Deseo de Dios

Todo nuestro ser anhela a Dios. Deseamos su caricia y su ternura inmensa. ¿Qué no daríamos por gustar su amor insondable? Sabemos que nada ni nadie nos puede colmar como Él. Digámoslo desde muy dentro: «Mi alma tiene sed de Dios, del Dios vivo».

Nuestro corazón no descansará sino en Dios. ¿Dónde podríamos acaso encontrar algo mejor? ¿Quién nos podría dar esa paz inconfundible que sentimos junto a Él, junto a Ella? Confesémoslo con gozo: «Para mí lo bueno es estar junto a Dios».


Esta web utiliza cookies propias y de terceros para su correcto funcionamiento y para fines analíticos. Al hacer clic en el botón Aceptar, acepta el uso de estas tecnologías y el procesamiento de tus datos para estos propósitos. Más información
Privacidad