Y porque no penséis se saca poca ganancia de rezar vocalmente con perfección, os digo que es muy posible que estando rezando el Paternóster u otra oración vocal, os ponga el Señor en contemplación perfecta […] Entiende que, sin ruido de palabras, le está enseñando este Maestro divino […] Gozan sin entender cómo gozan. Está el alma abrasándose en amor y no entiende cómo ama. Conoce que goza de lo que ama y no sabe cómo lo goza. Bien entiende que no es gozo que alcanza el entendimiento al desearlo […] Es don del Señor, de ella (la oración) y del cielo, que, en fin, da como quien es. Esta, hijas, es contemplación perfecta (Santa Teresa de Jesús, Camino de Perfección 25, 1-2).