Acostumbramos a mirar, sin ver, aquello que sucede a nuestro alrededor. Si aprendemos a mirar y ver, llegaremos a darnos cuenta que todo aquello que muere o se destruye a nuestro alrededor proviene del corazón humano.
Matamos con el corazón.
Ya Jesús de Nazaret dijo hace más de 2.000 años: «No lo que entra en la boca contamina al hombre; mas lo que sale de la boca, esto contamina al hombre. Lo que sale de la boca, del corazón sale.»
La solución no es callar.
Callando aquello que radica en nuestro corazón, y en nuestros pensamientos, sigue estando y, sin que lo veamos con los ojos, destruye los mejores brotes en nuestro interior y exterior a largo plazo.
Las formas políticamente correctas, cuando no corresponden a la verdad, muchas veces matan más que las palabras dichas. Pero los silencios son igual de mortíferos.
La solución radica en un trabajo con un espíritu valiente, continuado y autentico de ENCUENTRO con nosotrxs mismos y con aquellxs que nos rodean en la plena VERDAD.
Matamos con el corazón.
Tratemos de vivir con un corazón descargado.