Aprendiendo a ser quien realmente soy
No se trata de intentar cambiar quien soy o ser algo que no soy, sino identificar lo mejor que tengo para ser y trabajar convertime cada vez más y más en quien realmente soy.
No se trata de intentar cambiar quien soy o ser algo que no soy, sino identificar lo mejor que tengo para ser y trabajar convertime cada vez más y más en quien realmente soy.
Acompañando con la imaginación a Cleofás hacia Emaús. Debatiendo la lectura de los acontecimientos de mi historia sin llegar a un acuerdo claro de por qué pasan las cosas que nos pasan. Pidiendo que Jesús se haga presente para que nos cuente su historia de Salvación en la que todo está claro, tenía que ser así, sin ningún victimismo. Y poder descubrir que al arder mi corazón, yo también pueda contarla, sin victimismo, porque tenía que ser así.
Dios, haz que mis pensamientos se centren en ti. En ti está la luz, tú no me olvidas. En ti está el amor, en ti está la paciencia. No entiendo mis caminos, pero tú sabes el camino para mí.
Got, lass meine Gedanken sich sammeln zu dir. Bei dir ist das Licht, du vergiss mich nicht. Bei dir ist die Liebe, bei dir ist die Geduld. Ich verstehe meine Wege nicht aber du weiss den Weg für mich.
En la fraternidad, trabajamos según nuestra capacidad y recibimos según nuestra necesidad. Somos buscadores de tesoros para encontrar aquel que nos podemos llevar después de la muerte: conocer y encontrarnos con Dios. Llamados a salir de lo conocido, de nosotros mismos, nos convertimos en callejeros de la fe. Allá a donde vayamos, será porque nos han enviado. Buscando llevar el evangelio a la periferia de la vida.
Si el Señor no construye la casa, en vano se afanan los albañiles. Si el Señor no guarda la ciudad, en vano velan los centinelas. Que el Señor nos construya y nos guarde porque …
… «Con Jesucristo siempre nace y renace la alegría» (Evangelii Gaudium)
«Alegraos siempre en el Señor. Os lo repito, ¡alegraos! (Flp 4, 4)
«Los heridos no son sólo los pobres sino también los excluidos» (Elisabetta Pique)
Comenzando un nuevo camino con una pregunta: ¿qué quieres de mí, Señor? No acierto a atisbar tus planes, tus caminos van por encima de los míos y no entiendo. ¿Qué quieres de mí, Señor? Haciendo camino al andar. Aprendiendo a empezar de nuevo cada día.
Poder contar con la providencia de Dios, no sólo en nuestras fuerzas. Ser capaz de dar un salto de confianza, precisamente cuando nos sentimos más frágiles. Lo que tu quieras, como tú quieras, cuando tú quieras, si acaso quieres. Descubrir a un Dios que cuando tocamos fondo es cuando más nos ama.
Is 55, 6-9:
«Buscad al Señor mientras se le encuentra,
invocadlo mientras está cerca;
que el malvado abandone su camino,
y el criminal sus planes;
que regrese al Señor, y él tendrá piedad,
a nuestro Dios, que es rico en perdón.
Mis planes no son vuestros planes,
vuestros caminos no son mis caminos (oráculo del Señor).
Como el cielo es más alto que la tierra,
mis caminos son más altos que los vuestros,
mis planes, que vuestros planes».
Es la experiencia que uno tiene tras el camino recorrido. De confiar y empezar a no considerar mis criterios, mis planes como lo mejor para mí y los demás. Se trata de empezar a abrirse a otros planes, a otros criterios que no son los míos y descubrir que es así precisamente como mi Señor se me revela. Y a posteriori confirmar la sabiduría y el acierto de esos planes que me desencajan y cuánto más feliz me hacen que los míos propios.