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Caer en mi sitio

Dios me ha creado como soy, no como querría ser, con un propósito, una misión, una vocación. Soy una pieza necesaria, preciosa y apreciada en el puzle del mundo, donde busco encajar, encontrar mi sitio. Porque al mirar el puzle, lo primero que resalta son las piezas que faltan o las que no están en su sitio, sea mi gozo y alegría encontrar mi sitio, donde todo lo que he recibido cobre sentido y se potencie para mayor felicidad propia y de los demás.

Quedaos aquí y velad conmigo

Contemplando a Jesucristo en el huerto de los olivos. El miedo y una profunda tristeza le invadieron. Estoy tan angustiado. Estoy al fin de mis fuerzas. Quedaos aquí y velad conmigo.

El perfecto tratado de cortesía

Amando se extrema el respeto y la delicadeza, se cuidan las relaciones, se procura y muchas veces se consigue una sana y beneficiosa convivencia, hacer más agradable la vida a los que nos rodean, favorecer la reconciliación, no esperando a que vengan los demás sino tomando la iniciativa nosotros. El evangelio es un perfecto tratado de cortesía.

¿Amor a los enemigos?

«Yo, en cambio, os digo: amad a vuestros enemigos». Contemplando y recordando a alguien que en una situación límite quiere explícitamente hacerme daño. Mirando cómo se hace fuerte hasta parecer temible para hacerme daño y tras un tiempo breve se derrumba desesperado. ¿Cómo fue posible soportar tal maltrato? Sintiendo compasión y empatía al derrumbarse, contemplando su sufrimiento, pese al maltrato. No son sentimientos míos. No sé de dónde surgieron. Señor mío, ese día me enseñaste a intuir la Pasión de Cristo.

Aprendiendo a rezar más como podemos que como está mandado

Rezando como uno puede en lugar de rezar como se debe, como está mandado. Reemplazando rezos por una relación personal con alguien que acaba por convertirse en un gran amigo, quizá el mejor de ellos, incluso El Amado. Aspirando a aprender, a llegar a ser como ese amigo, ese amado. Imitando a aquellos que nos lo recuerdan y evocan.

El peor enemigo

Enséñame Señor a mirarme con tus ojos. Los míos en ocasiones me desvirtúan, me arruinan, me convierten en mi peor enemigo. Perdón por no mirarme con tus ojos, por mi tibieza, por no decantarme con claridad y decisión, porque si me mirara con tus ojos, aparecería el frío y el calor, desaparecería la tibieza y no tendría motivo para entregarme a dinámicas que destruyen la obra grandiosa de tu amor.

Miércoles de Ceniza

Si alardeamos de no cometer pecado, somos unos ilusos y unos mentirosos. Si reconocemos nuestros pecados, Dios, que es fiel y justo, nos los perdonará (1 Jn 1, 8-9). Os exhortamos a no echar en saco roto la gracia de Dios […] Ahora es el tiempo de la gracia; hoy es el día de la salvación (2 Co 5, 20-6, 2). Convertíos y creed en el evangelio ¡Feliz miércoles de ceniza!

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