pasado. Los laberintos… Deberíais revolver vuestro almacén de viejas agendas, o calendarios guardados, e ir escribiendo jalones en este mapa. Las fechas en que disteis volantazos en vuestras vidas,
el domingo que me presentaron a X.
Aquel jueves en que no vino Z ni tampoco B, pero sí apareció A.
La semana que viajásteis a W.
La tarde que salí del armario.
Esa mañana, en el kurro, en el trabajo
en que me di cuenta de que te pasas
t o o o o da
la
vida
saliendo del armario.
Mi vida en un golpe de vista. A mí me sirvió de mucho, me gustaría que a vosotros también. Un día y su noche, un punto blanco y otro negro. Vistos desde cerca son sólo eso. Te levantas y te alejas de esta tu pantalla. Lo ves de otro modo.
Los años enseñan cosas que los días ignoran. El todo es más que la simple suma de las partes. ¡Holismo! Castos pero largos besos desde vuestra pantalla. Hoy empieza el año litúrgico, que Dios nos siga cuidando.