
Se llaman así porque todas empiezan, en latín, con la exclamación «O», en castellano «Oh». También se llaman «antífonas mayores».
Fueron compuestas hacia los siglos VII-VIII, y se puede decir que son un magnífico compendio de la cristología más antigua de la Iglesia, y a la vez, un resumen expresivo de los deseos de salvación de toda la humanidad, tanto del Israel del A.T. como de la Iglesia del N.T.
Son breves invocaciones dirigidas a Cristo Jesús, que condensan el espíritu del Adviento y la Navidad. La admiración de la Iglesia ante el misterio de un Dios hecho hombre, y la comprensión cada vez más profunda de su misterio. Con la súplica urgente: «ven».
Cada antífona empieza por una exclamación, «Oh», seguida de un título mesiánico tomado del A.T., pero entendido con la plenitud del N.T. Es una aclamación a Jesús el Mesías, reconociendo todo lo que representa para nosotros. Y termina siempre con una súplica: «ven y no tardes más».

O Sapientia = sabiduría, Palabra
O Adonai = Señor poderoso
O Radix = raíz, renuevo de Jesé (padre de David)
O Clavis = llave de David, que abre y cierra
O Oriens = oriente, sol, luz
O Rex = rey de paz
O Emmanuel = Dios-con-nosotros.
Leídas en sentido inverso, las iniciales latinas de la primera palabra después de la «O», dan el acróstico «ero cras», que significa «estaré mañana, vendré mañana», que es la respuesta del Mesías a la súplica de sus fieles.
Estas antífonas se cantan antes y después del Magnificat en las Vísperas de estos siete días, del 17 al 23 de diciembre, y también, en otra versión, como versículo del aleluya antes del evangelio de la Misa de cada uno de esos dias.