Hay adentro de ti un cordero y un león. La madurez espiritual es la capacidad para dejar que el cordero y el león descansen juntos. Tu león es tu parte adulta y agresiva. Es la parte que toma la iniciativa y que toma decisiones. Pero hay también un cordero temeroso y vulnerable, la parte de ti que necesita afecto, apoyo, confirmación y alimento.
Cuando solo prestas atención a tu león, te sientes sobredimensionado y exhausto. Cuando únicamente tienes conocimiento de tu cordero, te transformas con facilidad en victima de tu necesidad de la atención de los demás. El arte de la vida espiritual es defender plenamente tanto a tu león como a tu cordero. Entonces, puedes actuar afirmativamente sin negar tus propias necesidades. Y puedes demandar afecto y cuidado sin traicionar tu talento para ofrecer liderazgo.
Desarrollar tu identidad como hijo de Dios no significa de ninguna manera abandonar tus responsabilidades. Así mismo, defender tu parte adulta de ninguna manera significa que no puedas transformarte cada vez más en hijo de Dios. De hecho, en verdad es al revés. Cuanto mas seguro puedas sentirte como hijo de Dios, mas libre serás para defender tu misión en el mundo como un ser humano responsable. Y, cuanto más afirmes que tienes una tarea única que desempeñar para Dios, mas abierto estarás para dejar satisfacer tu necesidad mas profunda.
El reinado de la paz que Jesús vino a establecer comienza cuando tu león, y tu cordero pueden descansar juntos libremente y sin temor.
(Herni J. M. Nouewen, La voz interior del amor)