El enfado con Dios es infrecuente para un cristiano, ya sea un creyente entregado o en ocasiones, se cree que es pecado enfadarse con Dios pero Dios no lo ve asi.
Cuando eso ocurre, es cuando creemos que hemos sufrido una injusticia por parte de Dios que no merecemos: una enfermedad, una muerte de un/una muy querido ser, un desahucio del hogar, un robo, una agresión grave, etc.
Si habéis leído los 2 capítulos de esta semana, vemos a David ya como gobernante de su pueblo y con éxito en sus campañas de conquista de la tierra prometida (Jerusalén), porque Dios estaba con el. Es en el capítulo 6, donde encontramos un conflicto de David con Dios, cuando David quiso trasladar lo sagrado del pueblo de Dios: el arca de Dios con muebles y ornamentos según la voluntad de Dios a Jerusalén:
1. Cubriendo los objetos santos y ni mirarlos( Números 4:15-16)
2. Llevarlos sobre 2 barras de madera y por los sacerdotes
David se permitió no cumplir la voluntad de Dios con el Arca llevándolo sobre un carro.
Dios se permitió castigar a un sacerdote matándole por no obedecer la voluntad de Dios.
David se permitió estar asustado de Dios por su severo proceder que no hizo nada
Dios se permitió bendecir con prosperidad a una familia creyente por cobijar su Arca en su casa.
David entendió la voluntad de Dios y cambio de su voluntad a la voluntad de Dios para dicho labor. Después cambio su corazón de susto a alegría y canto de alabanza y adoración
De estos textos, podemos aprender lecciones como joyas:
1. Dios es soberano para hacer su voluntad, ya sea para bendecir o para castigar o para hacernos sufrir una desgracia
2. Los creyentes o incrédulos tienen derecho a enfadarse con Dios, derramando nuestras lágrimas o ira hacia EL.
Es entonces cuando Dios sana nuestros corazones, quitando lo que estorbaba en nuestra relación con EL que EL veía y nosotros no.
Es entonces cuando todo nuestro ser baila y canta alabanzas y adoraciones a Dios por su sanacion.
QUE EL SEÑOR OS PROTEJA