En la pluma de Teresa de Jesús confluyen las razones de sus tesis: la condición del hombre y mujer, la necesidad de Cristo, el ejemplo de los santos, su propia experiencia. Todo se resume en una convicción personal: Cristo es el camino, el modelo, es la suprema revelación del amor de Dios y la fuente de toda gracia.
La meditación continua en la humanidad de Cristo desemboca en la contemplación de las imágenes de Jesús, como camino y método para una presencia continua de Cristo. La vida cotidiana de Teresa de Jesús está marcada por las imágenes de Cristo en todos los momentos de su vida, porque no sólo se dejó cautivar por la infancia o la pasión de Jesús, sino que cualquier momento narrado en los evangelios, será un manantial de oración para ella.