Feliz Pascua de Resurrección

Exulten por fin los coros de los Ángeles, exulte la alegría de los niños, de nuestros hijos, sobrinos y nietos.

Exulte el vigor y la fuerza de los jóvenes que nos acompañan, que las trompetas anuncien la salvación, que la riqueza instrumental y vocal con la que hemos sido bendecidos en esta Pascua anuncie que esta es la noche de la VIDA.

Goce también la tierra inundada de tanta claridad y goce nuestro corazón que te anhela en la noche, ¡Oh Dios! Mi corazón te anhela sólo a ti, Señor.

Esta es la noche en la que sacaste de Egipto a los israelitas, nuestros padres.

Esta es la noche en que toda la tierra, al igual que nosotros, la Iglesia se reúne para celebrar que CRISTO HA RESUCITADO.

Esta es la noche en la que más que nunca cobra sentido educarnos en la interioridad del corazón, para acoger al Cristo que sale del sepulcro.

Esta es la noche en la que tener un corazón humilde nos permite contemplar el misterio que reservaste a los sencillos.

Esta es la noche en la que por toda la tierra, los que confiesan su fe en Cristo son arrancados del individualismo, el desamor y la degradación a la que se ve sometido nuestro mundo.

Esta es la noche en la que nuestro corazón encuentra razones para no juzgar.

Esta es la noche en la que rotas las cadenas de la muerte, nos hacemos conscientes de nuestras limitaciones para alcanzar en comunidad un corazón comprensivo, capaz de aceptar nuestros fallos y los de nuestros hermanos.

Esta es la noche en la que la oscuridad de los corazones rotos es restituida a la gracia y transformada en corazones que celebran.

Esta es la noche de la que estaba escrito: «Será la noche clara como el día, la noche iluminada por mi gozo».

¡Qué noche tan dichosa! Sólo ella conoció el momento en que Cristo resucitó de entre los muertos.

¡Qué noche tan dichosa! Para unise, Íñigo, por primera vez, a la mesa de los cristianos.

¡Qué noche tan dichosa! Para contemplar con corazones íntimos y empáticos este cirio, que distribuye su luz sin menguar al repartirla.

¡Qué noche tan dichosa! Que nos ayuda a descubrir nuestro corazón que ama lleno de confianza. Que aprende a apartarse de la rutina y el ruido, para llevarnos a la entrega en un equilibrio constante entre interioridad y exterioridad.

¡Qué noche tan dichosa! En que se une el cielo con la tierra, lo humano y lo divino.

¡Qué noche tan dichosa! En la que podemos entender el corazón místico como aquel que con sencillez se ha llenado de la experiencia de Dios.

Te pedimos, Señor, que este cirio consagrado a tu nombre arda sin apagarse, para destruir la oscuridad de esta noche.

¡OH SEÑOR! QUE EL LUCERO DE LA MAÑANA LO ENCUENTRE ARDIENDO.

¡¡¡FELIZ PASCUA DE RESURRECCIÓN»!!


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