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El don de SER UNO MISMO

A veces me descubro intentando ser quien no soy, queriendo vivir las vidas que no tengo, soñando con sentir lo que no siento. Me encuentro falto de naturalidad y sin saber dónde estar ni qué hacer. Después me come la culpa por ser así y pienso demasiado en qué pensarán los demás.
 
Señor, ayúdame a querer ser siempre «yo», a sumarme a tus causas y tus proyectos con lo que soy realmente, con todo lo bueno que puedo aportar. Ayúdame a agradecerlo y valorarlo, a sacar fuerzas para sentirme realmente feliz de seguir tus huellas.
 

Ganancias y pérdidas

Pero todo lo que hasta ahora consideraba una ganancia, lo tengo por pérdida, a causa de Cristo. Más aún, todo me parece una desventaja comparado con el inapreciable conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor. Por él he sacrificado todas las cosas, a las que considero como desperdicio, con tal de ganar a Cristo (Filipenses 3,3-8).

Ministerio personal

Contemplo a sacerdotes y religiosos que acompañan y atienden a personas, escuchan y se hacen partícipes de penas y alegrías ajenas, que en ocasiones se convierten en las suyas propias. Encuentran su felicidad y sentido haciéndose medios eficaces del amor de Dios. Ejercen el ministerio al que se sienten llamados. Yo no soy religioso ni sacerdote, pero me siento llamado a ejercer un ministerio personal inspirado por Dios para en todo amar y servir.

Misión compartida

Sin saber acertar a tener más interacción en las preocupaciones del día a día con algunos de mis amigos. Viendo cómo perciben un progresivo alejamiento que aunque no es querido por mí, no acierto a saber evitarlo. Iniciativas incompatibles de mis amigos para compartir se combinan con propuestas fallidas mías. Estirar el tiempo no es suficiente. Tiene que sobrar, para que la presencia no sea presencia ausente sino que se concentre en estar sin más propósito. Buscando y encontrando gestos para compartir, gestos eficaces que muestran interés y cariño, gestos valorados y agradecidos. Hoy quiero compartir contigo, aunque quizá mañana no acertemos más que a hacer y pensar cada uno en lo suyo, siendo nuestra misión en lo más hondo una misión compartida.

Recibemé

Recibemé, con todo lo que tú pusiste en mí, con todas esas ganas de vivir, con toda mi miseria.

¿Castiga Dios al ser humano?

Pensar que Dios castiga al ser humano es uno de los mayores obstáculos para la fe […] Si tuviéramos que amar a Dios por temor a un castigo, ya no sería amarlo. Cristo no nos quiere ebrios de culpabilidad sino rebosantes de perdón y confianza […] La contemplación del perdón de Dios se vuelve resplandor de bondad en un corazón sencillo que se deja conducir por el Espíritu […] Un día en Calcuta, visitando una leprosería con la madre Teresa, vi a un leproso levantar sus brazos descarnados cantando: «Dios no me ha castigado, le canto porque mi enfermedad es ahora una visita de Dios». En su desgracia, este hombre tenía también esta intuición: el sufrimiento no viene de Dios (Hermano Roger de Taizé).

Dios refugio

¿Rechazados por la iglesia? ¿No aceptados ni siquiera por nosotros mismos? ¿Excluidos por nuestros amigos o nuestra sociedad? ¿Presos de un Dios que nos castiga? ¿Sintiéndonos culpables y sufrir simplemente de ser quienes somos? Felices vosotros, los que en lugar de vivir falsamente el desamor de Dios dejando de percibir su verdadera esencia, fuisteis los refugiados en Cristo: «Protégeme, Dios mío, me refugio en ti».

Protégeme, Dios mío, que me refugio en ti; yo digo al Señor: «Tú eres mi bien». Los dioses y señores de la tierra no me satisfacen.

Multiplican las estatuas de dioses extraños; no derramaré sus libaciones con mis manos, ni tomaré sus nombres en mis labios.

El Señor es el lote de mi heredad y mi copa; mi suerte está en tu mano: me ha tocado un lote hermoso, me encanta mi heredad.

Bendeciré al Señor, que me aconseja, hasta de noche me instruye internamente. Tengo siempre presente al Señor,
con él a mi derecha no vacilaré.

Fantasmas del abandono II

Fantasmas del abandono: quizá te visitan a menudo. Tú eres el único que los puedes ver. El resto no los ve. Quizá vean los suyos propios, pero no los tuyos. Esforcémonos en no hacerles caso. Yo, torpemente, también lo intento 🙂

Verlassunsphantome: vieleicht oft besuchen sie dich. Du bist der einzige der sie sehen kann. Die anderen sehen sie nicht. Vieleicht sehen sie ihre einzige Phantome, aber nicht deine. Bemühe dich sie nicht zu beachten. Ich auch versuche schwerfällig das zu machen 🙂

Si no te escuchan, mejor no hablar

En un curso de liderazgo y gestión de equipos nos pusieron un ejercicio en el que mi papel consistía en no dar la información de la que disponía a menos que alguien me pidiera por mi nombre que la diera. Al terminar el ejercicio puse de manifiesto que desempeñar este papel me resultaba familiar, porque espontáneamente lo hacía. Porque estoy acostumbrado a no hablar si percibo que no se me escucha y en lugar de hablar más alto para captar la atención, prefiero sólo hablar cuando alguien interesado me pregunte o escuche.

Con los mismos sentimientos de Cristo

Tengan los mismos sentimientos de Cristo Jesús. Él, que era de condición divina, no consideró esta igualdad con Dios como algo que debía guardar celosamente: al contrario, se anonadó a sí mismo, tomando la condición de servidor y haciéndose semejante a los hombres. Y presentándose con aspecto humano, se humilló hasta aceptar por obediencia la muerte y muerte de cruz. Por eso, Dios lo exaltó y le dio el Nombre que está sobre todo nombre, para que al nombre de Jesús, se doble toda rodilla en el cielo, en la tierra y en los abismos, y toda lengua proclame para gloria de Dios Padre: «Jesucristo es el Señor» (Filipenses 2, 5-11).

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